UN JUEGO DE CABALLEROS, CUANDO LA PLEBE COMENZÓ A APROPIARSE DEL FÚTBOL

Tengo la impresión más que fundada de que no hay suficientes películas o series sobre fútbol, es sorprendentemente un terreno que no está tan explorado como lo que es capaz de mover este negocio, que excede su vertiente deportiva para ser todo un fenómeno económico, social y, hasta en estos tiempos de pandemia, psicológico. 

Parece como si, precisamente por su magnitud, pocos se atrevieran a ejecutar un producto sobre el que muchísima gente sabe tanto, o cree saber tanto. Y, sin embargo, lo cierto es que no parece haber problema en hacer documentales que narran la vida de futbolistas o eventos históricos, con las opiniones de sus personajes, algo que está fuera de la crítica de la avezada y docta comunidad de aficionados al balompié, y existen notables reticencias a llevar a cabo productos de ficción, basados o no en hechos históricos.  

A este respecto sorprende igualmente que teniendo la repercusión que tiene el fútbol ni siquiera se puede decir que haya una película que pueda considerarse como de las cien mejores de la historia del cine, o si me apuran entre las diez mejores del género de deportes. La razón es esa, que mucha gente se tiene por experta en la materia y precisamente en el fútbol, del que todos tenemos una información y una educación vivida desde que tenemos uso de razón, ese producto televisivo o cinematográfico estaría sometido a una crítica furibunda. Hay otra razón de peso para que el fútbol no sea una temática atrayente para cine o televisión, y es que en Estados Unidos, que es la cuna del cine comercial, el soccer sigue sin ser un evento de masas, o lo es pero a cierta distancia de otros como baloncesto, béisbol, fútbol americano o hockey hielo, por lo que queda bastante relegado y series sobre esta temática no llamarían demasiado la atención del gran público, o sea, no harían caja.  

Y dicho esto, quiero hacer constar que sin ser una grandísima película, a mí me gustó mucho «Evasión o victoria» y creo que es la mejor que se ha hecho mezclando historia y fútbol, pero tal vez sea porque ni antes se había hecho algo parecido, ni otras contaron con semejante elenco de exfutbolistas profesionales para su rodaje.  

Si nos adentramos algo más en lo poco que yo conozco o existe en cuanto a producciones de esta temática, a veces el fútbol es una excusa para narrar historias actuales, aparece como algo propio de nuestra cotidianidad, teniendo en cuenta que aunque el deporte competitivo pueda ser una expresión humana de bastante antigüedad, el fútbol en sí es contemporáneo y desde los años 60 o 70 del pasado siglo es cuando se puede entender que es un fenómeno de masas.  

Pero a muy pocos se les ha ocurrido indagar en la primitiva historia del fútbol, de eso conocemos casi de forma sorprendente muy poco. Aunque pegarle patadas a una bola de materiales nobles puede ser un entretenimiento algo natural, intrínseco al ser humano, como tirar piedras, y en muchas culturas hay ejemplos de diversos juegos de pelota donde la habilidad del pie tomaba protagonismo; sin embargo, fue a mediados del siglo XIX en Gran Bretaña cuando comenzaron a unificar, de algún modo, las reglas de ese deporte incipiente que se practicaba en la calle o en los colegios. Y es curioso porque de un deporte tan conocido, desconocemos cómo se jugaba en aquella época.  

Sin ser esa concretamente la época que narra esta serie, sí que nos sitúa en un momento inicial e incipiente del fútbol en Gran Bretaña en el segundo tercio de ese siglo. Esta producción llama la atención porque nos adentra en ese terreno escasamente explorado de los orígenes del fútbol y además se basa en hechos reales para construir una historia alrededor.  

En concreto la historia gira en torno a la primera noticia que se tiene de profesionalismo en el fútbol, sobre el año 1878 Fergus Suter y Jimmy Love, jugadores del Partick escocés, recalan en el Darwen un club inglés de fútbol que se nutre de jugadores que son trabajadores de una factoría textil, a estos fichajes se les da trabajo y una especie de sobresueldo. La sospecha de que se está abandonando el amateurismo llama la atención de la asociación de la FA Cup (Football Asociation Challenge Cup) que intentará poner coto a esa desviación ilegítima acerca de lo que se debía considerar el espíritu del fútbol ortodoxo.  

