Siguiendo la estela dejada por la muy buena serie «Hermanos de sangre», me he aventurado con cierta premura a visionar esta especie de secuela titulada «The Pacific». No, en realidad no es ninguna secuela, pero sí que es cierto que dado el éxito que tuvo la primera serie cronológicamente hablando, de la cual cabe recordar que narraba la historia de una compañía de paracaidistas durante la 2ª Guerra Mundial en sus distintas campañas por Europa; el equipo de producción prácticamente al completo decidió hacer un producto muy parecido, pero centrado en este caso en unidades de infantería de marina, los «marines», en sus diferentes misiones por distintas islas del Pacífico contra los japoneses casi al final de la referida confrontación bélica.
Es preciso e interesante rememorar que con las firmas de Steven Spielberg y Tom Hanks en la producción ejecutiva, estamos ante productos televisivos de muchos quilates y de un generoso presupuesto. El resultado, sin duda, fue fantástico en ambas series.
Nuevamente con el emblema del realismo que inundó Hermanos de sangre, The Pacific vuelve a bajarnos a la arena, al polvo, al barro, a pulsar el cuerpo a cuerpo, el olor a explosivo, el silbido de las ráfagas, la peligrosa lotería de la metralla sin dueño… Y lo hace a través de soldados que se dejaron la piel ayudando a defender unas ideas, a un país y probablemente al mundo entero.
Es evidente que, como he narrado en alguna ocasión en este blog, las historias de guerras vistas desde el prisma del vencedor son siempre sesgadas. Uno no ha de estar a favor ni de ganadores ni de perdedores, al menos así me posiciono yo, la historia es eso, simplemente historia; y el elucubrar con que nuestro mundo hubiera sido más o menos injusto si en vez de ganar un bando hubiera sido el otro, es como hacer castillos en el aire, ¿hubiéramos estado peor? No lo sabemos, lo que está claro es que la historia nos deja datos objetivos y hoy todavía se siguen desgranando conclusiones subjetivas. Sí que es cierto que el país invasor, el que rompió la baraja fue Alemania, junto con sus aliados; hubo cosas que hicieron que hoy nos siguen chirriando, probablemente un mundo controlado con los nazis hubiera sido más inquietante, pero esto es una opinión mía, obviamente muy personal.
Los marines entran de lleno en la guerra del Pacífico, tras el debut a lo bestia de Japón en la 2ª Guerra Mundial con el bombardeo de Pearl Harbor en Hawai. Aunque sea muy esquemático, la estrategia japonesa y del eje Berlín-Roma-Tokio en esa parte del mundo era controlar las islas más singulares y con una buena ubicación geográfica de cara a ahogar a Australia, uno de los grandes aliados de Inglaterra y, por ende, de Estados Unidos en sus campañas por Europa, así como controlar la mayor parte de territorio posible y de aguas internacionales.
The Pacific tiene bastantes similitudes con su serie hermana, pero si Hermanos de sangre daba el protagonismo en cada capítulo a un personaje (que fue real), mientras se narraba algún episodio histórico en el que se situó la compañía de infantería paracaidista Easy; en esta la narración tiene un hilo argumental más personal, a través fundamentalmente de tres personajes: John Basilone (encarnado por el actor Jon Seda), Eugene Sledge (Joseph Mazello) y Robert «Bob» Leckie (James Badge Dale). De hecho, la serie está basada principalmente en las memorias escritas por estos dos últimos. Se narran sus peripecias a lo largo de la guerra, desde su inicio hasta el final de la misma.
Es relevante apuntar que la serie parte de hechos reales, de la mano de esos relatores privilegiados en un escenario mortífero, y todo ello revestido con un sinfín de testimonios de gente que vivió en sus carnes aquellos acontecimientos. Y es que, tal vez por nuestra cercanía, y porque circunstancialmente hemos pensado que lo que se cocía en Europa fue lo relevante para el desenlace de este gran conflicto bélico, pues nada más lejos de la realidad, ya que en el Pacífico hubo mucha tela que cortar, mucho sufrimiento, muchas desolación y muchas muertes.
