SUEÑO CUMPLIDO: VER A LA SELECCIÓN ESPAÑOLA DE FÚTBOL EN ESPAÑA

En la libertad de cátedra que ejerzo cada fin de semana en esta bitácora mía, de vez en cuando reafirmo el porqué la creé, la bitácora, no la libertad de cátedra; primero porque me gusta escribir y quiero expresar y divulgar aquellas aficiones mías que humildemente pueden interesar a alguien, pero no muy alejada de esta premisa principal y primitiva, también me sirve de memoria, de recuerdo escrito de lo que he visto, escuchado, vivido…

Pues hace una semana probablemente tendría preparada una entrada distinta a esta pero un acontecimiento relevante ha trastocado mi nunca planificada dosis semanal periodístico-literario-documental.

Vayamos entrando en materia, asistí en directo el pasado domingo en el estadio de La Cartuja al triunfo de España contra Suecia y la clasificación directa para el Mundial de fútbol de Catar del próximo 2022.

Aquel día en Sevilla fue pleno de experiencias muy vivas las que iba almacenando, pero para ser sincero no tenía previsto plasmar esto en el blog, se quedaban para mi recuerdo privado; no obstante, dado que últimamente en mi vida tengo una impresionante realidad onírica paralela, o sea, que casi sueño todos los días, pues un sueño levísimo me inspiró. Mis sueños son muy vívidos, como no puede ser de otro modo, y suelen reproducir de forma surrealista acontecimientos que me han sucedido durante el día. Tengo «tanto control» sobre mis sueños que creo que hasta puedo controlarlos. Es una facilidad tal que a veces sueño en siestas mínimas, incluso en cabezadas que uno da en los lugares más insospechados. Me pasó que a la vuelta del autobús a casa tras el partido me costaba trabajo dormir en el asiento, por la incomodidad, y me salió una crónica del partido entre onírica y real, porque me pareció tan fantasma y canalla a la vez que me dije que tampoco estaba mal si en este blog al más puro estilo Sinatra «a mi manera», pues la trasladaba, para acordarme en el futuro de esa crónica medio surrealista medio cachonda, así como algunas reflexiones que hice ese domingo histórico en Sevilla.

Aunque parezca increíble jamás había visto a la selección española jugar en España, sí que la había visto en el Mundial de Estados Unidos en 1994, soy así de especial. Tampoco he visto ningún partido de primera división, aunque sí que vi al Real Madrid en el Bernabéu en un partido de la Liga de campeones hace una pila de años, jugaba Valdano todavía, y sí que me gustaría cumplir ese deseo.

Es verdad que con el tiempo me he vuelto menos futbolero y más de deportes minoritarios, pero igual paso más de los grandes clubes y me motiva más un partido de segunda división y sobre todo aún sigo siendo fiel al fútbol de selecciones, el haber sido campeones del mundo me congració con la selección española con la que sufrí mucho de joven y de la que estuve a punto de borrarme.

Aquel domingo sevillano de mediados de noviembre nos recibió con un clima espléndido, llegamos a temperaturas de 25 grados y luego en el estadio se estaba bien con camisa y jersey. Los suecos que se veían por las calles imagino que no es que pensaron que se habían transportado a otro país, sino a otro mundo; es impensable para un escandinavo disfrutar de algo así en latitudes septentrionales en esta época del año, donde seguro que muchos ya caminan por nieve a diario. A esto hay que unir el ambiente más caluroso si cabe, una Sevilla cálida, acogedora, bella, amable, antigua y moderna a la vez. Y también que es andaluza y multicultural, antagónico pero real.

La elección de Sevilla como sede más o menos permanente de la selección española no es cuestión baladí. Es importante disponer de un icono y un imán para la afición. Valencia lo fue hace años, también Madrid y durante bastante tiempo ha sido Sevilla, ahora parece que vuelve y especialmente para un partido decisivo como el que tocaba parecía obligatorio y no hacer probaturas.

Es evidente que Sevilla aglutina muchos aspectos que suman, el sur es más poblado que el norte y el rango de influencia poblacional es muy amplio; ni que decir tiene que no hay dudas acerca de la españolidad del sur de España, a los extremeños, andaluces, castellanomanchegos, murcianos... les viene muy bien ir a Sevilla y desplegar las banderas españolas con orgullo.

Después de una media jornada paseando por Sevilla y avituallándonos, tocó prepararse para el partido, no sin antes pasarnos por Torre Sevilla, edificio que alberga un hotel de cinco estrellas donde se alojaba la selección y que estaba previsto que saliera una hora y tres cuartos antes del partido. No me enteré mucho de esta jugada porque si lo sé la hubiera obviado, la hubiera regateado. Un aluvión de gente esperando a esa salida mucho antes de esa hora prevista se apostaba en el escaso trayecto del edificio al autobús, delimitado todo con vallas y policías controlando; a la hora de la verdad ni yo vi prácticamente nada y si hubiera visto es que todo el mundo va lógicamente con mascarillas y apenas se reconocía a los jugadores.

