CIVIL TWILIGHT, EL GRUPO QUE EMERGIÓ DESDE SUDÁFRICA PARA EXPLOTAR EN EL UNIVERSO DE LA MÚSICA INDIE

No oculto que a veces me he encasillado demasiado en cuanto a mis preferencias musicales en la música New Age y últimamente me está llamando un tanto eso de la música indie (independiente) o, de algún modo, alternativa.

Ya por el mero hecho de ser alternativa lo que te evoca es que no suele ser música muy comercial y puede ser por diversas razones, porque no tiene estribillos pegadizos, los estilos no son corrientes, sus intérpretes quieren tener su propio público y huyen del público borreguil, intentan innovar, tienen algo de vanguardia.

No soy público borreguil pero tampoco soy ni tan siquiera un iniciado de la música indie, pero más o menos se puede detectar cuándo estás oyendo a un grupo que se ubica en esta etiqueta; no voy a decir que sea fácil, pero que no lo hayas escuchado en las radiofórmulas, que uno tiene que escuchar medio obligadamente porque tengo algún joven acompañándome en el coche, ya te da pistas del perfil.

De momento la escuchas en algún anuncio, programa de televisión, serie…, y ahora tenemos herramientas en los móviles tan fantásticas y tan rápidas que te dicen en un santiamén de qué canción y grupo se trata.

Capté a Civil Twilight en una de esas búsquedas caprichosas creo que escuchando un tema en una serie relativamente conocida de las varias que visiono a la vez. El tema en concreto, «Letters from the sky», me pareció de una sensibilidad y belleza que me hizo desconectar por un momento del mundanal ruido. Dentro de esa impresión inicial que me causó la canción luego pude apreciar que el tema no era nada sofisticado, si se quiere simple, una letra bien elaborada, con mensaje, una voz aterciopelada y no muchos instrumentos; y lo que es más importante, la voz tiene preeminencia con respecto a la música, y es una lección que no se aprende sobre todo en los grupos que empiezan, que rellenan de mucho fondo musical sus temas, de tal modo que la voz apenas se oye y tienes que hacer un ejercicio detectivesco para intentar averiguar qué está diciendo la letra. Así que la primera impresión de este grupo era algo así como belleza en la simpleza, o lo que es lo mismo, que para construir algo maravillosamente armónico y atrayente no es tampoco necesario hacer un producto muy elaborado.

De primeras más allá de su sello «independiente», teóricamente sinónimo de «voy a mi bola» y no me ubico en un estilo musical concreto, este grupo que, ya adelanto, es sudafricano, se puede decir que es fronterizo con el pop, el rock y más exactamente con el pop acústico o lo que algunos también denominan el piano pop-rock.

La historia de Civil Twilight es inspiradora, de esas que te reconcilian con el mundo, porque en sus inicios, imagino que como tantos y tantos grupos en este mundo eran nadie, pero más nadie aun si consideramos que lo que nos llega de países tan alejados como Sudáfrica es casi nada, como si allí no se hiciera no ya buena música, sino simplemente música.

Empezaron tocando en garajes como ese típico grupito de jóvenes que hace sus primeros pinitos en la música; eran inicialmente un trío, los hermanos Steven y Andrew McKellar y su compañero de instituto Richard Wouters. Fueron experimentando y pasaron a tocar en garitos (salas de conciertos, bares, clubes) de su lugar de origen, la magnífica urbe de Ciudad del Cabo; se puede decir que nacieron en 1995 y se tiraron unos diez años siendo una típica banda local, pero abanderando la música indie de esas latitudes, y eso no pasó desapercibido a los «cazatalentos» de esta música, que saben que hay un público y que Civil Twilight era todo un diamante por tallar.

Esta década de auténtica travesía por el desierto casi me evoca una atracción un tanto romanticista hacia este grupo, me los imagino tratando de vender sus trabajos, tratando de venderse ellos, vagando por aquí y por allá para hacerse un sitio…, y al final les llegó la gran oportunidad.

Así que en 2005 dan el salto a Estados Unidos y se instalan en Nashville la capital de estado de Tennessee y no se me ocurre estado más musiquero, ese donde se crio Elvis Presley, y se me antoja que Nashville es esa ciudad media estadounidense, no una gran urbe, pero lo suficientemente grande como para que uno se vaya haciendo un nombre y se propague su estela.

En 2007 publicarán su primer disco con cierta oficialidad y en esa meca de las oportunidades musicales como es Estados Unidos. El disco se llamaba Human y aunque pasó inicialmente desapercibido, algunos montadores de televisión tomaron temas para unas cuantas series, y curiosamente es por ahí por donde se han ganado cierta fama, digamos que por la puerta de atrás.

Hay que decir que al proyecto musical se le unió el compositor y multiinstrumentista Kevin Dailey que le dio un enfoque algo más electrónico a la banda.

A ese primer disco siguieron otros muy interesantes, el de 2009 con el homónimo título de Civil Twilight y después vendrían dos más, el último en 2015, todos con cierta deriva a que sus temas recalen en series televisivas.

Lo sorprendente es que no han sido nada prolíficos y que haga ya seis años que no publican nada, yo imagino que han estado muy liados con conciertos y promociones, ya que sus cuatro discos dieron para mucho, así que sospecho que tienen preparado algo para dentro de muy poco, y bosquejo que en este tiempo de pandemia han estado trabajando en la sombra para volver a despegar en nada.

Pues nada, una bocanada de aire fresco con una música bella, directa al corazón, sincera, potente; para una muestra me quedo con este Letters from the sky extraído de su álbum de 2009 titulado, como he comentado, como el mismo grupo, que en español sería Crepúsculo civil, en una interpretación libre una especie de crepúsculo cotidiano o mundano.

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