"SEÑORA EINSTEIN", DE VARIOS AUTORES (TEATRO DEFONDO)

No sé, podría haber indicado en el título el nombre de los cuatro autores del guion de esta obra de teatro, pero como soy dueño de mi destino y porque yo lo valgo, me he decidido por poner varios autores para no hacerlo largo. Para no hacerlo largo pero también para poder subrayar en este primer párrafo el nombre de los mismos y su valor: Vanessa Martínez (directora a la sazón), Gustavo Galindo, Pedro Santos y David Díaz, estos tres actores también de la misma. El valor es intrínseco al esfuerzo coral por llevar al escenario una historia tan poliédrica como la de la primera mujer de Albert Einstein: Mileva Maric.

Subyace en el argumento el tratamiento de lo que se ha venido en llamar el efecto Matilda, ese prejuicio de no querer reconocer los logros científicos de las mujeres atribuidos en todo o en parte a los hombres. En este caso, aunque no esté taxativamente demostrado, Mileva compartió clases en su época estudiantil con Einstein en Zúrich y estuvo conviviendo muchos años con él, justo cuando el genial físico publicó su teoría de la relatividad.

Debo deducir que los autores han realizado un potente trabajo de documentación para ilustrar la vida de Mileva y sus andanzas con Einstein, los hijos que tuvieron, los éxitos de él que ella vivió en primera persona, sus viajes, sus mudanzas…, todo muy exhaustivo dado que está muy ilustrada la biografía de Einstein; a partir de ahí han podido realizar una hipótesis de la vida de ambos con elementos que podrían originar un debate pero que para una obra teatral es una fantástica iniciativa.

Ya sospechaba, por fortuna, que la obra que iba a ver se escapaba de la tendencia actual de poner en escena demasiadas comedias. Y los que me leen ya saben que soy un pelín crítico y me parece que es más difícil hacer reír que hacer llorar, y como la comedia es tan compleja a mí me resultan superficiales las tramas y los chistes demasiado fáciles. Así que sospechaba que esto era algo más dramático.

Efectivamente, ni me decepcionó la propuesta, ni la estructura de la obra, ni la dinámica, fueron algo más de cien minutos deliciosos que se me pasaron en nada, es decir, que no se hizo pesada y esa es la mejor noticia, cuando disfrutas con una obra dramática que te atrapa desde el primer minuto, lo único que puedes hacer es aplaudir y reconocer el valor. La obra no te da ni un respiro y siempre pasan cosas, aparte te enseña, es historia contemporánea, la de uno de los más importantes cerebros del pasado siglo, y la biografía de su primera mujer mucho menos conocida o nada conocida.

Una pequeña crítica al público, no éramos muchos, el drama vende menos y parece que ir al teatro tiene que ser a reír; la obra tiene un carácter desenfadado pero no es comedia, por mucho que los diálogos nos hagan parecer que los personajes hacen chistes, no los hacen, simplemente los autores (algunos interpretan los papeles creados por ellos mismos) han querido darles una pátina de naturalidad, la que tendrían sin lugar a dudas, personajes intelectuales muchos de ellos que a buen seguro eran personas normales con los problemas y vivencias de cualquier persona normal. Y ahora la crítica, esos pequeños chistes, esas chanzas, no dan a risa, y algunos se reían, para mí eso le da fuerza a los personajes, si acaso llega a sonrisa.

Es muy evocador conocer la vida de Mileva y también la vida de Einstein a través de los ojos de ella, y como digo también mucho de historia contemporánea, la obra ilustra con exactitud cronológica los hitos más importantes de Mileva y de Einstein también. Una parte relevante de la historia contemporánea de la ciencia está reflejada en esta obra.

