SUMO, UN DEPORTE DE DIOSES (XIV)

Takayasu, el luchador
más destacado de 2022
El 2022 va dando sus últimos coletazos aunque para el mundo del sumo profesional el pasado mes de noviembre ya se dio por finiquitado el año; no podemos decir que haya habido una grandísima noticia y a la par tal vez la noticia más importante, por más que al definirla pueda parecer trivial, es que ha sido un año muy abierto, tan fácil como que en los seis torneos hemos tenido seis campeones diferentes.

Y esto obviamente no es baladí, porque el imperio mongol ha marcado una huella indeleble durante casi dos décadas, dejando apenas migajas para el resto de luchadores. Primero Asashoryu, solapado por el grandísimo Hakuho, y este a su vez siendo relevado por Terunofuji. Pero Terunofuji se quedó en 2021 como único yokozuna y yo aventuraba en el último repaso que hice el pasado año que su dominio seguiría imperando, no con la misma contundencia que sus otros dos compatriotas, pero con solera, salvo que las lesiones lastraran su carrera; para un sumotori de su talla yo diría que tendría que ganar la mitad de los torneos disputados, es decir, al menos tres, y este año solo ha ganado uno, y sí, el físico no le ha permitido estar en plenitud de condiciones a lo largo de este ciclo; quiero imaginar que esto es pasajero, lógicamente no será plato de gusto para él, y que a poco que la mala suerte y los problemas de salud se alejen estará a la altura debida..

Pues sí, que 2022 haya sido el más abierto de los últimos treinta años es una noticia que no podemos dejar de valorar en su justa medida, como también que la mitad de esos torneos hayan sido logrados por nacidos en Japón, y es que habría que remontarse también unos veinte años para ver un hito similar.

A mi parecer la lectura más simple, remedando la navaja de Ockam, aquí podría ser la más certera, es que sin un dominador claro, con Terunofuji en horas bajas, no se avista nadie que pueda hacerle sólida sombra en el futuro, nadie se ha erigido en aspirante serio, pues los torneos se ganan porque alguien pilla un momento de forma y luego es el que menos falla, y es interesante recalcar a este respecto que los torneos del año se han ganado con doce victorias y tres derrotas cuatro de ellos y los otros dos con un balance de trece y dos. Con ese bagaje de derrotas en cada torneo por parte del ganador ello implica que prácticamente en todos ha habido emoción hasta el último día, y eso es bueno, más que bueno magnífico.

Al hilo de lo anterior, los ozekis, que serían los llamados a aprovechar el río revuelto de la coyuntura de Terunofuji, no solo no han estado a la altura sino que su participación ha sido bastante lamentable.

Bien es cierto que el primer torneo del año lo ganó el japonés Mitakeumi como sekiwake, luchador del que todos esperan, esperamos, siempre más. En marzo estrenaría el rango de ozeki, pero su concurso a partir de ahí ha sido tan penoso que apenas en cuatro torneos ya ha perdido el rango.

Tampoco se puede hablar mejor de Shodai, ha ido renqueando en 2022 hasta que en los dos últimos torneos de este año se consumaba su descenso, aunque con diez victorias en el próximo torneo de Año Nuevo recobraría el rango, algo alcanzable para él pero tengo mis sinceras reservas.

El único que mantiene el rango de manera algo más digna es Takakeisho, que no ha logrado ningún torneo, precisamente este año con tantas alternativas y solo ha logrado dos subcampeonatos, el bagaje desde luego no es el que se presume para este luchador que se ha convertido en la eterna promesa sin cuajar, aunque por lo menos no es tan decepcionante como los otros dos.

Este año los periodistas especializados han hecho su agosto con juegos de palabras en torno al escaso rendimiento de los ozekis, como «nozeki» o «ozekipocalipsis», si el mejor flaquea y los segundos no están a la altura este año cualquier luchador de sumo de la primera división ha podido soñar, aunque sea un poquito, aunque fuera un par de días, con que podía ganar un torneo. De hecho, el tándem un solo yokozuna y un solo ozeki en el ranking tampoco se había visto desde hace muchísimos años.

Como ya he referido el primer torneo del año lo ganó Mitakeumi, su mejor aportación del año, venció con brillantez imponiéndose el último día a Terunofuji y eso le valió su promoción a ozeki, algo que se ha apresurado en perder, sorprendentemente para los aficionados que lo seguimos, y que pensamos que vale de sobra para ser ozeki e incluso más, pero…

El segundo torneo del año fue para el valeroso Wakatakakage, un luchador que me gusta mucho por su estilo, y que podría ser una opción sólida para que alcanzara el rango de ozeki el próximo año. En el playoff final se impondría a un Takayasu que ha tenido mala suerte este año ya que ha tenido muy buenos números, aquellos buenos números que hace un tiempo le permitieron ser ozeki.

