"EL LUNES NOS QUERRÁN", DE NAJAT EL HACHMI

Mira que leo libros y a veces tengo la sensación (irreal) de que ya todo está escrito, de que como la música, también una mentira que mi mente trata de imponerme de vez en vez, ya casi todo está inventado; pero la fortuna y la magia de la literatura hacen que en cada novela te sigas sorprendiendo con detalles, con historias apasionantes, innovadoras, aspectos de la cotidianidad que a veces te preguntas que por qué no se habían escrito antes.

Najat El Hachmi llegó a España junto con su familia cuando tenía ocho años y en este relato «El lunes nos querrán» parece ofrecernos una historia inventada en la que no dudo que haya ciertas vivencias reales.

La gran sorpresa de esta novela, amén de que es el Premio Nadal de este 2021, es que es una propuesta un tanto arriesgada y no porque no llegue al gran público, porque el argumento es avasallador y sumamente adictivo en su secuencia, sino que esta escritora de evidente origen árabe dirige auténticos misiles sin reserva alguna a la línea de flotación de la cultura musulmana, de su cultura. Eso no será todo aunque será el punto de partida principal.

La protagonista es una joven árabe, magrebí, que vive en la periferia de Barcelona, en un barrio típico de inmigrantes, una de esa especie de guetos que tenemos en España, que decimos que no somos racistas, que decimos que no existen esos guetos, pero en la realidad en casi cada ciudad hay más o menos un gueto, para tenerlos quitados del medio, que esa es la realidad y no otra, la que quieren las autoridades soslayadamente y la que la ciudadanía no critica jamás.

Es una joven atípica, tiene inquietudes, es una buena estudiante, le encanta leer, le encanta escribir y más que probablemente su elevado nivel cultural esculpido con perseverancia es lo que le ayuda a tener un pensamiento crítico sobre todo lo que percibe.

Conocerá a otra joven, también árabe, que parece haber roto barreras del todo con su cultura, básicamente intenta ser una chica occidental con los gustos y vivencias de una chica normal de su edad en nuestro país; algo que no es baladí, por ser una chica normal se sitúa en un margen de profunda transgresión.

Nuestra protagonista pone de relieve que cuanto más se acerca a su amiga más problemas se generan en su hogar. Revive cómo su religión le obliga a hacer cosas que ella no quiere, a taparse, a asumir el machismo, ciertas vejaciones y ni tan siquiera recibe el apoyo o el calor en su faceta estudiantil, algo de lo que ella se siente más que orgullosa. A todo esto su padre es estricto y su madre está alienada, aunque esta intentará mantener un equilibrio difícil entre el afecto hacia su hija y la sumisión a su marido.

¿Y por qué el lunes nos querrán? En realidad es un juego de palabras, es aquello de que un día corriente, un día cualquiera, todo podría ser normal y no lo es, es el día en que será querida por los suyos pero también por los ajenos, un día que probablemente no llega, por eso es futuro, pero incierto.

Najat no deja títere con cabeza y en la evolución de su personaje principal, donde no dudo que haya rasgos de ella misma, pasa por esos problemas existenciales de no sentirse identificada con una cultura que trata de aislar a la mujer, que está en cierta manera limitada, reprimida e invisibilizada; no obstante, a medida que va evolucionando su personaje y creciendo, continuará ligada a su cultura con un hilo que no quiere romper pero que se verá obligada a hacerlo. En ese ínterin la autora subrayará el peligro del integrismo, de cómo los hombres se vuelven más viscerales y radicales, un extremismo que ella reivindica que no hace bien a su cultura.

Pero aquí no acabará todo, intentando integrarse en la cultura occidental, lo de «integrarse» es una manera de expresar que ella lo que quiere hacer es vivir, tan simple como eso, una vida; esa sociedad occidental, la española, le irá poniendo trabas. Que sí, que no somos racistas, pero tenemos esos guetos; que todos somos iguales, pero a ella no le permitirán trabajar para lo que vale por su nivel de estudios (llegará a estudiar una carrera universitaria), teniendo que obligarse a trabajar de limpiadora; que tampoco podrá alquilar un piso donde los nacionales porque ella es oscura de piel…; tantos y tantos detalles que degradan a la persona por el simple hecho de su origen. El maldito racismo que ha contaminado la humanidad y que nunca superaremos hasta que seamos capaces de mirar el corazón antes que la piel.

No tendrá suerte la protagonista porque si mal le han ido las cosas con los hombres de su raza, al final también se llevará el chasco con un chico español, al final este sacará su vena machista, y eso no entiende de razas, eso es una condición de la persona y algunos hombres son incapaces de superar esto por el simple hecho de haber nacido hombres.

En esa huida hacia adelante junto con su amiga intentarán ir flanqueando las dificultades que el día a día les va poniendo por medio, no pocas; y al final se convertirá toda la novela en un grito sordo acerca de la integración, del choque de culturas y, en cierto modo, del amor.

Najat El Hachmi construye un relato perfecto, meticulosamente bien escrito, y además por el hecho de que no adquirió nuestra lengua desde la cuna, hay que destacar que tiene un estilo muy cuidado, no utiliza lenguaje barroco porque no hace falta y porque su narración no lo pide. Y, sin duda, lo mejor de todo, es que ha sido capaz de revelar en una novela las vivencias de su cultura, siendo crítica hasta la saciedad, y eso es en cierto modo arriesgado, pero en este caso, con un resultado brillante.

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