EXTRAS, EXPLORANDO LAS GENIALIDADES PRETÉRITAS DE RICKY GERVAIS

Puedo afirmar sin temor a equivocarme que Ricky Gervais ha sido mi descubrimiento televisivo de este año 2021 al que ya le vamos viendo su fin, y no es que Ricky sea un personaje nuevo, pero es que en el universo inacabable de la pequeña pantalla y elevado a una potencia superior con las plataformas de nuevo cuño, expansión y éxito, puede que lo actual, incluso lo popular, no te deje ver el bosque de la realidad, y a veces, hay productos muy buenos que por una circunstancia o por otra uno no ha podido tener conciencia de ellos hasta ahora.

Ya vi a Ricky Gervais en «Derek» y lo he estado siguiendo en la más reciente «After Life», cuando visioné «Derek» me quedé sin palabras porque era de las mejores miniseries que había visto en mi vida, llena de sensibilidad y de humor inteligente, amén de que te hacía reflexionar sobre los problemas trascendentes de este mundo.

Decidí entonces ir hacia atrás con este actor y director, en una especie de redescubrimiento en contra del tiempo, como una manera de inspeccionar cómo se forjó el personaje que es hoy, y lo cierto es que nada decepciona en todo lo que voy viendo de él.

Así que me dispuse a ver esta producción de la BBC, que comenzó a emitirse en 2005, con el título «Extras»; aquí Ricky Gervais es Andy Millman, un extra (no extra de papeles arriesgados sino esos que rellenan escenas) de cine y de teatro con poco éxito y cuya aspiración es la de intentar hacer carrera en ese difícil mundo. Siempre irá acompañado de su inseparable amiga Maggie (Ashley Jensen) que es, en esencia, una perdedora como él.

La serie tiene la curiosidad o casi la especialidad de que en cada episodio sale haciendo un papel o papelito un personaje famoso generalmente del cine o la televisión, aunque también de la música. Estos personajes se prestan a hacer unos papeles en los que se les ridiculiza porque suelen representar lo que obviamente no son, unos salidos, malas personas, insensibles, superficiales y que odian a ese gran público que los ama. Especialmente llamativo es el episodio en el que aparece Daniel Radcliffe, el actor de Harry Potter, interpretando a un joven chico necesitado de sexo, alcohol y drogas, pero dominado por su madre.

Se trata de una serie pequeñita de dos temporadas, seis capítulos por cada una de ellas, más uno final, una especie de especial navideño, con una duración correcta de media hora cada uno, salvo el especial que duró ochenta minutos.

En la primera temporada Andy intenta hacerse ese sitio atrayendo la atención de los personajes famosos, dándoselas de que él es mucho más actor que un simple extra, no obstante, está constantemente metiendo la pata con desafortunados comentarios o acciones simples que generan consecuencias imprevisibles. Tampoco colabora Maggie, esa mejor amiga, que también suele estropear sus planes, porque es tan buena y sensible como simploncilla.

En esa temporada se advierte una estrategia de Ricky como agitador de conciencias puesto que aunque la serie tiene ese carácter cómico y jocoso, hay un trasfondo en el que el propio Andy Millman asume el máximo nivel de ridículo para subrayar los prejuicios que tiene la sociedad en temas tan candentes como la homosexualidad, las minusvalías, el hambre en el mundo…

La segunda temporada es casi mejor que la primera en cuanto a nivel de los gags, y porque si la primera era puramente de enredo, al más clásico estilo británico, esta segunda entrega se supera porque es más hilarante.

Si la primera explotaba la necesidad de Andy de ser alguien, en esta segunda podemos decir que le llega el éxito, en la misma Andy ya ha conseguido lo que quería, había escrito un guion para una comedia de enredo en la BBC y consigue vender el producto. En realidad consigue vender el producto a medias, porque se verá atrapado por las redes de las productoras y lo que pretendía ser una serie cómica inteligente se convierte, casi se transforma, en otra cosa, un típico producto de televisión chabacano y de chiste fácil, donde Andy aparece como un personaje ridículo con peluca rizada y gesto de bobo repitiendo compulsivamente la coletilla «¿Te estás riendo de mí? Se está riendo de mí». Por cierto el título de esa serie ficticia de machaconas risas enlatadas es «Cuando suena el silbato».

En esta segunda temporada tiene mayor presencia su representante y también coautor y codirector de la serie en la realidad Stephen Merchant, que aquí interpreta a Darren, el representante de Andy, un tipo simplón hasta el extremo, con escasos recursos y de gestos tan cómicos que cada vez que aparece en la pantalla casi te ríes. Lleva la representación de Andy a duras penas, porque no es un genio ni mucho menos.

Andy está haciendo lo que no quiere, es su idea pero no se proyecta en la pequeña pantalla como a él le gustaría, lo que le produce una manifiesta frustración, pero tiene que entrar por el aro. Y ello porque aunque la crítica evidencia lo que él ya sabe, que es un producto malo, a la gente de la calle le gusta y Andy comenzará a ganar dinero y a obtener fama.

Andy caerá en el mismo error de esos personajes famosos a los que ridiculiza a lo largo de la serie, que se vuelve más frívolo, más insensible, más odioso hacia el gran público. Aunque intentará salir de ese bucle de una serie creada por él y que no se hace como él quiere, buscando otros papeles, todo lo que va haciendo es un fiasco, al final incluso tiene que rebajarse, y en ese episodio final especial de Navidad accede a entrar en la casa de Gran Hermano, como un modo artificial para explotar su fama.

En toda esta segunda temporada se va haciendo un poco más miserable, y lo que es peor, se va separando de su inseparable amiga Maggie, que sí que es simploncilla, pero es una persona íntegra en la que siempre puede confiar. La fama de Andy se solapa con el declive de Maggie, que ya no obtiene papeles de extra y ahora se tiene que dedicar a la limpieza doméstica.

En el fondo de todo Andy es capaz de reflexionar y, tras su afán por ser una celebridad, hay un momento en que sabe lo que es trascendente y puede resarcirse.

En definitiva, una brillante serie británica de comedia, que no es la típica serie británica de comedia, es mucho más inteligente, más reflexiva, con un tipo de enredo que no es el común o habitual, y es que Ricky Gervais y, en este caso, acompañado por Stephen Merchant son capaces de sacar oro en torno a temas mundanos.

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