"INTOUCHABLES", DE OLIVIER NAKACHE Y ERIC TOLEDANO

Uno de los aspectos que más me apasionan de mi blog últimamente, es que aunque siempre ha sido un tanto errático y apenas planifico a una semana vista, con lo cual no sé con exactitud lo que va a salir en las próximas entradas, los articulillos que salen al final forman parte de una especie de juego de rol, o una especie de juego laberíntico (porque los juegos de pistas y de encontrar tesoros, que vas dando pasos hasta llegar al fin, me encantan), en el que la lectura de un libro te viene de la lectura de otro, que a su vez fue una mención en un programa de radio, por ejemplo.

En el caso de esta película, el hallazgo no ha tenido que transcurrir por laberínticos pasos, en realidad solo uno. Creo que la serie estrella de Netflix en este inicio de año ha sido Lupin, producción de la que no voy a tratar en este blog, dado que mi canon no escrito dice que no reseño en esta bitácora series no terminadas y a la referida le auguro un largo recorrido; no obstante, sí que me llamó la atención el actor protagonista de la serie, Omar Sy, y fui en su busca, en pos de su trayectoria profesional, que por cierto es singular, porque es un humorista antes que actor, o más exactamente un humorista al que le han salido proyectos en la pequeña y gran pantalla.

Mi inclinación por esta película tenía que ver con los avales que la pertrechaban, indicativo fidedigno de que sería una apuesta segura. Y es cierto, no hubo error. Para empezar tengo que reivindicar la elegancia y buena factura del cine francés contemporáneo, así lo aprecio yo, igual veo un cine español más sofisticado, por ponerlo todo en un contexto mediterráneo, y un cine italiano más costumbrista, y sin embargo, el cine francés suele rendirse mucho a lo social pero sin abandonar la estética, una fotografía nítida y sin vahos, algo que se echa en falta últimamente en las producciones española e italiana y en buena parte del cine europeo en general, y todo esto es muy genérico y personal, que conste.

Y aunque sea de casualidad o porque tienes un cierto prejuicio (bueno) del poso que te dejó ese personaje de Lupin, en esta película Omar Sy se nos presenta casi sin quererlo como una precuela del perfil del protagonista de dicha serie, un hombre con recursos y, a lo mejor, no demasiado lícitos estos, como es el ser un pelín amante de lo ajeno.

Driss es un joven negro de la periferia de París, de una típica familia de inmigrantes con muchos miembros y el presupuesto más que justo para llegar hasta final de mes. Y este, que es el hermano mayor de esa familia y con edad para trabajar y aportar a la familia, pues no está por la labor, y permanece en el paro y con algunos antecedentes y líos menores con la justicia que denotan que no es un tipo del que te pudieras fiar.

Acude a una entrevista de trabajo con la intención de que le firmen rápido y que pueda seguir cobrando el subsidio, que de eso sabemos un poco por estos lares. Sin embargo, la no entrevista va a suponer un giro insospechado. La entrevista de trabajo consistía en seleccionar a una persona para cuidar a un rico tetrapléjico en todo tipo de tareas, desde el aseo personal, levantarlo, acostarlo, acompañarlo… Driss no elegirá ese trabajo pero su entrevistador, Philippe (interpretado por el actor François Clouzet), sí que lo elegirá a él.

Driss, como no puede ser de otra manera, se comporta como un asistente inusual, y va adquiriendo los conocimientos en las tareas cotidianas para con su empleador prácticamente a trompicones y a veces de manera un tanto reticente. No obstante, todo este escenario atípico, de algún modo buscado por Philippe, que se inclina por Driss antes que por otros sujetos más preparados pero notablemente más aburridos, va a provocar un efecto más que reparador.

Es a partir de ahí, del momento en que se produce la conexión total entre Driss y Philippe cuando la película empieza a transmitirnos efectos verdaderamente terapéuticos, y el espectador comienza a reírse con las situaciones histriónicas y hasta cierto punto absurdas que se van sucediendo. Driss compensará con abundante ingenio toda su inexperiencia en la materia que le ocupa.

Driss es un torbellino de vida, justo lo que necesita Philippe, en realidad saluda con júbilo que el joven gregario lo saque de eso que se llama últimamente la zona de confort. En realidad no es una zona confortable ni un estado deseable, y es que de algún modo, la situación de Philippe lo ha llevado a tener una vida demasiado plana, sin riesgos, y tan rutinaria que inevitablemente afecta a su salud mental. Y como Driss es un tipo de recursos convertirá en un chorro de vida toda esa depresión y amargura que pesa sobre Philippe, incluso una velada tendencia suicida.

Los directores Olivier Nakache y Eric Toledano consiguen construir una comedia con ciertos tintes serios, dramáticos y sociales que curiosamente está basada en hechos reales, y al final de la película se muestran unas imágenes de esos protagonistas reales.

Siendo, imagino, una interpretación de esa historia real también es verdad que la película recoge una suave crítica social, en torno a los convencionalismos, en contra de la intransigencia y los prejuicios, y de una manera muy cómica, también es una patada en el culo a esos ricos o nuevos ricos que adquieren unas ridículas poses con tantas actitudes ñoñas y forzadas.

Una elegantísima y bella película producida en 2011 que fue muy galardonada en 2012, habiendo optado a premios de toda índole.

Ninguna tacha a su factura en un metraje de dos horas que nos hará reír y sonreír, hasta carcajear, aparte de que es muy entretenida, no obstante, no entiendo como el título original de la cinta «Intouchables» en francés, se comercializó en España como «Intocable», cuando es que le cambia todo el sentido al mensaje que quisieron dotarle los directores, sin duda, tan inexplicable como kafkiano. Más sentido se me antoja que tiene el título que se le dio en Hispanoamérica, «Amigos intocables».

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