RAÍCES Y EL CASCAMORRAS DE 1975

Al poco de empezar la andadura de este blog y en el momento en que lo consolidé, le di una homogeneidad, fijé la temática (las pestañas) y la frecuencia de publicaciones, también fui pensando en cosas sobre las que quería escribir alguna vez. Esas cosas eran pequeños depósitos de mi memoria donde se habían quedado alojados recuerdos de algo que vi o escuché una vez, curiosos, y que me gustaría rememorar alguna vez en esta bitácora. 

Ya lo he dicho también en más de una ocasión que Internet nos ha abierto la puerta, a modo de gigante memoria, para dotar de realidad a esos recuerdos de cada uno, que por eso de que la mente a veces nos juega malas pasadas, no sabes si son verdad o meros inventos tuyos que tu cabeza se ha encargado de moldear soslayadamente en el tiempo.  

No me quedan muchos de esos recuerdos por darle vida aquí, o por el momento es la constancia que tengo, lo mismo reflexiono algo más y me surgen nuevas inquietudes; el caso es que esta entrada que hoy traigo es uno de esos recuerdo estrella y que tengo que darle salida en este blog, uno de mis entretenimientos fijos de fin de semana.  

En este caso no ha sido porque no encontrara el momento para escribir esta entrada, sino porque no encontraba el vídeo que da lugar a esta. Se conoce que llevo varios meses sin haber «picado billete» y el vídeo que yo buscaba está en youtube desde mediados de septiembre pasado.  

Pues vamos con la historia, porque es una de las más apasionantes y curiosas que iban quedando en mi reservorio de recuerdos. Para los que fuimos niños en los años 70 no nos es extraño recordar una serie de TVE que se llamaba «Raíces», tanto por su popularidad como porque estuvo en antena más de diez años, de 1972 a 1982, o sea, que yo empecé a tener uso de razón cuando ya la echaban. Se trataba de un espacio de media horita de duración que nos mostraba las ferias, fiestas, costumbres y tradiciones más populares de nuestra España, probablemente con acentuado calado en esa España profunda que todavía en esos años 70 era más desconocida o menos visible que hoy, porque hoy para bien o para mal, aunque todo sea más global también es más inmediato.  

Presentado y dirigido por el periodista y escritor onubense Manuel Garrido Palacios, tipo campechano, con aire y mensaje desenfadado, de melena setentera, propia de la época, esa época en la que los peluqueros no se costeaban, este nos trasladaba todos esos fenómenos populares tachonados a lo largo y ancho de nuestro país. Más allá de la puesta en escena de su creador que también era su guionista, a mí me resultaba llamativo el inicio del programa, en el que se sucedían imágenes y sonidos de instrumentos musicales populares, unos palos, una zambomba, una botella de anís…  

Pues hete tú aquí que allá por 1975 Raíces recaló en Baza y Guadix para hacerse eco de la peculiar fiesta del Cascamorras. Tradición que, al parecer, se remonta al siglo XII y en la que estas dos localidades granadinas se disputan la propiedad de una talla de Nuestra Señora de la Piedad; el Cascamorras, ataviado con traje de bufón y oriundo de Guadix acude a Baza cada 6 de septiembre para recuperar la virgen y lo podrá conseguir si llega al templo que la acoge sin ser manchado, algo que no ocurrirá jamás, porque los vecinos se encargarán de embadurnarlo. A la vuelta a su localidad de origen, el Cascamorras tampoco será bien recibido dado que no ha conseguido su cometido. Todo esto en un plan absolutamente simbólico. El Cascamorras tiene como defensa una porra atada mediante una cuerda a un palo con la que se le permite defenderse de los parroquianos que lo acechan.  

La polémica que se generó es sumamente nutritiva, tal vez en aquella época dio para mucho, pero en esta nuestra de las nuevas tecnologías y esa rapidez que destilan las redes sociales hubiera dado para muchísimo más. Aquel reportaje rodado en 1975 sería programado para el año siguiente y, tras su emisión, amplios sectores de nuestro país salieron a la palestra para subrayar que se apreciaba en las imágenes cierta violencia y denigración hacia la figura que encarnaba el Cascamorras de ese año, mientras que desde Guadix y Baza salieron a criticar el programa argumentando que se había dado una perspectiva sesgada de la fiesta y que había incluso personas puestas adrede para hacer más teatral o impostada la peripecia del Cascamorras.  

Hasta yo siendo un niño recuerdo haber visto el programa y me llamó la atención no tanto lo que se veía ahí, a lo que no le di la menor importancia, como a la posterior repercusión. Hay que tener en cuenta que sin querer quitar hierro al asunto, a mí me afectaría y me hace reflexionar hoy más que hace cuarenta años, dada mi blandengue sensibilidad actual, quizá propia de mi edad y de mi madurez mental; de niño me peleaba a cates en la calle y la sangre no me espantaba, y hoy me da un infarto enfrentarme a alguien aunque sea de manera meramente verbal.  

