JOOST SWARTE, EL DIBUJANTE QUE PONTIFICÓ EL DISEÑO INDUSTRIAL

Jopo de Pojo, personaje mítico 
de Joost Swarte
Corría la mitad del siglo pasado en nuestro país y los cómics más populares se posicionaban con fuerza, siguiendo cierto adoctrinamiento, en los valores patrios; personajes relativamente contemporáneos como Roberto Alcázar y Pedrín, convivían con otros históricos como el Capitán Trueno o Jabato, fundamentalmente todos ellos destinados a un público más bien juvenil. También había historietas más infantiles representadas como estandarte por la revista TBO.

En Europa no le iba a la zaga esta tendencia, aunque con mayor conciencia habría que decir que éramos nosotros los que bebíamos de esa tendencia, no al revés, y se sucedían historietas para jóvenes y para niños, y es más, la mayoría no eran estancas y recibían público de ambos grupos poblacionales y, cómo no, de adultos.

En esa Europa occidental teóricamente más avanzada y, desde luego, más democrática y menos dirigida que en España, triunfaban Uderzo y Goscinny con las locas aventuras galas de Astérix y todos sus hilarantes personajes, e igualmente era también divisa del cómic europeo el inefable dibujante belga Hergé y su famoso personaje Tintín.

No es de extrañar que la influencia de estos se reflejara durante años en otros historietistas europeos, y hoy precisamente le brindo un humilde homenaje a uno de esos dibujantes un tanto desconocidos (en España) pero que sí que es muy reconocido en los Países Bajos y que, además, es el más claro ejemplo de que un dibujante con un buen bagaje académico es capaz de trasladar su pluma a otros proyectos que nada tienen que ver con el papel.

Sin duda Joost Swarte es uno de esos dibujantes emblemáticos del cómic contemporáneo, es un estilo que en apariencia tiene semejanzas con Hergé y sus creaciones, y tiene lógica porque nada mejor para garantizar el éxito de personajes e historietas que parecer atractivo con modelos preexistentes. En este sentido, Swarte, que todavía vive a día de hoy, nació en 1947, no es coetáneo a Hergé y sus creaciones nacen con un desfase de un par de décadas, con Tintín siendo ya un producto plenamente consolidado.

Swarte crea algunos de sus personajes con ciertas similitudes, en cuanto a estética, a lo que ofrecía Hergé, y también a alguno de ellos lo dota de una historia de aventuras, tal vez menos sofisticada que Tintín, pero que sí permitía, como objetivo velado de muchos historietistas del siglo XX, de trasladar a los niños, aunque solo fuera con su imaginación, a latitudes que difícilmente visitaría en la realidad.

El valor diferencial de este genial dibujante neerlandés con el que imprime particularmente sus dibujos es que su base académica es la de diseñador industrial, y eso hace que en la composición de sus viñetas cobren más fuerza los personajes, por el fondo, mobiliario y paisajes que lo componen. No hace sus dibujos para construir una historia sino que sus dibujos son la propia historia, sus personajes son más creíbles, ficticiamente hablando, porque sus viñetas tienen una gran riqueza expresiva.

Ese bagaje académico es una inversión con la que Swarte nos regala la vista, es como si quisiera tornarse a diseñador de vez en cuando, si tiene que dibujar una máquina no es un objeto simple, es todo lo contrario, intenta sofisticarla, es un catálogo dibujado y a todo color de los productos de una tienda de muebles, de herramientas, de máquinas, de coches, de edificios e incluso de moda.

Sus mecanismos, cuando tiene oportunidad de dibujarlos, cobran vida, es como si fuera el boceto o prototipo de algo que puede hacerse realidad, de algo que, siguiendo sus instrucciones, podría ponerse en marcha. Desconozco qué conocimientos acerca de mecánica podría o puede tener Swarte, pero seguro que sus diseños no se quedaban en una mera ensoñación.

Y luego están sus personajes; partamos de que la lectura de sus historietas son un tanto erráticas, surrealistas, tal vez excéntricas, pero es que ciertos personajes son tan surrealistas como que son animales humanizados, perros de dos patas vestidos como humanos, o animales sin más que hablan y razonan perfectamente como tú y como yo.

No es de extrañar que alguno de sus más famosos personajes sea difícilmente definible, así está Jopo de Pojo, un joven locuelo, sin maldad, que se mete en líos sin que él realmente quiera llegar a ellos, todo fruto de dobles sentidos, equivocaciones, despistes, casualidades… Pues el icónico Jopo de Pojo es un chico que podría ser de raza negra, que podría ser un mono y que tiene un penacho que es complicado encajar también en una figura animal.

Otro de sus personajes, este sí totalmente humano, es Anton Makassar, una especie de investigador (diseñador) loco que evoca en cierta forma al profesor Bacterio (Mortadelo y Filemón) de nuestro renombrado y no suficientemente reconocido Ibáñez (necesita un premio importante en vida y no le llega).

Toneelschuur Theatre
También tenemos un interesante elemento transgresor en Swarte, con todo el grueso de su creación y su madurez en los años 70 y 80, es transmisor de una cultura centroeuropea donde no se andaban con remilgos en el sexo y la pornografía; en este sentido, sus personajes no tienen ningún pudor ni problema en aparecer desnudos (integrales) y con sus escenas de cama, sin que eso se entienda como incitación a la promiscuidad hacia el colectivo juvenil. Y es verdad, porque nada hay peor para las depravaciones (sexuales) como querer ver algo pernicioso en algo tan natural como nuestro cuerpo, esas represiones son las que han creado muchos depredadores sexuales a lo largo de nuestra historia reciente.

De Joost Swarte hay un aspecto que sobresale en cualquier biografía que veas de él, una dimensión que supera al dibujante y que apuntaba al principio; tuvo la oportunidad de diseñar y de ejecutar de verdad, puesto que diseñó el teatro Toneelschuur in Haarlem. Haarlem (Países Bajos) es una de esas ciudades, no me pregunten por qué, son razones personales, a las que me gustaría ir alguna vez y me temo que no llegaré. Su diseño es, cuanto menos, curioso y yo lo percibo como una continuación de sus historietas. También ha diseñado edificios de apartamentos.

Swarte es más, mucho más que su parcela de historietista, sus diseños abarcan un poco de todo, vidrieras, murales, afiches y carteles (que hoy son auténticos objetos de coleccionismo), naipes, alfombras, papel de regalo… Sin duda un dibujante necesario para concebir la evolución del cómic contemporáneo.

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