LA HIPOCRESÍA DE UNA SOCIEDAD QUE NO QUIERE VER LA REALIDAD (MARIHUANA, PROSTITUCIÓN, CONSUMO DE CARNE...)

Una de las actitudes que peor lleva el ser humano a lo largo de su vida es la coherencia, tiene su lógica, a lo largo de nuestras vidas sufrimos numerosas mutaciones en nuestro pensamiento, en nuestro bagaje, el día a día nos va moldeando, aunque tenemos una base, sobre ella construimos un modo de ver la vida que está sujeto a variaciones, a veces radicales.

En este aspecto las opiniones son las que más sufren y gracias a que hoy casi todo lo que es público queda reflejado en algún sitio es muy probable que cualquier personaje público pueda darse de bruces con su pasado y con su realidad y evidentes contradicciones entre ambas, habemus maldita hemeroteca.

No obstante, ese no sería el problema más grave como sociedad, ya hemos visto que algunas de esas personas que están en el ojo del huracán tienen unas enormes tragaderas y no les importa que los pongan tibios por aquello que dijeron y ahora ya no son de esa opinión. Uno de los problemas más deleznables de la sociedad en que vivimos es que es profundamente hipócrita, que es como elevar la incoherencia a un grado sumo.

Estamos en una sociedad donde percibimos como normales determinadas expresiones que son ilegales. Esto viene a cuento porque esta semana ha empezado a sonar una vieja reivindicación relativa a la legalización del consumo de marihuana, porque ya sabemos que es una realidad cercana y que si cualquiera quisiera comprar podría hacerlo prácticamente descolgando el teléfono.

La cuestión es ¿y por qué no? No tengo una conciencia política al respecto, o lo que es lo mismo, que me da igual que partido haya movido esto y si es oportuno o no, achacándose que tenemos problemas más importantes de los que preocuparnos en la actualidad, una crisis sanitaria y económica, el precio de la electricidad por los aires y un volcán que nos acongoja. Es un problema que tenemos ahí y alguna vez hay que intentar darle una solución.

Es manifiestamente hipócrita que no queramos ver que el consumo de marihuana está implantado en nuestra sociedad, como lo es la prostitución desde que el mundo es mundo y aquí en España no la tengamos regulada en condiciones, es decir, que los burdeles no existen, son bares de carretera y las señoritas del alterne no son tales sino camareras (libres).

Es un debate, el de las drogas, que yo llevo escuchando desde que era pequeño, defensores y detractores; estos últimos defienden que la legalización no hará más que impulsar su consumo en personas que jamás lo habrían probado si no se llegara a tal extremo, y creo sinceramente que no se puede ser más groseramente hipócrita, sobre todo en una sociedad donde somos lo bastante maduros para tomar decisiones vitales sin atender al grado de permisividad; el alcohol es una droga legal y no ves a todo el mundo borracho por las calles.

Lo peor que podemos hacer es mirar para otro sitio, porque mientras hacemos eso, aun a riesgo de comprar el discurso de los detractores (el de que se incrementará el consumo en la sociedad y la gente enganchada) es que con la legalización de la marihuana podríamos controlar el consumo, arrinconar a las mafias, normalizar supermercados de la droga ubicados en suburbios de grandes ciudades y muy seguramente el Estado se beneficiaría económicamente de esos impuestos, que tendrían que ser altos. La marihuana no es buena pero por el hecho de que lo digamos no vamos a impedir que se consuma, así que el que quiera hacerlo que lo pague y bien, como hace ahora, en un establecimiento legal y además con la confianza de que lo que se va a fumar tiene los debidos controles sanitarios.

La hipocresía, como decía, se extiende eternamente a la prostitución, es un debate que tarde o temprano se tendrá que abordar en España, hay países más avanzados que el nuestro donde están una o varias fases más adelantados que nosotros, casi hasta la legalización completa. Que sea legal no quiere decir que sea inmoral o aberrante, me lo parece y mucho, es evidente que jamás he utilizado estos servicios y jamás lo haré, pero es un debate irresoluble, existe desde que el humano habita este planeta y continuará eternamente porque somos imperfectos. Es evidente que también solucionaríamos del tirón toda la problemática que se genera en torno al turbio mundo de la prostitución, acabaríamos con la trata de seres humanos, cercenaríamos las mafias, aislaríamos a los proxenetas, y estas trabajadoras (y algunos trabajadores) tendrían un convenio colectivo acorde con su trabajo y todas las garantías para ejercerlo de una manera segura.

También saltó a la palestra este pasado verano el ministro de consumo Alberto Garzón que señaló que habría que reducir el consumo de carne en nuestra sociedad, entre otros aspectos, para que tuviera una mejor salud, amén de los inconvenientes medioambientales que suponen las masivas explotaciones ganaderas que tenemos en nuestro país y en el mundo occidental. No dijo que se dejara de consumir sino que apeló a su reducción, y nada hay peor que el reduccionismo, y le dieron palos por todos lados, desde los sectores ganaderos, partidos de derecha, medios de comunicación afines…, pero es que lleva razón, vivimos en una sociedad que no se alimenta de una manera sana y los problemas de obesidad, sobrepeso, malos hábitos alimentarios es como una enfermedad invisible que no nos mata como el COVID, de repente, sino que lo hace poco a poco, y no es muy agradable llegar a tus últimos años con mala calidad de vida, al margen del coste sanitario que conlleva tantas personas que acuden a hospitales por las consecuencias en su organismo (corazón, riñones, estómago, pulmones…) de toda una vida comiendo mal.

Por contradictorio que pueda parecer las sociedades avanzan a mejor en cuanto a derechos y libertades, aunque a veces los populismos nos quieran desviar del camino, pero tenemos que ver la realidad sin hipocresía, dentro de veinte años tendremos otros debates y es posible que hayamos superado estos. Los toros tendrán que desaparecer, y eso que yo fui a corridas de joven, pero ahora, en una clara demostración de incoherencia, estoy en contra de ellas y de cualquier maltrato animal.

Una sociedad será más justa cuanto menos incoherente e hipócrita sea, no será un recorrido sencillo pero al final del mismo el éxito está asegurado.

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