Las diferentes encrucijadas en el Pacífico se centran en sus islas y archipiélagos, en Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Palaos, Iwo Jima, Okinawa… La primera acción importante que nos relata la serie se desarrolla en la isla del Guadalcanal, en las Islas Salomón, hoy un país soberano cuya isla más poblada y de mayor tamaño es la Guadalcanal. Y no, no busquen traducción al inglés, la isla y la batalla que lleva su nombre es también la de un pequeño pueblo sevillano situado en la sierra Norte de esta provincia; evidentemente no es casualidad, y es que si hay algo que llevamos mal en nuestro país es que nos enorgullecemos de una parte de una historia, la más cercana, la más grandilocuente, ¿la más políticamente correcta?, pero desconocemos otra muy interesante que se pasa de soslayo en los libros de historia que aprenden nuestros niños y jóvenes. Uno de los muchos episodios perdidos de nuestra historia son las exploraciones españolas de buena parte de Oceanía; siendo uno de los más célebres expedicionarios, aunque no muy conocido, el navegante leonés Álvaro de Mendaña, en una de esas expediciones estaba el mariscal de campo Pedro de Ortega Valencia, oriúndo de Guadalcanal (Sevilla) que tuvo a bien poner el nombre de su pueblo a dicha isla y, por supuesto, dicho nombre pasó a la posteridad por la feroz batalla que se libró allá en la 2ª Guerra Mundial.
Las tropas estadounidenses se enfrentan a varios enemigos, más allá del humano, y es que acuden a un escenario con una climatología terrible, mucho calor (y en muchos momentos sin la posibilidad de disponer de víveres y fundamentalmente de agua); unas lluvias torrenciales que convertían todo en un lodazal impracticable, donde ni siquiera los tanques se podían mover; mosquitos y otros parásitos que camparon a sus anchas… Y obviamente, también había enfrente un enemigo ferocísimo y desconocido, el ejército japonés, el cual tenía una disciplina casi ciega, dotado de unos valores sobrehumanos para arrasar al contendiente más por enconamiento que por estrategia.
Los personajes que se nos jalonan en la serie tienen mucha profundidad, en este sentido, introspecciona mucho más en sus vidas que Hermanos de sangre. Por un lado, John Basilone es un sargento de artillería que se convierte en héroe en Guadalcanal, recibiendo el reconocimiento de su país, hasta el punto de que tras aquella batalla vuelve a Estados Unidos, estando latente la guerra, con objeto de servir a la captación de nuevos soldados y de una mayor inversión en la confrontación bélica. Por su parte, Bob Leckie es un marine que se debate entre la defensa del escudo que lleva, sus problemas médicos, un cierto desarraigo familiar y sus escarceos amorosos, un tipo con mucha mundología. Y luego tenemos a Eugene Sledge, sin lugar a dudas y bajo mi punto de vista, el más profundo de los tres personajes principales, procedente de una familia sureña bien acomodada y religiosa, pese a que su estado físico previo a la guerra no es el idóneo, tiene un soplo en el corazón y su padre que es médico lo desaconseja por doquier su alistamiento; este chico todo lleno de principios, llega al frente como un bisoño soldado sin saber muy bien de lo que va esa guerra, es apenas un jovencito, pero durante las diferentes batallas presenciamos su transformación hacia un soldado lleno de agresividad y que, de algún modo, tiene que renunciar a alguno de sus principios iniciales, está claro que para él más que para nadie se cumplió aquello de que «la guerra lo hizo un hombre».
Hay otros personajes relevantes y hoy cobra especial trascendencia el actor que encarna al marine Merriell «Cagadas» Shelton, si hace unos meses me hubieran preguntado por él, apenas hubiera reparado, se trata de Rami Malek, que recientemente ha ocupado un puesto en el estrellato de Hollywood por su nominación al óscar al mejor actor por su interpretación de Freddie Mercury en la película «Bohemian Rapsody».
La serie está muy bien hecha, creo que lo he repetido con cierta asiduidad en esta bitácora, que una serie se ve que es buena y que tiene un presupuesto generoso, cuantos más extras se utilizan, y aquí el despliegue de personas es inmenso, con lo que se gana en realismo, y es que reitero que el realismo es uno de los grandes puntos fuertes de esta serie, y de su hermana, si quieres ver de verdad una guerra, en primera línea, esta es una opción ineludible.
Para evitar el aburrimiento de la audiencia y el aburguesamiento de la dirección, también se utilizó un modelo que ya se utilizan en infinidad de series, incluso en España, que es el relevo de directores. Es decir, hay una rotación de directores para cada capítulo, se les ofrece el guión y cada cual hace su propia llevanza, por lo que aunque tenemos una secuencia lineal de la serie, cada episodio tiene sus matices y el sello propio de un intérprete distinto cada vez.