El torneo de mayo se lo llevaría el yokozuna Terunofuji, logro más destacado del año, y lo sufrió, sobre todo porque empezó de una forma bastante irregular, cediendo tres derrotas en sus ocho primeros enfrentamientos, para después coger una racha de siete victorias consecutivas, dejando el segundo lugar para un sorprendente Takanosho.

El gigante mongol Ichinojo lograría el torneo de verano, de gran valor, teniendo en cuenta que Terunofuji más o menos estuvo a la altura y no le anduvo a la zaga Takakeisho; a ambos los superó en la primera semana y supo administrar bien el primer lugar hasta el final. Esta es la primera Copa del Emperador para Ichinojo y a este respecto es difícil de calificar su trayectoria, alterna actuaciones increíbles con torneos donde la bajada de forma es ostensible, de tal forma que se está convirtiendo, si no lo es ya, en el Curro Romero del sumo.

Que no hay alternativa seria para acompañar a Terunofuji en el más alto rango del sumo se pudo comprobar en el torneo de septiembre, pues se lo llevaría el veterano luchador mongol de 37 años (casi 38, los cumpliría al mes siguiente), Tamawashi, y además lo hizo de forma incontestable, con dos victorias de diferencia con respecto a sus inmediatos perseguidores, uno de ellos Takayasu, ahora hablaremos de él.

Abi, un luchador que dará
mucho que hablar en 2023
Y el torneo de fin de año, uno de los más disputados de los últimos tiempos, pues hubo un playoff final a tres bandas, también hacía bastante que no se daba este hecho, se lo jugaron Takayasu, el ozeki Takakeisho y Abi, siendo la victoria para este último. Un Abi que fue degradado en 2020 por mala conducta, «salió de marcha» durante el confinamiento, pero sentó cabeza y ahora está en disposición de ser un futurible ozeki en 2023.

Como de cábalas estamos, uno de los que ha tenido un año bastante bueno, seguramente el que tiene un mejor balance de victorias y derrotas ha sido Takayasu, un luchador que también me gusta mucho, y que además tiene ese punto exótico, pues es hijo de japonés y filipina (Bebelita Bernadas), así que aunque sea por el apellido de origen español, tiene mi más sincera afección. Con diez victorias en el próximo torneo estaría en disposición de recobrar el rango de ozeki que perdió en 2019, y eso sería formidable.

Hoshoryu, siguiendo con el dominio
 mongol, ¿el próximo yokozuna?
Otro de los posibles ozekis en 2023 es Hoshoryu, otro mongol, el sobrinísimo de Asashoryu, que de algún modo ha heredado su rabia, su empuje, aunque quizá con un poco menos de mala leche; ha estado en números positivos todo el año pero le ha faltado determinación en los últimos días de cada torneo. En este próximo año debe reivindicarse y alcanzar un rango que le corresponde por nivel, y desde luego, por la edad que tiene, 23 años, tiene margen de mejora y tampoco es descartable que llegara a yokozuna en unos años, pero eso son palabras mayores y habrá que esperar.

Esperable es también que, como siempre, suban luchadores a la máxima categoría y siempre nos hemos de fijar, quizá por la procedencia y porque realmente luego suelen tener buenas prestaciones, en los extranjeros, algunos mongoles y subrayaría especialmente al kazajo Kinbozan, entró en el sumo en 2021 y no ha tenido cifras negativas en ningún torneo, en 2023 lo veremos en la máxima categoría sin lugar a dudas.

En el capítulo de retiradas yo destacaría las de Shohozan y el brasileño Kaisei. El primero de ellos no fue un luchador de los de arriba, más bien de clase media, se decía que era el que tenía los bíceps más voluminosos del sumo y más allá de sus resultados parecía siempre darlo todo en cada combate. En cuanto al segundo, se nos va el más exótico de los luchadores, el único que quedaba procedente de América, aunque de padre japonés, de él también se comentaba que tenía una cara A y una cara B, alternaba torneos magníficos con otros decepcionantes.

Hasta aquí el balance del año, o hasta aquí iba a ser pero en la ya cada vez más tradicional quedada de la sobremesa del día de Nochebuena, mis amigos me interpelaron acerca de este blog y muy particularmente del sumo y curiosamente les dije que esta semana tocaba; Manolo Caro, Nacho Molina, Vicente Fraile, las chicas, en fin…, que sí que los luchadores de sumo son gordos y llevan taparrabos, ya os dije que es más importante el inmenso músculo que tienen tras esas grasas. Y dicho esto y por reflexionar un poco al respecto, cuando se retiran, la mayoría pierde peso y tiene una fisonomía bastante normal, bien es cierto que tener ese peso durante muchos años es un sacrificio, es probable que haya estudios (en japonés) sobre la esperanza de vida de un luchador de sumo, quizá por debajo de la media; pero es un sacrificio con recompensa en sus años de profesionalismo, pasa como cuando en el cine un actor o actriz tienen que ganar o perder peso de manera radical, eso no puede ser bueno, pero hay recompensa económica y de prestigio, y es su profesión, su vida, ahí lo dejo.

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