Y lo que el fútbol debía considerarse era no sólo un deporte para aficionados, sino también un juego de caballeros; nacido este en los colegios ingleses de rancio abolengo. Así que son los jugadores de la clase alta los que lo practican y pretenden que no se prostituya su práctica, no ya por esos indicios de profesionalismo, sino que lo más seguro es que se trate de una excusa para justificar que no quieren que nadie que no sea de los suyos meta las narices en un deporte por ellos creado, es una forma de detestar, casi segregar, a una creciente afición por el balompié entre los menos pudientes; clase obrera y gente que, en general, trabajaba de sol a sol y no se podía permitir entrenamientos como los caballeros, en profesiones mucho más sedentarias y con más tiempo libre para prepararse físicamente y cohesionarse como equipo.  

El protagonista principal de esta historia, Fergus Suter, se intercala con su contraparte en el otro mundo, el de los ricos; su nombre es Arthur Kinnaird y tiene una holgada posición siguiendo la estela de su padre en un banco. Aunque existe una rivalidad deportiva entre ellos, Kinnaird llegará a reconocer lo no muy justo que supone que los futbolistas que son obreros no tengan las mismas posibilidades y facilidades que sus compañeros de una superior clase social, al igual que irá asumiendo que no se puede limitar el avance del deporte en el sentido de que se remunere a sus practicantes.  

Fergus Suter, según datos fidedignamente reales, será el primer futbolista al que se le pagó por jugar al fútbol; después de recalar en el Darwen lo haría en el Blackburn, y esto también levantaría ampollas en sus antiguos compañeros del Darwen que no aceptarán que este deporte se esté convirtiendo en una especie de cruzada para mercenarios.  

Amén de todo lo apuntado hasta ahora, el que esté buscando una historia de fútbol, muy centrada en este, se equivoca. Hay fútbol es verdad, pero sería muy rotundo, casi metido con calzador el contar esos orígenes del fútbol sin un revestimiento sólido. Por eso se construye una historia convincente, la de un Fergus Suter que no sólo busca una mejor situación social sino que lo hace en primera instancia para huir de una familia que sufre el alcoholismo y los malos tratos del padre, y después él mismo se convertirá en rescatador de su madre y hermanas para apartarlas definitivamente de ese padre maltratador. Es también la historia de un Suter que intentará modernizar el fútbol, en el campo y fuera de él, justificando ambas dimensiones.  

También es la historia de Arthur Kinnaird, un tipo justo, que tendrá que luchar contra los prejuicios de su clase social hacia la clase trabajadora. Un auténtico caballero que tratará de poner cierta racionalidad en esos desequilibrios sociales, que luchará internamente por no perder la cabeza con el fútbol para atender debidamente a su esposa, con la cual tiene problemas para traer descendencia a este mundo.  

Y sí, para los que intenten buscar solo fútbol también es un aliciente, dados los guiños que se hacen a esas modificaciones que fueron conformando este deporte de masas tal y como lo conocemos hoy. No hay, a caso hecho y con buen criterio, demasiada recreación de partidos, en todo caso lo que se revela es que aquel fútbol de antaño se asemeja a ese que practicábamos cuando éramos niños en el patio del colegio, un balón y todos detrás de él, nada de ocupar espacios o de pasar al compañero desmarcado. Son esos guiños al profesionalismo incipiente, a los partidos benéficos y jugados en favor de una causa, al de ir distribuyéndose en el campo y la escasa presencia de reglas ni árbitros, el de las equipaciones y los escudos, y también el de la afición y el de la gresca en las gradas, algo propio y que tristemente se ha seguido heredando de forma furibunda en el Reino Unido.  

Una muy buena serie contada en seis capítulos que no es para futboleros sin más, pero si para los amantes del fútbol que buscaban una faceta de este deporte de la que hasta ahora no se había dado demasiada bola.

Comentarios