Precisamente reflexionaba con un conocido mientras esperábamos a no sabemos qué en que los futbolistas de este nivel viven en una burbuja, tal vez a su pesar, tienen que acostumbrarse a ser estrellas y a veces imagino que no es fácil sobrellevar la fama, el dinero (muchos son multimillonarios o se convierten en ello muy rápido) y no sé si eso afecta al rendimiento, a algunos seguro que sí.

A todo esto también habría qué preguntarse si yo conozco a los jugadores, en el autobús de ida comentábamos el montón de jugadores que Luis Enrique ha hecho debutar y que cada vez que las cámaras enfocan a los titulares cuando el himno, es imposible que yo y muchos reconozcamos a alguno de ellos.

Luis Enrique no es santo de mi devoción en el aspecto personal, es un tanto soberbio, tal vez como dice José María García no sea un buen comunicador, pero vamos, es una impresión por lo que transmite en la tele. Dicho esto, está teniendo éxito con un criterio de seleccionador un tanto rompedor, acierta con casi todo lo que hace, ¿tiene una flor en el culo? No sé, lo que tal vez sea verdad es que en España hay un centenar de buenísimos jugadores y pongas lo que pongas tienes muchas garantías de que te salga bien. En las clasificatorias vamos más o menos sobrados luego a la hora de la verdad la competencia es enorme y ya estamos más comprometidos.

Lo que no termino de aceptar, y esta es una opinión absolutamente personal, es que cuente con jugadores jovencísimos, Ansu Fati, Gavi o Pedri son claros ejemplos. Yo soy partidario de que un jugador cubra sus etapas y que no se salte las mismas, corremos el riesgo de quemarlos pronto y hemos tenido ejemplos en el pasado (Bojan). Sus estructuras antropométricas no están formadas, pueden sufrir lesiones prematuras o episodios de ansiedad. Y tengo que decir esto, el que menos me gusta de los tres es Pedri, se infló de dar pases buenos en la Eurocopa pero todos eran hacia atrás.

Otra reflexión que se me vino a la cabeza es que hace tres años estuve viendo a la selección española de hockey sobre hielo y mi hijo y yo asistimos al calentamiento de esta, el cual se llevaba a cabo enfrente del palacio de hielo Igloo Granada Ice Arena, y eso, que estábamos mi hijo y yo… y la selección, nadie más. Futbolistas y jugadores de hockey ambos deportistas, pero con destinos muy distintos, y probablemente los segundos hagan más merecimientos que los primeros y entrenen más, pero la fama, el reconocimiento y el dinero es nulo.

Y llegamos al estadio, un sueño cumplido y qué mejor forma de hacerlo que con la persona que más quiero en este mundo, mi hijo.

Creo que la Federación debiera tener un equipo de animadores, charangas, altavoces…, estratégicamente ubicados, porque al no haber una afición consolidada de un club, falta cierta organización. La gente se anima si el equipo está animado, ataca, tiene ocasiones, pero el partido del domingo fue feo, insulso, aburrido; incluso las pocas oportunidades que tuvieron uno u otro se nos antojaron decisivas, pero en otras circunstancias podríamos decir que prácticamente no hubo oportunidades claras. En este sentido, si el equipo español no se lanza, no tiene ocasiones, la gente no se anima, es una simbiosis.

Fue un partido de mucha tensión pero yo no estaba tan nervioso como cuando estoy en casa solo, será porque no estoy acostumbrado a ver los partidos in situ, estás mediatizado por otros muchos estímulos, que si voy a hacer una foto, que vamos a hacer la ola, que pásame el agua, que mira ese… También es verdad que se ven otras cosas que no se ven en la tele, Sarabia estaba intentando desmarcarse siempre y eso no se veía.

Como he dicho al principio, mientras dormitaba en el autobús de vuelta pergeñé la crónica del partido, mitad surrealista mitad onírica; recién pensada me di cuenta que es de esas diferentes de las que ahora se estilan. Abandoné hace mucho la lectura de diarios deportivos pero de vez en cuando leo algunas crónicas en las web, y yo creo que los nuevos periodistas han abandonado cierta narración aséptica y los más arriesgados intentan hacer cierta literatura para hacer más agradable y atractivo el relato de un partido que a lo mejor ha sido un bodrio.

