"CUATRO AMIGOS", DE DAVID TRUEBA

Vuelvo atrás en el tiempo de vez en cuando y por no sé muy bien qué razón tenía aparcado el archivo de este libro, desconozco si no le había metido mano hasta ahora porque me imaginaba que una novela escrita en 1999 a lo mejor podía seguir esperando turno porque tampoco sería muy atractiva.

El caso es que teniéndola en archivo es seguro que leí alguna crítica interesante y yo pillé onda, lo que no me imaginaba desde que empiezas a leer es que literalmente iba a ser un «panzón» de reír, y es de las obras más graciosas que he leído últimamente.

Por eso me sorprende más que no sea una novela tremendamente famosa y que tampoco, por su propia estructura, no haya pasado de ahí, de ser novela, porque es perfectamente un guion de cine que se podría haber llevado a la gran pantalla con éxito asegurado; máxime cuando su autor, David Trueba, ha ejercido y ejerce como director de cine.

Mientras uno va leyendo el libro se va identificando con los personajes y sus aventuras, casi diría sus chaladuras. El argumento inicial es simple, cuatro amigos que pillan una furgoneta y que se van a pasar las vacaciones juntos sin ningún lugar definido, adonde les lleve el destino y con un presupuesto limitado.

Es, como digo, lógico rememorar que en época juvenil o semiadulta alguna que otra escapada protagonicé y aunque tienes buenos recuerdos e hicimos alguna que otra trastadilla, desde luego no es nada comparable con lo que les ocurre a estos cuatro personajes. A mí me ha gustado más si cabe por esa identificación temporal, dado que la novela es de finales de los 90 y ahí uno estaba todavía en la cresta de la ola, lástima no haber conocido este libro antes.

Estos personajes abordan una especie de viaje final, tal vez el último de sus vidas que afrontan con el rol de jóvenes adultos para pasar a ser una especie de adultos con responsabilidades. En realidad, ya tienen responsabilidades pero se debaten, cada uno de ellos, entre su futuro anodino e inerme y el continuar siendo como creen que son, buscando ser eternamente jóvenes, eternamente libres y eternamente no sujetos a nada y a nadie. Pero es inevitable que esta ecuación no se termina cumpliendo y la edad pone a cada uno en su sitio y aunque te quieras revelar, la sociedad y el devenir de nuestra civilización hace que esa responsabilidad se incremente a medida que cumples años, hasta el momento futuro en que declinas esta tendencia, cuando ya no eres físicamente activo o profesionalmente necesario.

Solo, ese es su apodo, toda una declaración de intenciones, es el narrador, un tipo irreverente, polémico, aprendiz de periodista porque sus doctos padres, que pertenecen a esa profesión lo han querido así. Ahora lucha por ser él mismo y librarse de un trabajo que lo atenaza y que no desea, pero antes tendrá que solucionar el gran problema de su vida, cómo reconciliarse con su antigua novia, el amor de su vida, que encima se va a casar de forma inminente.

Junto a él están Blas, gordo, filólogo, soñador, buenista, cree en el amor para toda la vida, en que es posible conquistar a las chicas por la forma de ser y no por su físico, fracasa totalmente porque sus amigos son diametralmente opuestos a él, y convierten su cuento de hadas en un sainete de carretera.

Raúl es un salido, un depravadillo sexual, que ha abandonado su tendencia a las primeras de cambio, no creía en el amor, pero Elena, su esposa, lo ha pillado bien pillado y ahora tienen gemelos y una vida en pareja que ya no se puede eludir.

Finalmente está Claudio, el guaperas del grupo, el conquistador, su sueño es ese, el de poder estar con el máximo número posible de mujeres sin mirar al futuro.

Con estos mimbres comienzan los cuatro amigos un viaje sin mapa y con un calendario surrealista, en el que esa falta asumida de planificación los lleva a hacer gamberradas y gansadas de todo tipo, mientras se dan una vuelta por media España, desde Madrid, pasando por Castilla-La Mancha, Valencia, Aragón, La Rioja, para terminar finalmente en Lugo, en la boda de la antigua novia de Solo, llegando nuestros cuatro personajes con las imaginables pintas playeras en gloria, en una limusina lujosísima.

Por todo ese itinerario canalla y divertido aparecen personajes a cual más surrealista, una supuesta novia de Blas, una prostituta ucraniana, una propietaria de hotel con más tiros pegados que la pistola de Lucky Luke...

Y, por supuesto, el discurrir de los días no puede ser más hilarante, propio de unos jóvenes a los que el alcohol les puede y hace que sus historias se tornen en insólitas, como puede que nos haya pasado a alguno de nosotros en ciertas ocasiones, porque todos hemos sido jóvenes, y hemos tenido momentos épicos.

En ese fin de fiesta los fuegos de artificio están servidos, porque Solo acude con el cometido oficial de asistir a la boda de la que fue su novia y hoy es supuestamente su amiga, porque esas cosas se llevan, pero la misión extraoficial es llevar a cabo un último intento por recuperar el amor de su vida.

Solo protagonizará su última reflexión y un intento desesperado por ser adulto con quien quiere, pero… Y es que al final ocurre eso, los personajes, entre locura y locura, tienen un tiempo para lamentarse de la vida que llevan, se ponen serios, tal vez sea el momento de cambiar, de quitarse el bañador y las zapatillas, y comenzar a ser adultos, pero no, en esta novela no les dará tiempo.

Pues nada, risas a borbotones para dibujar un verano en el que a veces no encuentras espacio para evadirte y hacer lo que te apetecería o lo que planificas. A lo mejor es que a mí también me gustaría montarme en la furgoneta de estos cuatro amigos y no saber lo que va a pasar al día siguiente, y ser un poco canalla.

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