"EL MENTIROSO", DE MIKEL SANTIAGO

No es muy arriesgado señalar que todo el mundo tiene en su cabeza secretos que jamás ha desvelado, verdades que nunca ha contado a nadie, pequeños tesoros de la intimidad de cada uno; y no, no tiene que ser necesariamente deliberado, cada cual tiene recuerdos que no cuenta a nadie porque no son relevantes o porque no se ha dado la ocasión, pero también hay gente con secretos que no revela ni a los que más quiere, porque a lo mejor eso haría tambalear el concepto que esas personas tienen de ellos.

Álex Garaikoa tiene un recuerdo trágico, yace junto a una persona muerta en una nave industrial abandonada; tras ello su siguiente certeza es que está tumbado en la cama de un hospital con un fuerte golpe en la cabeza, tras haber tenido un accidente de coche y apenas recuerda nada de las últimas cuarenta y ocho horas, una amnesia puntual. Todo es muy confuso y él trata de buscar en su memoria qué ha ocurrido en ese tiempo y si esa persona muerta es real y lo que es más inquietante si él la ha matado.

La acción se sucede en esos intrincados paisajes de la costa vasca, con caminos laberínticos, senderos cortantes e inestables y clima apocalíptico, con el aditivo de un escenario de decadencia postindustrial y en el que las personas que aparecen en la historia puede que estén aparentando lo que no son.

La Ertzaintza duda del relato de Álex, básicamente porque el golpe que tiene en la cabeza no fue del accidente y porque la amnesia es una excusa que no parece sostenerse con solidez. Pero es real, eso lo sabe el lector, es el único que lo sabe con certeza, Álex no miente ahí. Y Álex va a comprobar que efectivamente en esa nave industrial, que le es conocida, continúa el cuerpo sin vida de una persona que no conoce, y al lado una piedra, ¿fue él?

En esa duda terrible que lo aprisiona Álex debe inventarse un relato, un relato que apacigüe a las fuerzas policiales pero también a su novia Erin y a su familia; Álex vive en lo alto de un monte cercano a la costa junto a su abuelo Jon, un recio exmarino vasco que comienza a tener indicios serios de demencia y Dana, una ucraniana contratada, chica para todo, y que es casi de la familia.

Nuestro protagonista se va a convertir en un mentiroso en esta huida hacia adelante para tapar los huecos de su memoria desconectada durante un par de jornadas, tendrá que hacerse con una historia creíble y salvaguardar el secreto de una especie de doble vida que solo conoce él.

Álex es un joven díscolo de unos 27 años que tras una adolescencia problemática con la referencia exclusiva de su madre y un padre al que jamás conoció, vivió unos años en Países Bajos donde aprendió el oficio de jardinero, al que se dedica oficialmente, pero también a trapichear con drogas. De hecho se convirtió a la fuerza en traficante de sustancias ilegales (kamagra, una especie de Viagra más barata, procedente de India no comercializada en España y mildronates, pastillas para la mejora en el rendimiento deportivo), con objeto de pagar años atrás un tratamiento para curar el cáncer de su madre en Houston, sin éxito; ahora está pagando la enorme deuda que contrajo.

Esa es su gran mentira, de hecho, la nave donde está el muerto es el escondite que utiliza para almacenar el género, y es el lugar al que tendrá que volver para intentar borrar las huellas que podrían inculparlo en el homicidio de ese anónimo, mientras va colocando las piezas del puzle en su cabeza.

Como se suele decir todo es susceptible de empeorar y a Álex le crecen los problemas y le falta tiempo para aclarar las numerosas dudas que tiene y sus lagunas mentales. Erin se enfada con él, su abuelo empeora, lo que va descubriendo lo intimida (estuvo en una fiesta horas antes del homicidio y posterior accidente con su furgoneta).

Ya se conoce quién es el finado, se trata de Félix Arkarazo, un escritor de la zona, célebre por haber escrito una novela en la que saca a relucir bastantes trapos sucios de su comunidad cambiando nombres, pero dejando un poso notablemente polvoriento entre sus vecinos.

Cuando ya tienes todas las piezas de este rompecabezas en la mesa es cuando comienza a tomar forma de novela de suspense, ese thriller que poco a poco va tomando dinamismo y de la mitad del relato hasta el final coge un ritmo frenético y en apenas unas horas se desenlaza.

Y es cuando también te vas dando cuenta de que «El mentiroso» es un título que es una mentira en sí, es un truco diría yo del propio autor, porque vas percibiendo que el que más y el que menos también miente, nadie es de fiar, a lo mejor Álex miente por un buen fin o es patológico, pero otros mienten por su seguridad y algunos para hacer daño.

Entonces caes en que por un lado tienes mentiras, pero curiosamente también hay sexo y cintas de vídeo, emulando al célebre título de aquella película de finales de los años 80, más célebre por el título que por su contenido; es cuando aprecias que la trama tiene tintes telenovelísticos, huellas de culebrones pasados donde hay múltiples líos de cama y donde los enredos paternofiliales salen a la luz tras eternos años de ostracismo.

Álex luchará por llevar su diseñada mentira hasta el final, hasta encontrar la verdad, otros sabrán la verdad y se empeñarán en hacer creer al protagonista que vive una falsa realidad. Se trata de una lucha entre mentiras y verdades.

Y al final el desenlace, aun rebuscado, es genial, es muy sesudo, redondo, sin fisuras, y frenético, en un final digno de una película de acción, lo que hace que la última parte del libro tengas la necesidad de bebértela en un solo trago.

Por último, y aunque sea mera curiosidad los apellidos o nombres de lugares en euskera van sin tilde, y es que este idioma normativa y fonológicamente no tiene acentos en las palabras, todas las sílabas tienen la misma fuerza; para un castellanoparlante puede ser un tanto complejo buscar esa acentuación, pero sería algo así como hacer una parada minúscula entre sílaba y sílaba y darle a cada una el mimo valor fónico.

Mikel Santiago lleva a cabo un trabajo digno de elogio, bien diseñado, bien asesorado para no dejar ningún cabo suelto, y nos regala un entretenido producto que bien podría convertirse en película o miniserie cualquier día de estos.

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