Pues eso, esta es mi crónica:

Como he dicho fue un partido de mucha tensión, jugadores de mucha calidad por uno y otro bando, cuya calidad se diluía cuando chocaban, es decir, buenísimos jugadores pueden construir fútbol malo, y a veces pensabas cómo eran capaces de centrar tan mal, obviamente porque estaban muy exigidos.

España dominó la primera parte, su obligación era atacar pero sin pasarse porque el empate valía, es decir, que no había que tirarse a tumba abierta, atrás había que estar muy sólidos, podía no meterse gol pero en ningún caso recibir uno.

La estrategia de Suecia era distinta, dar el balón a España y sorprender en un arreón atacante. Pero es una estrategia con visos de fracaso, obviamente hablo a toro pasado, sí porque cuando tú eres visitante y estás obligado al triunfo para qué te sirve dar el balón al rival y arriesgar muy poco, siendo cautelosísimo en defensa. Nada más que por ranking la lógica te dice que tus posibilidades de triunfo cuando eres el más débil se minimizan.

Total que españoles y suecos plantearon una primera media hora de centrocuentismo en una especie de «entre bomberos no nos pisemos la manguera». Es evidente que a los suecos no les amargaba el dulce de ir a la repesca como mal menor, son un equipo segundón y para ellos no es un fracaso, eso a España no le venía bien, una repesca sí que nos hubiera sonado a fracaso a nosotros; así que sentirse un poco inferiores y fracasados desde el principio ya es empezar mal.

Tuvo ese mejor arreón Suecia al final de la primera parte, el tal Forsberg pudo hacerlo, dos oportunidades chiquititas nos parecieron mucho, en un partido tan crítico como este mucho más, pero no.

La segunda parte no abandonó demasiado el guion primigenio, aunque con un interesante matiz, España intensificó el dominio del balón, exasperante en otros partidos, el tiquitaca venido a menos, de segunda o tercera generación, el que funcionó cuando fuimos campeones de todo pero que se hacía con criterio para avanzar hasta la portería sin perder el balón, pero que luego se desnaturalizó y ese tiquitaca se transformó en tocar el balón millones de veces en mitad del campo para no hacer nada (eso nos costó la eliminación en el Mundial de Rusia ante Rusia). En este partido que nos valía el empate dimos por bueno el tiquitaca insulso y hasta arriesgado porque la consigna era que no regalábamos el balón ni desde el saque de puerta y a veces esa estrategia nos hacía ponérnoslos de corbata, porque el pobre Unai Simón está tomando clases de defensa libre y le obligan a dar pases con cierta complejidad.

Total que el tiempo jugaba a favor de España y el cerocerismo también, así que los suecos no tenían otra que elevar líneas, lo típico, el empate o perder era lo mismo. A medida que avanzaba el partido se interpretaba un baile tenso, España era la chica y Suecia el chico, España le dijo a Suecia vamos a bailar pero no me toques el culo, y Suecia compungida por el escenario percibió que iba a terminar la canción y no se había pegado ni un restregoncillo, y cometió el pecado y España le dio el bofetón.

Y así, el gol de España lo asemejé también a un combate de boxeo, España era el bueno y Suecia el aspirante un pelín chuleta. Suecia golpeaba y golpeaba persistente pero sin incisión, a la par que se cubría bien, pero en cuanto se dejó una vez mínimamente la guardia baja el bueno no perdonó. Uno de los grandes jugadores que ha descubierto o ensalzado Luis Enrique, le alabo el acierto, es Dani Olmo, un pedazo de jugador (infravalorado porque no sé cómo no lo ha fichado el Real Madrid como poco), que lo hace todo bien, inteligente, hábil, visión de juego, con desborde, con disparo y con gol; y a poco que le dieron espacio soltó un zurriagazo que besó el larguero y luego Morata le dio la puntilla, pero el mérito casi total era de Dani Olmo.

Alegría total, en el momento deseado, cuando el partido expiraba, y ya estaba hecho. Partido, triunfo, pasaporte al Mundial y sueño cumplido para mí, vamos cubriendo objetivos.

Un poquito antes ya había entrado Ibrahimovic, el típico cuñado que llega a la fiesta a última hora y del que todo el mundo espera que traiga un dulce fantástico, un truco especial, un regalo inesperado y… bueno, se notaba que tenía muchas tablas, que llevaba jugando desde el Mesozoico, pero el truco que sacó fue darle un codazo criminal a Azpilicueta que no vio el VAR, que luego nos sorprendimos visionándolo en el autobús, y que entiendo que tampoco se rearbitrará, lo que le podría costar la repesca, ¿qué necesidad de arriesgar por chulería o por frustración?

Y fin, a las tres de la mañana volvimos a Bailén, no sé si volveré a ir a un Mundial pero desde luego Catar seguro que no.

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