THORGAL, EL INFINITO SUPERHÉROE MEDIEVAL CREADO POR VAN HAMME Y ROSINSKI

He comentado en más de una ocasión en este mi blog que la razón de ser del mismo es que me gusta escribir y que también me sirve como una memoria virtual a la que puedo volver en cualquier momento y recordar lo que escribía hace varios años; si leí un libro en 2015 a lo mejor no me acuerdo de nada pero releyendo la entrada que hice en su momento, justo mi mente se conecta a la bitácora y se encienden luces. No obstante, he descubierto últimamente que también el blog existe como una obligación mutua, yo escribo para publicar en el blog y a veces es el blog el que me arrastra cuando no tengo nada preparado.

No sé si es desfondamiento, creo que no, espero que no, o tal vez cierto acomodo a tocar temas (etiquetas en el blog) que voy controlando, que los tengo domesticados, que los planifico. Al principio de esta bitácora, hace ya más de diez años, cada semana fluían ideas en mi cabeza que para mí eran muy chulas y el blog era más versátil, más original, ahora ni es tan versátil y la originalidad no la aprecio como en esos inicios, no digo que no me siga gustando hacer lo que hago, pero sí que me gustaría tener más chispa.

Y en esas estoy que a falta de ideas el blog me provoca, me obliga, tira de mí; sí porque llega el fin de semana y no sé de qué voy a hablar, no tengo nada preparado, nada a la vista... o sí. Es verdad que tengo un arsenal de material sobre el que escribir pero antes tengo que documentarme, voy leyendo libros, visionando series, películas y también una buena colección de archivos de cómics que puntualmente he ido pudiendo leer y disfrutar y que tengo algo descuidados.

Así que esta semana tocaba y rescaté del baúl de los recuerdos infantiles-juveniles una historieta de esas que se veía en las ferias de los 80 y 90, cuando los tenderetes de libros y revistas eran toda una atracción, al menos para mí, también para mucha gente. Thorgal, así se llamaba el héroe medieval del que hoy hago esta reseña.

Mientras que en España daban sus últimos estertores en aquellos años los Jabato, Capitán Trueno, el Guerrero del antifaz, también Roberto Alcázar y Pedrín, aunque estos últimos ambientados en una época más actual, en Francia y Bélgica nacía allá por 1977 Thorgal otro héroe enclavado en tiempos pretéritos, un tanto indefinibles pero con ese horizonte medieval en el que se situaban nuestros héroes patrios que alimentaron y adoctrinaron a su manera las mentes entusiastas de la juventud durante el franquismo.

La libertad de Francia y Bélgica en aquellos años no era comparable a la de España y, por supuesto, no era necesario invocar a un héroe legendario o patriótico para educar a nadie, aunque este cómic tiene una particularidad interesante que ahora detallaré y que tiene que ver más que con la exaltación de valores patrios con no tocar temas relativos a la libertad.

No es inhabitual en la historia universal del cómic que estos se produjeran mediante un tándem de guionista y dibujante, sin duda, la pareja más famosa en este sentido son los renombrados padres artísticos de Astérix, Goscinny (guionista) y Uderzo (dibujante). Y Thorgal es un ejemplo, menos conocido, aunque también sumamente efectivo, de tal binomio en los nombres del guionista belga Jean Van Hamme y del dibujante polaco Grzegorz Rosinski, que dan vida a las aventuras de este héroe legendario.

Rosinski acudió desde su Polonia natal el citado 1977 a una feria de cómic en Bruselas y allí conoció a Van Hamme; el proyecto echó a andar y Rosinski obtuvo una garantía de un trabajo bien pagado considerando que acudía desde un país donde las libertades en aquella época estaban bastante limitadas y los sueldos notablemente menguados. De hecho, y ahí viene la curiosidad a la que aludía antes, para poder crear el personaje se cuidaron muy mucho de no abordar ninguna temática que pudiera molestar al gobierno comunista polaco, presidido (militarmente) por entonces por el primer ministro General Piotr Jaroszewicz.