Y, por supuesto, y para terminar, la música es excelente, se nota la genialidad del maestro Hans Zimmer, conocidísimo por un sinfín de bandas sonoras, acompañado para este proyecto por Geoff Zanelli y Blake Neely.
Es preciso e interesante rememorar que con las firmas de Steven Spielberg y Tom Hanks en la producción ejecutiva, estamos ante productos televisivos de muchos quilates y de un generoso presupuesto. El resultado, sin duda, fue fantástico en ambas series.
Nuevamente con el emblema del realismo que inundó Hermanos de sangre, The Pacific vuelve a bajarnos a la arena, al polvo, al barro, a pulsar el cuerpo a cuerpo, el olor a explosivo, el silbido de las ráfagas, la peligrosa lotería de la metralla sin dueño… Y lo hace a través de soldados que se dejaron la piel ayudando a defender unas ideas, a un país y probablemente al mundo entero.
Es evidente que, como he narrado en alguna ocasión en este blog, las historias de guerras vistas desde el prisma del vencedor son siempre sesgadas. Uno no ha de estar a favor ni de ganadores ni de perdedores, al menos así me posiciono yo, la historia es eso, simplemente historia; y el elucubrar con que nuestro mundo hubiera sido más o menos injusto si en vez de ganar un bando hubiera sido el otro, es como hacer castillos en el aire, ¿hubiéramos estado peor? No lo sabemos, lo que está claro es que la historia nos deja datos objetivos y hoy todavía se siguen desgranando conclusiones subjetivas. Sí que es cierto que el país invasor, el que rompió la baraja fue Alemania, junto con sus aliados; hubo cosas que hicieron que hoy nos siguen chirriando, probablemente un mundo controlado con los nazis hubiera sido más inquietante, pero esto es una opinión mía, obviamente muy personal.
Los marines entran de lleno en la guerra del Pacífico, tras el debut a lo bestia de Japón en la 2ª Guerra Mundial con el bombardeo de Pearl Harbor en Hawai. Aunque sea muy esquemático, la estrategia japonesa y del eje Berlín-Roma-Tokio en esa parte del mundo era controlar las islas más singulares y con una buena ubicación geográfica de cara a ahogar a Australia, uno de los grandes aliados de Inglaterra y, por ende, de Estados Unidos en sus campañas por Europa, así como controlar la mayor parte de territorio posible y de aguas internacionales.
The Pacific tiene bastantes similitudes con su serie hermana, pero si Hermanos de sangre daba el protagonismo en cada capítulo a un personaje (que fue real), mientras se narraba algún episodio histórico en el que se situó la compañía de infantería paracaidista Easy; en esta la narración tiene un hilo argumental más personal, a través fundamentalmente de tres personajes: John Basilone (encarnado por el actor Jon Seda), Eugene Sledge (Joseph Mazello) y Robert «Bob» Leckie (James Badge Dale). De hecho, la serie está basada principalmente en las memorias escritas por estos dos últimos. Se narran sus peripecias a lo largo de la guerra, desde su inicio hasta el final de la misma.
Es relevante apuntar que la serie parte de hechos reales, de la mano de esos relatores privilegiados en un escenario mortífero, y todo ello revestido con un sinfín de testimonios de gente que vivió en sus carnes aquellos acontecimientos. Y es que, tal vez por nuestra cercanía, y porque circunstancialmente hemos pensado que lo que se cocía en Europa fue lo relevante para el desenlace de este gran conflicto bélico, pues nada más lejos de la realidad, ya que en el Pacífico hubo mucha tela que cortar, mucho sufrimiento, muchas desolación y muchas muertes.
