ANNE CHMELEWSKY, COMPOSITORA DE GRANDES BANDAS SONORAS DEL FUTURO

Ya me reprochaba a mí mismo hace unos meses que estaba descuidando la etiqueta «Música» en este mi particularísimo blog, máxime porque creo que en algún momento de su concepción yo quería que la música tuviera un importantísimo peso específico, papel que realmente no ha ocupado, más por falta de tiempo que por seguimiento o por materia que tratar, que la hay y abundante. Muy seguramente debo deducir que preparar una entrada de música es más laboriosa que muchas otras, al menos para mí.

Más allá de esta falla en la organización y planificación de mi blog, que tampoco me atrevo a decir que intentaré reparar, sí que aludía no hace mucho a que dentro del catálogo limitado de artistas de vanguardia, grupos minoritarios, instrumentos raros, tendencias no populares en general, había algunos iconos que casi no me perdono no haber sacado aún aquí, quizá porque son bastante conocidos y me gusta meterme en terrenos inexplorados, y que tendré que pararme algún momento para analizar sus músicas por su influjo y por lo que representan para la música contemporánea actual, nombres tales como Ludovico Einaudi, Michael Nyman, Wim Mertens o los asiáticos Kitaro o Yiruma.

Hoy sigo saltándome estos hitos y hago una especie de regate para llegar a esta Anne Chmelewsky, a la que he conocido este año y que, en todo caso, parto del convencimiento de que tiene clara influencia del grandísimo Michael Nyman. A Anne Chmelewsky la conocí con ocasión del visionado de la serie televisiva «Derek» del genio recién descubierto para mí Ricky Gervais, una producción tragicómica sencillamente genial y sin un segundo de desperdicio.

Dentro de lo aparentemente desenfadado de la serie surgía la incorporación de una banda sonora ex profeso que hacía el interesante juego intelectivo de contextualizar la temática (los devenires de trabajadores y moradores de una residencia de ancianos). Era una música grande, potente, con empaque, seria, incluso triste, esa puesta en el contexto digamos que despojaba de desenfado la propuesta inicial de Gervais, o sea, te reías a carcajadas pero te daba un toque de atención, era en realidad más serio de lo que te pudieras imaginar, ibas a llorar, ibas a reflexionar, se hablaba de la vida, de la muerte, del destino, de la existencia de Dios, de la bondad, de las segundas oportunidades, del valor de lo humano… Y por cierto, ya dirigía yo mi mirada a Chmelewsky cuando reseñaba «Derek», que me había sorprendido por su calidad, una música de orquesta, bien diseñada, superior.

Anne Chmelewsky dota a sus composiciones de la magnificencia y dignidad que se ha autoimpuesto esta compositora, con robustos pilares clásicos construye una música sinfónica que, sin perder el carácter actual, contemporáneo, también se nos antoja atemporal. En ella rezuman los sonidos del piano, trombón, cuerdas, flautas, clarinete…

Refiere esta compositora que establece una metodología de trabajo muy minuciosa, que va construyendo pequeñas piezas, involucrándose en el trabajo a que va destinado su proyecto, que después pasa al piano, luego le da su dimensión con la ayuda de elementos electrónicos y posteriormente transmite todo esto a la orquesta; cuenta con un equipo de músicos que le permiten obtener ese test de calidad necesario para comprender que lo que está en el papel suena luego como uno imagina en la realidad, ese tránsito es fundamental.

Desde luego que me impresionó mi descubrimiento de Chmelewsky y quise saber más de ella, yo le percibía inmensas potencialidades y, de algún modo, es una cuestión de oportunidad, desde una perspectiva anónima y algo egoísta, me gustaría apuntarme el tanto de que si alguna vez esta compositora es famosa (mucho más famosa, o directamente popular), yo pudiera haber atisbado ese triunfo a priori.

En esa necesidad de avanzar en su trayectoria comprobé que desde ese punto de inflexión o bautismo de fuego con «Derek», después hizo algunas operetas y es reseñable que en 2018 se encargara de realizar la banda sonora de la película británica «Cuando el amor te toca», aunque en una traducción más correcta directamente del inglés el nombre podría ser «Donde las manos tocan», probablemente este título mucho más acertado dado que esta producción no se ha comercializado en España que yo sepa, de hecho, yo la vi en versión original con subtítulos, y estos últimos no muy bien trabajados desde el punto de vista ortográfico y gramatical.

Es, desde luego, una película que ya adelanto yo que está infravalorada, ya sea por el mismo hecho de que en España es casi desconocida, pero es que está muy bien y está casi configurada como una gran producción y Anne Chmelewsky colabora rotundamente en esta concepción porque realizó una banda sonora inmensa. La película narra una realidad no muy conocida del nazismo y su cruzada de segregación racial, puesto que aproximadamente 250.000 alemanes eran mestizos o negros, aun siendo germanos de nacimiento, Hitler los apartó de sus familias y muchos terminaron en campos de concentración con las consecuencias que todos conocemos.

En dicha película en la que se cuenta la historia de una joven de padre negro y madre alemana, con un buen guion, aunque con alguna tacha en su resolución, la música de Chmelewsky supera cada episodio que se narra, la arrasa literalmente y eso mejora lo que vemos, nos transporta a una dura encrucijada que intenta mostrarnos lo que ocurrió sin gran crudeza, con bastante sensibilidad.

Chmelewsky nació en Francia, con padres de origen ruso y polaco, pero a los cuatro años se mudó a Polonia, no obstante, su formación artística, de piano, la ha llevado fundamentalmente en Gran Bretaña, aunque pasa también períodos de creación artística en Estados Unidos.

Esta joven compositora tiene mimbres para ser una indiscutible triunfadora en las bandas sonoras de grandes producciones cinematográficas, de hecho ella mira alto y se fija en el gran John Williams, y curiosamente en sus entrevistas hace alusión a músicos relativamente modernos del XIX y del XX, bebe del impresionismo francés de Ravel y Debussy, pero no hace mención de Nyman, y a lo mejor es verdad y solo lo veo yo, pero es que Nyman es tan grande que casi sin darte cuenta está en toda la música contemporánea.

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