"EL TERCER DISPARO", DE LUIS HERRERO

Sigo escuchando radio casi a diario y puedo decir que, después de tantos años de fidelidad radiofónica, a los locutores y locutoras que me caen bien, me caen muy bien, y a los o las que me caen mal, que son menos, pues les tengo cierta indulgencia, toda vez que me merece sumo respeto esta profesión que tiene un valor tremendo pues tienen que entretenerte sólo con la voz, en este mundo de hoy de las nuevas tecnologías y la imagen, y estos profesionales siguen haciendo magia de forma cotidiana y encima superando sus estados de ánimo o de salud, siempre al pie del cañón, abstraídos de su propia situación personal.

Pues marcado esto tengo que decir que uno de esos locutores que me cae muy bien es Luis Herrero. A Luis Herrero creo que lo conocí con Antena 3 de radio y su posterior vástago de Antena 3 de televisión, que por cierto, el hijo se comió a su progenitor. Ya he referido en esta bitácora que tanto una como otra fueron bocanadas de aire fresco en la recién estrenada democracia, después de tantos años de casi una única radio y una sola televisión.

Luis Herrero se ha caracterizado siempre, en mi opinión, por su moderación, más allá de sus ideas políticas, tiene orientación de derechas (fue eurodiputado del PP), y cabe señalar que es hijo del que fuera ministro y alto cargo de la época franquista Fernando Herrero Tejedor. Este tal vez sea un dato que no conozca mucha gente no implica que Luis Herrero no se sienta orgulloso de su padre que seguro que sí, pero ese no ha sido un poso decisivo en su talante, amén de sus ideas políticas, no es vehemente, reconoce errores en los suyos y aciertos en los contrarios. Se trata de un periodista muy centrado, muy mesurado en sus palabras, no es exacerbado y da gusto escucharlo porque aun con sus ideas propias suele ser más que correcto con todo el mundo, aparte de que es un hombre culto que se expresa con suma claridad y elocuencia.

Y todo esto viene a cuento de que como he intentado escucharlo adonde pontifica, con independencia de la emisora que sea (últimamente lo escucho en EsRadio, emisora que ciertamente es de derecha algo extrema y a veces alguno de sus locutores se pasa varios pueblos, pero yo trato de abstraerme de tal diatriba), pues ha referido en alguna ocasión que tiene la sana afición de escribir novelas de vez en cuando, y me planteé que no estaría mal leer algo de él y que a buen seguro que me iba a enganchar, porque alguien con un verbo tan brillante tiene que tener su plasmación concordante en su literatura.

Escogí este «El tercer disparo» sin ninguna razón que recuerde, así que me lancé al descubrimiento literario de este locutor al que tengo en gran y anónima estima. Rápidamente te das cuenta de que es una novela de plena actualidad, que se cimenta en las luchas intestinas por alcanzar el poder en nuestro país entre PP y PSOE teniendo como árbitro de la contienda a la ETA.

Luis Herrero nos propone un escenario irreal aunque en el juego de la política tal vez hace años no hubiera sido tan descabellado. Gobierna el PSOE pero el PP presentará una moción de censura para derrocar al actual presidente llevando a cabo una jugada que se antoja maestra, pues quiere iniciar un proceso de diálogo y negociación con ETA y, en una carambola sin precedentes dicha moción se apoya en comunistas y nacionalistas.

El líder de la oposición y del PP, y que fuera antiguo presidente del gobierno, Manuel Romero, busca retornar a la Moncloa con esa carambola, no obstante, el problema es que encuentra algún que otro diputado de su propio partido que se muestra notablemente díscolo ante lo que se presupone una bajada de pantalones y de dignidad por el nada baladí premio de asaltar el poder. Uno de esos diputados levantiscos es Juan Benavides, exministro del interior y tiempo atrás casi mano derecha de Romero; este diputado arrastra a unos pocos más, y es obvio, las cuentas no terminan de salir.

En estas, un buen día el joven periodista Fernando Hoyos le está haciendo el favor a un amigo ornitólogo y se encuentra en la sierra de Madrid tomando fotos de aves, cuando asiste a un atropello mortal, Manuel Romero con una joven acompañante ha arrollado a una mujer con su potente coche que corría a gran velocidad por las estrechas y reviradas carreteras serranas; cámara en ristre el periodista ha sacado un reportaje fotográfico que se puede convertir en clave para el fracaso de la moción de censura.

Fernando Hoyos tiene una joya en la tarjeta de memoria de su cámara y traslada la noticia al jefe de su periódico. Tal vez la honradez y bisoñez de Hoyos le pierden porque se va a convertir en objetivo de la seguridad personal de Manuel Romero, siendo perseguido por una especie de matón por los tejados del centro de Madrid e inicialmente conseguirá salir indemne. Habiéndose zafado de ese secuaz se encuentra con una joven atractiva que le ayudará a poner todo en orden. Patricia Chaves, que es como se llama la joven, resultará ser trabajadora en la sede nacional del PP, pero a Hoyos le puede su impulso masculino e identifica a esta como salvadora, sin que pueda sospechar que quizá no es oro todo lo que reluce. Patricia es, para más inri, la hija de un excapitán de la guardia civil que falleció en extrañas circunstancias cuando estaba infiltrado en la ETA.

En paralelo a todo esto Manuel Romero está moviendo sus hilos para apuntalar la moción de censura, más que los que tiene asegurados, presionando a los dudosos o renegados, primero Benavides, obvio, y luego alguno que otro al que «amenaza» con airear determinados trapos sucios para doblegar su voluntad.

Luis Herrero construye un relato que avanza con rapidez y el detonante es el asesinato de Juan Benavides, de tres disparos, cuando se dirigía a presenciar un Real Madrid-Barcelona en el Santiago Bernabéu. Las conjeturas sobre la autoría se suceden, la primera mirada es sobre la ETA, es la más lógica, pero la indecente posibilidad de que fuera eliminado por parte de gente de su propio partido para suprimir su voto contrario tampoco es descartable.

Fernando Hoyos se ha convertido sin querer en el inesperado invitado a una trama de entrelazadas conjuras y probablemente sea el más inocente en este relato.

En las últimas páginas todo se desenlaza, como no puede ser de otra manera, sabremos quién mató a Benavides y qué significa ese tercer disparo, qué ocurrió con el padre de Patricia Chaves, si la moción de censura prospera o no, qué hay de ETA y si Fernando Hoyos ha encontrado en Patricia su media naranja.

Quizá me haya faltado un distinto desenlace, o tal vez el que era pero con alguna variante; en todo caso, mi primer acercamiento a la literatura de Luis Herrero ha sido positiva, un magnífico periodista y un literato correcto y entretenido, además, esta fue su primera novela, en 2009.

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