"POR SI LAS VOCES VUELVEN", DE ÁNGEL MARTÍN

Justo diría que hace en torno a un año dedico un par de minutos y medio de cada mañana a escuchar un informativo curioso que protagoniza en Twitter el televisivo Ángel Martín (más reconocible para la mayoría de la gente por su participación durante años en el programa «Sé lo que hicisteis...»), en el que en ese poco tiempo y con un tono un tanto satírico, resume de manera bastante certera las noticias más relevantes del momento y, al final, te das cuenta de que no necesitas mucho más.

Le había perdido la pista a este hombre durante años y es que se ha dedicado a ser monologuista, guionista y algunas cosas más, un tipo bastante multidisciplinar, y me da la impresión que bastante lúcido, sobre todo captando esa manera de ofrecernos la actualidad de forma comprimida, con rapidez, con soltura y haciendo valoraciones incluso de muchísima congruencia, con un tono socarrón, desvergonzado, irónico, a veces algo deslenguado.

Me sorprendió este verano que en la publicidad de una aplicación de descarga de audiolibros se promocionara este libro y además con la voz del propio Ángel Martín donde refería que en 2017 había sufrido un brote psicótico y que había tenido que estar ingresado en el ala de psiquiatría de un hospital, y este libro contaba toda esta terrible experiencia.

Hace poco llegó este libro a mis manos y tenía ganas de leerlo, no solo porque es un libro actual sino porque también había surgido en mí la curiosidad a través de una entrevista de radio, en la misma escuché al propio Ángel Martín explicando qué le ocurrió y qué motivaciones le impulsaron a escribir este acontecimiento tan crítico de su vida.

Creo sinceramente, tras leer el libro, que jamás había leído un libro en el que alguien en primera persona explicara qué es y cómo había vivido la locura y no parece normal; con esto quiero decir que no tengo constancia de que se hagan libros para el gran público en los que se hable de qué es la locura, libros especializados tal vez sí, pero un relato en el que una persona se desnude totalmente y nos cuente qué se metió en su mente para que durante un tiempo estuviera alienado, si existen no los conozco.

No tenía un propósito concreto a la hora de enfrentarme a este libro más allá de la curiosidad de saber acerca de la experiencia que nos quería contar el autor y la curiosidad intrínseca de ser un personaje mediático al que yo acudía y acudo cada día. No sabía, pues, si era un libro de autoayuda, si un simple relato de una experiencia o si una novela…, de algún modo, es un poco de todo, es más, diría que de ser un libro de autoayuda, lo es en la medida en que expone su realidad con la idea de que puede ayudar a que alguien que pueda pasar por un episodio similar pueda ponerse en guardia o, para el caso de que ya le haya sucedido cómo puede ser la vuelta a la realidad, cómo volver a ver la luz después de estar en un foso profundo.

Ángel Martín después de esa experiencia televisiva antes citada se dedicaba a escribir, ya fuera guiones, monólogos, implicado en diversos proyectos propios de personajes que viven en un mundo donde la imaginación está en juego a cada momento. El autor no elude que se imbuyó en una espiral un tanto insana, de trabajo, drogas y bebida.

El protagonista de la historia es bastante sincero, no se siente de algún modo culpable de lo ocurrido, y sí más bien de las consecuencias, el haber tratado mal a gente cercana en esos momentos en los que estaba aparentemente desconectado del mundo, o con más certeza, viviendo en un mundo paralelo.

Reconoce que consumió drogas, marihuana particularmente, y que alternaba dos variedades existentes para activarse o aplacarse, las cuales yo desconocía y me enorgullezco de no saberlo. Ángel reconoce que no es contrario al consumo de marihuana, esto es opinable, y que faltan más estudios para evaluar los beneficios terapéuticos de su administración moderada. Desde luego yo jamás acudiría ni acudiré a esto, porque más allá de sus discutibles beneficios el peligro es que el que consume poco siempre puede tener la tentación de consumir más. Como el que bebe para inspirarse, el que se toma una copa para escribir, siempre corre el riesgo de probar otra y otra más si ve que le funciona o si no se siente debidamente inspirado.

El caso es que Ángel Martín comenzó a tener pensamientos surrealistas que se resumen en una serie de voces que hablaban con él; buena parte del libro es una recopilación de las historias que se sucedían en su cabeza, mudanzas cósmicas, telepatías, una realidad a través del espejo, la inexistencia del tiempo...

Más allá de que llevara un tiempo escribiendo en redes sociales asertos un tanto extraños, o salidas de tono en sus monólogos, que tampoco sorprendían tanto a sus seguidores por aquello de los dobles sentidos y la socarronería que gastaba y gasta; el detonante por el cual sus cercanos decidieron acudir a un hospital fue el momento en que felicitó a su pareja por el éxito de una película (estadounidense) que ella no había protagonizado a la par que la llenaba de regalos.

En ese punto, el de la explicación pormenorizada de todas esas paranoias que tuvo, que es una parte bastante amplia del mismo, el libro se vuelve un tanto intimista y personal, no podría ser de otro modo, es casi un relato para una novela de ciencia ficción. Tal vez se recrea demasiado en narrar esas vivencias personales de las que intenta dar testimonio por si a alguien le ocurre algo igual o levemente parecido. Quizá no sea lo más acertado bajo mi punto de vista, porque entiendo que la locura que podría experimentar cualquier persona difícilmente tendrá guiones parecidos, aunque sí puede que secuencias paralelas.

Desde luego también pasa por el momento que pasó en el hospital, el reseteo consiguiente a base de una estricta medicación; así como la posterior vuelta a la realidad, nada placentera, porque se ha de pasar por un momento de una depresión nada llevadera, donde uno no sabe ni quién es, donde sus gustos o pareceres han cambiado y en el que no todo el mundo a su alrededor acierta. Y es que me imagino a su entorno y no debe ser sencillo tratar a una persona que ha pasado por este trance, por esta enfermedad, tú sabes como tratar por ejemplo a un convaleciente de una operación de vesícula, pero a alguien que ha pasado por un trastorno mental de este calibre, creo que solo una mínima parte de la sociedad está preparada.

Resulta llamativo en este punto que si la sociedad en su conjunto no está preparada para afrontar una enfermedad mental entre sus allegados, es poco menos que sorprendente que Ángel Martín se pusiera en contacto con un psicólogo y este lo tratara de una manera poco profesional o más exactamente se topó con un mal profesional.

Es un tipo peculiar este Ángel Martín pues como corolario a este libro íntimo, me ha sorprendido que él defina ese episodio de locura como la mejor experiencia de su vida. Es imaginable que cuando uno tiene la cabeza así, quiero pensar que es como cuando uno se emborracha pero está todo el tiempo de esa manera, vive cada instante a tope, cada segundo es el universo, y no deseas que acabe. Sí, pero deduzco que hace esta afirmación a toro pasado, entiendo que si antes de estar en esa tesitura le hubieran dicho que podría haber acabado muy mal seguro que hubiera puesto remedio.

Nada mejor que llevar una vida sana en todos los sentidos, y sí, no voy a ser tan soberbio de afirmar que esto no me puede pasar, hay otras cosas que me preocupan más y algunas mentales, pero no sé...; así que mientras tanto tranquilidad y buenos alimentos.

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