TANGERINE DREAM, LA MAGIA DE UN GRUPO DONDE CABEN MUCHAS VIDAS

Como mi blog ya va cobrando cierto volumen tras trece años de publicación semanal sin haber fallado nunca a este compromiso personal conmigo mismo, y cerca de setecientas entradas, no es extraño que ya empiece a fallarme la memoria y no sepa si he escrito o no acerca de algo; con esta entrada de hoy me ha ocurrido, de este grupo que hoy traigo a colación pensaba que ya lo había reseñado y tuve que acudir a la memoria, que esa sí que no falla, del archivo de la bitácora y no, no les había hecho un hueco y créanme que Tangerine Dream se lo merecía.

Dentro de que tengo descuidada un tanto a la música en el blog, eso no implica que no escuche música siempre que pueda y que lamentablemente no pueda plasmar aquí lo que me gustaría, lo cierto es que a principios de este año me propuse hacer una investigación personal, casi iniciática, de los pioneros de la música New Age, vanguardista, ambiental, electrónica… El recorrido es interminable, como tantas y tantas las facciones, estilos e influencias, en un complejísimo mapa de tendencias donde al final, todas las ramificaciones parten de un concepto que es el que yo redefino como la música clásica del siglo XX-XXI, no cantada, y que perdurará por atemporal; futuras generaciones no entenderán la evolución musical a lo largo de la historia sin conocer estas tendencias, en realidad, el cómo progresó la música con la ayuda de los ordenadores y todo tipo de artilugios electrónicos.

Más allá de que a Tangerine Dream lo conocía desde hace muchísimos años, tantos como los que llevo siendo aficionado a la New Age, músicas estas que son mi debilidad, mi apuesta sonora desde siempre y para siempre; se me encendió la bombilla hace apenas unas semanas cuando veía con mi chica la película «Risky Business», todo un clásico ochentero con un joven Tom Cruise haciendo el papel de inopinado emprendedor de negocios aprovechando que sus padres se van unos días fuera de casa y allí monta la juerga del siglo. Película que, dicho sea de paso, nos reflejaba bien a los jóvenes de aquella época, o más exactamente veíamos en esa película el deseo de emular a ese visionario universitario que en unos días se había montado literalmente en el dólar con una estrategia empresarial un tanto descabellada, queríamos ser él propiamente, rodeado de chicas espectaculares, o por qué no, soñar con que tus padres se fueran de casa y hacer algo indecente o ilegal, circunstancia esta que era de todo punto imposible porque ni mis padres ni los de cualquiera (clase media trabajadora) se iban a ningún sitio, y qué íbamos a montar ni yo ni nadie.

Pues en el revisionado de este clasicazo para la gente de mi generación me fijé en ese detalle que cuando la vi por primera vez no había caído, en la música, en esa música psicodélica, extraña, caótica, surrealista que parecía no pegar con la trama, y era ¡Tangerine Dream!, y yo sin saberlo…, o tal vez lo supe siempre, porque la música la conocía pero no la relacionaba con esta película, probablemente porque hacía más de treinta años que no la había vuelto a ver.

Como ya es uno maduro cada poco y ya va siendo muy poco, uno va pensando en la trascendencia de la existencia, mira en retrospectiva y mira al futuro, será la edad. No somos eternos y podría ser interesante serlo, aunque como nadie es inmortal no tenemos la experiencia de que alguien nos diga si es aburrido vivir eternamente, con la melancolía de ver morir a sucesivas generaciones. En definitiva que la vida es corta pero es larga a la vez, o como le escuché decir no hace mucho a Iñaki Gabilondo, «la vida es corta pero caben muchas vidas». ¿Y esto que tiene que ver con Tangerine Dream? Pues que Tangerine Dream es más que un grupo un proyecto musical que se proyecta hacia el infinito, o a día de hoy no hay motivos para visualizar su falta de continuidad.

Y es que desde 1970 hasta hoy ya han pasado más de cincuenta años y aunque hoy hay tenues vestigios de sus orígenes, lo cierto es que ha habido sucesivos cambios, renovaciones, muertes de sus integrantes…, y lo que es más relevante para el bagaje musical, en más de medio siglo de creación ha habido diferentes etapas, estilos muy diversos, tanta riqueza que daría no ya para escribir un libro sino casi una tesis doctoral. En Tangerine Dream caben muchas vidas, y si el ser humano es finito, este proyecto musical está tan vivo que podríamos aventurarnos a decir que camina hacia el infinito.

Lejos de lo comercial, salvo esas incursiones cinematográficas, donde la referida película del Tom Cruise es el estandarte pero no la única, este grupo es historia de la música ambiental porque indicaron el camino a otros, o al menos fue un espejo al que muchos se acercaron, porque si en Tangerine Dream caben muchas vidas, escuchas lo que otros grupos compusieron, pero con posterioridad, recogiendo el influjo de este grupo pionero de la música ambiental.

Y, por cierto, para poner las cosas en su justo contexto, me pasa con muchos grupos que conozco o autores, la música la llevo conmigo pero no sé a quién pertenece, y tampoco llegas a saber tanto de su historia. En este caso siempre tuve claro que era un grupo estadounidense, y nada de eso, Tangerine Dream nació en Alemania.

No hay unanimidad en determinar de dónde surgió el nombre del grupo, tampoco sería difícil escrutarlo, aunque imagino que no es demasiado relevante. La traducción literal es «Sueño Mandarina», y la explicación con la que yo me quedo, por ser más poética, es que se trata de una variedad de mandarina que se cultiva en el norte de América.

El gran mentor del grupo es Edgar Froese que, de algún modo, ha sido el único miembro permanente de Tangerine Dream hasta su fallecimiento en 2015. Edgar Froese es uno de los personajes clave para la comprensión de la música electrónica y el uso de sintetizadores en el siglo XX. Su hijo Jerome ha seguido sus pasos y abandera ahora el proyecto.

Insisto en lo de proyecto porque en este recorrido hacia el infinito ha habido no menos de treinta integrantes diferentes del mismo, aunque tenga un pilar sólido sobre la música ambiental y construida con los últimos avances tecnológicos, es obvio pensar que cada uno de esos miembros también ha dejado su impronta.

Podríamos hablar largo y tendido sobre el grupo como ya he referido, de hecho hay muchas páginas escritas acerca del mismo; lo que sí es cierto es que escuchando su música, hay gente y yo también, que le evoca a Vangelis o Jean-Michel Jarre, y no me cabe duda de que estos dos, como otros (Brian Eno se me ocurre), conocían sobradamente a este grupo alemán.

En Tangerine Dream caben muchos estilos, es ambiental, New Age, impresionismo, surrealismo (dodecafonismo), música cósmica…, pero también hay discos donde se hacen más mundanos, porque hacen paradas en el rock progresivo, en el jazz, incluso en el pop con algunos temas que tenían letra.

Larga vida pues a este grupo mágico del que intentaré en lo que me resta de vida saber qué hace en cada momento, porque es sin duda un barómetro de hacia dónde se dirigen las vanguardias musicales; sus descendientes seguirán siendo la punta de lanza.

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