"BURUNDANGA (EL FINAL DE UNA BANDA)", DE JORDI GALCERÁN

Conocía esta obra de teatro desde hace tiempo y tenía ganas de echarle mano, el caso es que cuando me planteé ya en serio visionarla tuve la agradable sorpresa de descubrir que desde su estreno en 2011 sigue funcionando de manera continua hasta hoy (con el lógico parón que la pandemia propició en todas las actividades culturales).

Así que más de una década de buenas interpretaciones en el teatro Maravillas de Madrid le otorgan cierto caché a esta obra de Jordi Garcerán, que por el tono que utiliza y la temática que trata, está plenamente vigente y es más que recomendable verla.

El tono, que es comedia, cobra más relevancia en nuestros días, y es que si hemos pensado que en el siglo XXI vivimos instalados en el estado del bienestar, la realidad nos quita la razón cada día, y todo es convulso, el futuro incierto, y parecería como que viviéramos en un fin del mundo ralentizado donde cada día tenemos una dosis de futuro descorazonador añadida a la de la jornada anterior.

Por eso una comedia viene como anillo al dedo para evadirse de todo lo que no podemos controlar, que es precisamente eso, casi todo, apenas somos un grano de arena en una inmensa playa. Ni la guerra, ni la pandemia, ni la sequía, ni las olas de calor, ni la electricidad…, nada está en nuestra mano, por eso a veces no tiene sentido sufrir en vano y hasta es conveniente no ver el telediario para no ser masoquista.

Y luego la temática de «Burundanga (El final de una banda)», también sigue plenamente viva, en realidad se trata del final de ETA, tomada incidentalmente, pues no nos desviemos, es una comedia y no hay ni un matiz político, es ETA como podría haber sido cualquier otra banda terrorista, solo que esta es relevante y conocida y es un recurso narrativo del autor. No rechazo tomar a comedia la ETA, nunca normalizar lo que fue y el terrible daño que causó, pero es una manera de concluir que no sirvió para nada y que jamás volverá, ni algo similar.

En un piso de estudiantes en Barcelona viven Berta y Silvia, la primera está embarazada de su novio Manel, aún no se lo ha dicho y no está convencida de si este realmente la quiere. Berta consigue un poco de burundanga (escopolamina), sustancia que hoy está también muy en boga y es portada de noticieros, droga que al parecer o por lo menos es la explicación en esta obra, se utiliza para que el drogado pueda decir la verdad durante un tiempo.

Así que Berta, con más miedo que otra cosa, le administra la droga a Manel, y efectivamente, aparte de ponerse cachondo sexualmente, pues se suelta sin límites y dice toda la verdad a las preguntas de su novia. Berta quiere saber obviamente si su amor es correspondido y comienza a indagar en supuestas infidelidades de Manel, que las hay, pero esa sorpresa casi quedará en anécdota cuando este le revela que pertenece a la ETA, que está cerca de pasar a la acción y que su amigo Gorka, que es el que lo ha introducido en la banda, está a punto de llegar al piso.

Manel después de estas revelaciones se desmayará y llegará Gorka al que las chicas tratarán con notable respeto y desconfianza; cuando despierta Manel ambos amigos se marcharán y las chicas que al día siguiente se iban a ir a un balneario deciden posponer su retiro ante el giro de los acontecimientos.

Gorka y Manel efectivamente entrarán en acción y secuestrarán a un empresario, y convencidos de que el piso de las chicas está libre lo llevarán allí. Pero no, las chicas estaban y además el empresario es el tío de Silvia. Chicos y chicas metidos todos a su manera en el ajo, son por acción o por complicidad actores de un delito y eso genera bastantes tiranteces en el grupo.

El enredo continúa progresando porque el empresario se proclama como un antiguo activista de una organización que luchó en época franquista y no hace más que criticar la escasa profesionalidad de sus captores hasta el punto de sacarlos de quicio, especialmente a Gorka.

En ese surrealista secuestro, las chicas, que se han visto sin comerlo ni beberlo metidas a inopinadas activistas de ETA, porque Gorka «no quiere dejar ningún cabo suelto», tratarán de evitarlo, y la mejor forma que tienen para desliar la madeja es administrarle a este una dosis de burundanga para sacarle información.

Tras el chute Gorka afirmará que es un donnadie en la organización y que los únicos que quedan en ETA son Manel y él, así que el secuestro era como una huida hacia adelante, una manera de reivindicarse más personal que organizativamente.

Y claro, visto que ese secuestro es más una pantomima que otra cosa y con las armas en poder de las chicas, obligan a Gorka y Manel a disolver ETA en ese mismo piso, y si te he visto no me acuerdo.

Y así se sucede la acción en noventa minutos deliciosos de interpretaciones nada forzadas, muy naturales; en un relato que se hace muy entretenido, que estás esperando ver más en cada acción, en cada giro narrativo, en cada uno de los golpes de sus personajes.

Como digo es un éxito en el teatro Maravillas desde hace más de diez años y la representación que yo he visto data precisamente del año de su estreno en 2011. Del elenco actoral de aquella época hoy sigue estando Eloy Arenas que representa al empresario díscolo, el resto han ido cambiando a lo largo del tiempo.

Buena elección para degustar la magia de las bambalinas, riéndose y sonriéndose con una historia de enredo donde un tema que asépticamente es serio, se vuelve jocoso e irreverente hasta la médula, y sí, algún golpe ingenioso me ha provocado una ligera carcajada, y eso está muy bien.

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