El vídeo que se aloja en youtube es, en realidad, una reposición de 1981 en la que el presentador explica que cinco años después, desde Guadix y Baza se han vuelto a poner en contra de su emisión por todos los argumentos señalados anteriormente y él explica que aquella grabación no tuvo nada de forzado, se grabó lo que allí se veía.  

En este punto hay que señalar que a lo largo del reportaje aparece una especie de historiador o cronista local que pone de relieve algo que, de algún modo, se aprecia en el mismo, que el Cascamorras de ese año es un pobre hombre, que no es el idóneo para encarnar su figura, y que además hay latente cierta peligrosidad, hasta el punto de que ese año era la primera vez que le hacían un seguro de vida. También aparece al final otro historiador que aporta un hecho especialmente relevante como es el de que sin haber documentos que lo atestigüen, perdidos probablemente en época musulmana, arguye que en tiempos remotos es posible que el Cascamorras, a modo de sacrificio para que se garantizara un año de buenas cosechas, incluso llegaría a ser inmolado, algo que sinceramente yo pongo en seria duda.  

Dicho esto lo que se ve en el episodio no es violencia, sino más bien a gente un tanto bruta o asalvajada, puede que muchos ellos con una o muchas copas de más que no paran de zarandear al Cascamorras, de tiznarlo de grasa y lo que puede ser más peligroso de lanzarlo a pilones o fuentes. Es todo un poco caótico, un tanto surrealista porque es como si no se supiera muy bien si al Cascamorras lo quieren o lo quieren matar.  

No se aprecia que haya un peligro intrínseco más allá de que si el lanzamiento o empujón al agua se hace torpemente, a veces se le empuja de espaldas y existe riesgo de darse con la nuca. También en algún momento el Cascamorras cae al suelo lo que le derivaría alguna herida mínima, especialmente en Guadix debido a la marabunta de gente y a que en la vuelta a su localidad el personaje de ese año estaba visiblemente borracho.  

De verdad que no creo que sea para tanto, es cierto que hoy se vería un pelín bestia lo que allí se presencia, pero tampoco como para rasgarse las vestiduras. Bien es cierto que, con el tiempo, por lo que yo he podido ver, la figura del Cascamorras es honorífica (a este pobre diablo de 1975 le pagaban 6.000 pesetas), y es una persona que ostenta con orgullo ese cargo, es el auténtico protagonista de la fiesta, y la gente lo quiere y, es más, desea que sea un tipo con energía, que dé caña, que corra, que atice al personal con la porra, que agite bien la bandera y todo ello se premia por la gente con un grito habitual hoy día y hace años de «Esto sí que es un Cascamorras». De hecho, para los que ostentan esta figura es todo un orgullo, y suele ser gente joven, que se expresa bien, alejándose de esa figura de antaño que más bien podría ser un pelele o un paleto.  

En el vídeo de 1975 el hombre que lo representa es muy llano, tal vez con no demasiadas luces, y además, como ya he referido, es entrevistado brevemente cuando vuelve a Guadix y ya se le nota «achispado», con lo que eso todavía contribuye más si cabe a ofrecer una imagen algo negativa de la fiesta, como algo un poco bestia o animal.  

Tengo que decir que por los vaivenes de la vida de uno, he ido unas cuantas veces a Baza, sobre principios de los 90, pero nunca asistí al Cascamorras, creo que ya despojado de cualquier mínimo atisbo de salvajismo, violencia o denigración. Sí que es cierto que yo pulsé más que el malestar del pueblo por los posibles riesgos del Cascamorras o por el trato que recibía, algo mucho más mundano, y es que tradicionalmente se utilizaba grasa para embadurnar al Cascamorras y a toda la turba acompañante y se quedaban teñidas las paredes de los edificios de la plaza donde se celebraba el meollo y calles adyacentes, una grasa difícil de quitar y que obligaba a los vecinos a tener que repintar sus fachadas casi cada año tras la celebración; y creo que el ayuntamiento hace años que ya pone a disposición del público cubos con una especie de pintura negra lavable que minimiza los efectos en los inmuebles, aunque me señalaban que de vez en cuando se colaba alguno que iba a lo tradicional y con cierta desconsideración hacia todos, seguía utilizando esa grasa de motor o usada que se te metía en los poros y que no te salía en días.  

Como digo, hoy día es una celebración muy famosa y popular, completamente festiva, para todos los públicos (en 1975 apenas aparecían niños y hoy los niños casi son los que más se divierten), en la que lo mejor es que te lo pasas bien, te pones tiznado de negro, de tal guisa que a veces no se sabe ni quién es el Cascamorras porque todo el mundo va igual, de hecho, no sé si es mera coincidencia he visto a titulares de este cargo que suelen ser más altos que la media, no sé si como un modo de hacerse más visibles entre la multitud.

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