El planteamiento es tremendamente dinámico, dos actores hacen permanentemente los mismos personajes, Mileva y Einstein, y los otros cuatro que completan el elenco van interpretando varios personajes de los que van formando parte de la biografía a la que asistimos de esas dos estrellas principales: familiares, amigos, compañeros de estudios, profesores, científicos, gente corriente… Y a todo esto, sin descanso alguno, los diferentes elementos del escenario van cambiando de lugar a la par que evolucionan las escenas y lo que cuentan: una cama, una mesa, una pizarra (donde se terminará formando un interesante mosaico de fórmulas matemáticas de todo punto reales, al estilo de la serie «The big bang theory»), sillas, sofá… Y con todo ello los personajes nos llevan en un trayecto frenético a un sinfín de lugares, al aula de una universidad, a una habitación de hotel, a la sede de una revista científica, nos montaremos en un tranvía, o en un tren, o viajaremos a Titel (localidad serbia donde nació Mileva), o a la misma entrega de los premios Nobel…

En esta hipótesis veremos la evolución de los dos personajes principales, dos personas que se aman, que se casan, aunque las familias tal vez no estuvieran muy conformes, y que pese al afán de superación y conocimiento de ambos, a Mileva le condiciona su rol de mujer, más estereotipado si cabe en aquella época, hace más de un siglo. Estuvieron casados entre 1903 y 1919, y tuvieron tres hijos, este tal vez fuera el principal condicionante para que Mileva no pudiera continuar su carrera científica, dedicada en cuerpo y alma a la llevanza de la casa y al cuidado de sus hijos.

La primera hija que tuvo el matrimonio, Lieserl, fue dada en adopción; parece estar bien asentado históricamente que lo hicieron porque por entonces Einstein apenas era un proyecto de lo que fue después y no conseguía trabajo, de hecho, su primer gran empleo fue en la Oficina de Patentes de Berna. La obra nos relata a lo largo de su desarrollo una relación epistolar ficticia entre Mileva y Lieserl, es imaginable que vivir con esa pérdida prematura no debió ser un plato nada agradable, luego tendrían dos hijos más. De Lieserl nada se supo históricamente y se sospecha que falleciera al poco tiempo, con apenas un año, en el seno de la familia que la adoptó.

Pues Mileva vive con ese quebranto latente de no poder tener, ni dar ni recibir, el cariño de aquella hija de la que apenas pudo disfrutarla unas semanas, y amén de ello está esa lucha con Einstein, convertido en un ser, poco a poco más centrado en sus investigaciones, tal vez más egoísta, y menos dado a alimentar las relaciones familiares. De hecho aunque la obra nos muestra que Mileva y Albert iban concibiendo sus investigaciones conjuntamente, se van percibiendo las separaciones física y mental, aunque siempre estará latente qué hubiera pasado si en la vida de Einstein no se hubiera cruzado esta brillante física.

Aquella distancia de pareja se consumaría con un divorcio en 1919, con esa hija de la que no pudo disfrutar, con otros dos hijos, uno brillante y el otro que sufriría problemas mentales y que también fue una carga añadida para Mileva. Su exmarido se casaría en segundas nupcias con una prima suya. Por aquel entonces la fama de Einstein traspasaba fronteras y sería en 1921 cuando le darían el Nobel de Física, algo más que imaginable que sucedería, pues en el acuerdo de divorcio se pactó que el dinero del premio iría para Mileva y sus hijos, y tal vez, por qué no, para hacer justicia con aquella persona que contribuyó a consolidar las ideas de la teoría de la relatividad sin reconocimiento público.

Y así mientras conocemos la vida de Mileva y Einstein, con el persistente recuerdo, a ratos obsesivo, de Lieserl, asistimos a una obra de teatro redonda, madura, emotiva y que nos obliga a la reflexión. Teatro Defondo, que es la compañía que puso en escena esta obra, me merece el más profundo respeto y admiración, y les deseo todo tipo de parabienes. Es una de las dos mejores obras que he visto en el último año, alone… again, el pasado 7 de febrero en el Teatro Principal de Andújar.

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