"FIDELIDAD", DE MARCO MISSIROLI

¿Qué es el amor eterno? ¿Dónde está el límite de una infidelidad? ¿El pensar en otra persona que no es tu pareja ya lo es? ¿Algún incidente banal lo es? Así nace esta novela de Marco Missiroli que fue todo un éxito de ventas en Italia durante el confinamiento de 2020.

Y es que Missiroli nos presenta a una pareja actual con los problemas económicos, sentimentales y sociales de cualquier pareja de hoy en día, no solo nos muestra una novela sino probablemente todo un ensayo social muy certero y cercano al mundo que nos rodea.

Una pareja común, relativamente acomodada, en lo económico y en lo sentimental, y tal vez ese acomodo, la rutina, lo cotidiano, es lo que hace peligrar una relación que no tiene razones de peso para que se altere, lo que puede ser el germen de cualquier infidelidad o ruptura.

Y sin embargo se mueve, algo se mueve en las entrañas del matrimonio formado por Carlo Pentecoste y Margherita. Pentecoste trabaja con un contrato eventual en la universidad y un día tuvo que atender a una alumna, Sofia Casadei, casi desmayada en los vestuarios, pero lo pillaron masajeándole el cuello y las malas lenguas preludiaron que aquello fue un tocamiento o algo más, o que antes o después siempre hubo algo más; Sofia no quería pero luego pareció que sí, había que imaginárselo. Por su parte Margherita trata de insinuársele a su fisioterapéuta Andrea para que le toque más allá de donde tiene ese dolor que la atenaza; por su parte Andrea no transigió, es más, es homosexual y tiene la mala costumbre de excitarse yendo a clubes de la lucha donde se hace boxeo de una forma un tanto bárbara.

El matrimonio es feliz, se quieren, se respetan, ¿se respetan?, son apasionados, son sinceros, conocen los mínimos escarceos y los deseos tal vez inocentes, o no, del otro, tienen un fuerte vínculo familiar, Carlo visita a su suegra más que su propia hija y mantiene cierta complicidad.

Aquellos deseos incontrolables en la mente pero controlados por el cuerpo suponen el punto de inflexión de la novela, porque Carlo y Margherita alimentan esa infidelidad mental, y eso que ambos saben lo que ocurrió, que no ocurrió nada, pero es como un recuerdo amplificado.

Pasan los años y el matrimonio ha tenido un hijo, otro ingrediente más que engorda la rutina, lo esperable, el aburrimiento, la falta de ideas para avivar el fuego, y ambos intentan no perder el hilo de esa infidelidad mental. O a lo mejor sí, aquí el hijo ha venido a fortalecer el vínculo.

La pareja viven en Milán y Carlo busca a su antigua alumna en Rímini, y Margherita sigue acudiendo a Andrea, ahora para que atienda a su madre que ha sufrido una caída, ha salido del hospital y necesita rehabilitación.

Y por encima de eso, de esa no consumación carnal de la infidelidad está también lo que nos une, ese aburrimiento, esa cotidianidad, el hijo, la familia…, tan importante la familia para ambos, como prototipo del valor que se le da a la familia en los países latinos, no podríamos vivir sin ellos, sin la necesidad de besar, tocar, sentir, hablar, andar juntos.

Por eso todo lo que los puede separar, lo que muchos entienden que son los peligros del matrimonio, es también por arte de magia, la piedra angular para que todo encaje, para que Carlo y Margherita sigan unidos pese a la pasión más o menos velada que sienten por otra persona.

Y también con bastante importancia en la novela existe un principio que va marcando el devenir de los personajes: el respeto. Carlo no intimida a Margherita como esta no lo hace con su marido, ambos se permiten conocer sus «malentendidos», pero entienden que hay una frontera personal de independencia, más emocional que física, que cada cual debe mantener como si fuera su propia fortaleza.

Una novela que transcurre, yo diría que, en el horizonte de una década y que mantiene esa tensión vital en torno al tema común de la trama, lo que es, lo que pudo ser y nuevamente lo que es o será, que tal vez es una situación permanente o no, en un final abierto, donde la muerte de la madre de Margherita quizá podría trastocar en el futuro, por la ruptura de un vínculo, ese estado de aceptada monotonía que mantiene unida a la pareja, gracias a ellos y gracias a sus familiares.

También es destacable que en una narración que se presume plena de ritmo, y lo tiene, el escritor indaga más en la mente de sus personajes, metiéndose en cada uno de ellos, que en lo que dicen u opinan, en este sentido, los diálogos no son el punto gravitatorio del relato.

Una novela sencilla, amable, que nos puede ayudar a hacer una introspección acerca de lo que se puede esconder en la raíz de las infidelidades, a veces puede ser pasión, oportunidad, egoísmo, pero también hay acomodo para estudiar qué peso tiene el aburrimiento, la rutina, el ver que la vida de cada uno no evoluciona, pues sí, al final va a ser egoísmo.

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