No sé si en la mente de los creadores de Thorgal estaba el no meterse en líos, pero lo cierto es que su producto era políticamente correctísimo, si acaso Thorgal entroniza la lucha contra las tiranías en general, pero claro en una ambientación casi atemporal o alejada de lo actual, de hecho, las aventuras se suceden en torno al siglo X, por eso que tiene alguna similitud con la época (antigua) en la que también se desarrollaban las vicisitudes del Jabato, Capitán Trueno...

Van Hamme y Rosinski también se alejan de su ámbito territorial y localizan a su héroe en unas tierras que evocan a Escandinavia, sobre todo porque utilizan simbologías y nombres que se asemejan a los de las mitologías nórdica y germánica, de hecho, Thorgal bien podría ser una derivación del dios Thor, pero llevado al ámbito humano.

Thorgal no es aparentemente un héroe sobresaliente, no tiene superpoderes, de vez en cuando pierde, y todo lo cifra a su fuerza y alguna que otra virtud, tampoco tiene una planta especialmente musculada; pero es inteligente, es guapo y sabe utilizar la fuerza en el momento adecuado. Thorgal es un ser humano al que le gustaría tener una vida mundana, pero las circunstancias lo obligan a hacer lo que no desea.

Y sin embargo no es tan humano, al poco de lanzarse la saga se descubre que Thorgal es el descendiente de una civilización avanzada que llegó a la Tierra y él es su único vástago en nuestro planeta, y aquí la semejanza es evidente con el superhéroe Supermán. Naves espaciales en el siglo X, casi nada al aparato.

La introducción de este elemento disruptivo en unas aventuras que se sitúan en la Edad Media es la gran baza de Van Hamme y Rosinki, porque conjugan con bastante brillo esa fantasía extraterrestre, con seres mitológicos, también con viajes en el tiempo, y mucha magia y personajes de gran complejidad (brujas, gnomos, dioses...) que hacen las aventuras muy laberínticas y apasionantes.

No le falta a las historias de Thorgal acción y ahí es donde la simbiosis de sus creadores goza de una sublime belleza plástica, apenas hay momentos para la conversación o el diálogo, no hay descanso para el guerrero, siempre hay un cometido, una razón de ser y lo mismo estás en un escenario que te transportas inmediatamente a otro.

Thorgal caminará en su devenir vital con su amada Aaricia, la hija de Gandalf el loco (sí Gandalf, quizá pecaron de ser poco originales, pero a lo mejor lo hicieron para captar público, en todo caso se refleja que hay una influencia de las obras épicas de Tolkien), y el caso es que por unas vicisitudes o por otras no les dejan tener una vida tranquila, y se ven envueltos en aventuras donde casi se posicionan como salvadores de la humanidad, en concreto Thorgal.

Igual que Thorgal no tiene superpoderes como sí los tenía Supermán, a pesar del origen extraterrestre de ambos, sus hijos Jolan y Loba sí que contarán con alguna ayudita especial; Jolan puede modificar la materia y Loba la capacidad para comunicarse con los animales.

Las aventuras de Thorgal tienen una evolución cronológica, es decir, de álbum a álbum se parte de lo que ha pasado en el anterior, se va contando una historia; y en ese tránsito se puede decir que Jolan y Loba van adquiriendo mayor protagonismo.

Es importante destacar que el dibujo al servicio del guion es impecable y también se aprecia un perfeccionamiento del trazo a lo largo de los años, de las técnicas utilizadas por Rosinski, y sus viñetas coloridas nos ofrecen toda la emoción de los personajes que nos meten de lleno en sus vericuetos existenciales.

Las aventuras de Thorgal siguen vivas, de hecho en 2021 ya van por el 39º álbum, algo más de uno por año, y Van Hamme se bajó del barco en 2007 cuando llegaron al trigésimo y es Yves Sente el que se encarga ahora de guionizar.

Pues eso, larga vida a Thorgal, mientras Rosinski aguante, porque si el éxito continúa también podría dar sus pinceles a otro, aunque si el guion se resiente, con el cambio del dibujante ya sería muy complicado asemejar el estilo, no lo sé.

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