Las diferentes encrucijadas en el Pacífico se centran en sus islas y archipiélagos, en Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Palaos, Iwo Jima, Okinawa… La primera acción importante que nos relata la serie se desarrolla en la isla del Guadalcanal, en las Islas Salomón, hoy un país soberano cuya isla más poblada y de mayor tamaño es la Guadalcanal. Y no, no busquen traducción al inglés, la isla y la batalla que lleva su nombre es también la de un pequeño pueblo sevillano situado en la sierra Norte de esta provincia; evidentemente no es casualidad, y es que si hay algo que llevamos mal en nuestro país es que nos enorgullecemos de una parte de una historia, la más cercana, la más grandilocuente, ¿la más políticamente correcta?, pero desconocemos otra muy interesante que se pasa de soslayo en los libros de historia que aprenden nuestros niños y jóvenes. Uno de los muchos episodios perdidos de nuestra historia son las exploraciones españolas de buena parte de Oceanía; siendo uno de los más célebres expedicionarios, aunque no muy conocido, el navegante leonés Álvaro de Mendaña, en una de esas expediciones estaba el mariscal de campo Pedro de Ortega Valencia, oriúndo de Guadalcanal (Sevilla) que tuvo a bien poner el nombre de su pueblo a dicha isla y, por supuesto, dicho nombre pasó a la posteridad por la feroz batalla que se libró allá en la 2ª Guerra Mundial.
Las tropas estadounidenses se enfrentan a varios enemigos, más allá del humano, y es que acuden a un escenario con una climatología terrible, mucho calor (y en muchos momentos sin la posibilidad de disponer de víveres y fundamentalmente de agua); unas lluvias torrenciales que convertían todo en un lodazal impracticable, donde ni siquiera los tanques se podían mover; mosquitos y otros parásitos que camparon a sus anchas… Y obviamente, también había enfrente un enemigo ferocísimo y desconocido, el ejército japonés, el cual tenía una disciplina casi ciega, dotado de unos valores sobrehumanos para arrasar al contendiente más por enconamiento que por estrategia.
Los personajes que se nos jalonan en la serie tienen mucha profundidad, en este sentido, introspecciona mucho más en sus vidas que Hermanos de sangre. Por un lado, John Basilone es un sargento de artillería que se convierte en héroe en Guadalcanal, recibiendo el reconocimiento de su país, hasta el punto de que tras aquella batalla vuelve a Estados Unidos, estando latente la guerra, con objeto de servir a la captación de nuevos soldados y de una mayor inversión en la confrontación bélica. Por su parte, Bob Leckie es un marine que se debate entre la defensa del escudo que lleva, sus problemas médicos, un cierto desarraigo familiar y sus escarceos amorosos, un tipo con mucha mundología. Y luego tenemos a Eugene Sledge, sin lugar a dudas y bajo mi punto de vista, el más profundo de los tres personajes principales, procedente de una familia sureña bien acomodada y religiosa, pese a que su estado físico previo a la guerra no es el idóneo, tiene un soplo en el corazón y su padre que es médico lo desaconseja por doquier su alistamiento; este chico todo lleno de principios, llega al frente como un bisoño soldado sin saber muy bien de lo que va esa guerra, es apenas un jovencito, pero durante las diferentes batallas presenciamos su transformación hacia un soldado lleno de agresividad y que, de algún modo, tiene que renunciar a alguno de sus principios iniciales, está claro que para él más que para nadie se cumplió aquello de que «la guerra lo hizo un hombre».
Hay otros personajes relevantes y hoy cobra especial trascendencia el actor que encarna al marine Merriell «Cagadas» Shelton, si hace unos meses me hubieran preguntado por él, apenas hubiera reparado, se trata de Rami Malek, que recientemente ha ocupado un puesto en el estrellato de Hollywood por su nominación al óscar al mejor actor por su interpretación de Freddie Mercury en la película «Bohemian Rapsody».
La serie está muy bien hecha, creo que lo he repetido con cierta asiduidad en esta bitácora, que una serie se ve que es buena y que tiene un presupuesto generoso, cuantos más extras se utilizan, y aquí el despliegue de personas es inmenso, con lo que se gana en realismo, y es que reitero que el realismo es uno de los grandes puntos fuertes de esta serie, y de su hermana, si quieres ver de verdad una guerra, en primera línea, esta es una opción ineludible.
Para evitar el aburrimiento de la audiencia y el aburguesamiento de la dirección, también se utilizó un modelo que ya se utilizan en infinidad de series, incluso en España, que es el relevo de directores. Es decir, hay una rotación de directores para cada capítulo, se les ofrece el guión y cada cual hace su propia llevanza, por lo que aunque tenemos una secuencia lineal de la serie, cada episodio tiene sus matices y el sello propio de un intérprete distinto cada vez.
Y, por supuesto, y para terminar, la música es excelente, se nota la genialidad del maestro Hans Zimmer, conocidísimo por un sinfín de bandas sonoras, acompañado para este proyecto por Geoff Zanelli y Blake Neely.
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