"ANTES DE LOS AÑOS TERRIBLES", DE VÍCTOR DEL ÁRBOL

Un libro te lleva a otro libro y en ese afán casi obsesivo que tengo últimamente por leer, por el placer que conlleva y porque no quiero perder tiempo vacío en mi vida si puedo detentar el conocimiento que una buena lectura te proporciona, el caso es que un marcapáginas que probablemente provino de un libro que adquirí, fue el que me invitó a la lectura de esta novela que publicitaba.

Poco o nada conocía de este autor y, sin embargo, después de leer la novela fue cuando acudí a su biografía; un tipo sin duda hecho a sí mismo y con mayúsculas, barcelonés de una familia de inmigrantes muy humilde, fue mosso d´esquadra durante al menos de diez años, y ese bagaje vital y profesional le han procurado una rica imaginación para embarcarse en este apasionante y complejo mundo de las letras.

Lo sorprendente de esta novela tan bien escrita es que es distinta, más exhaustivamente distinta y arriesgada, porque el argumento no se desarrolla en España ni en ningún lugar occidental del que hay mucha información y es fácil preparar el contexto, no, porque en este relato la mayor parte de la acción se sucede en un país tan recóndito y escasamente conocido para los occidentales como Uganda. Lo del riesgo es consabido, hay que documentarse, tal vez viajar hasta allí y mezclarse con sus gentes, con la cultura y tradiciones, con lugares y también de historia, porque además este libro tiene una parte de historia de ese país que es una auténtica herida abierta que a día de hoy aún no se ha cerrado.

Y es que la historia puede parecer convencional cuando se nos presenta a Isaías Yoweri, un inmigrante ugandés que regenta un negocio de reparación de bicicletas en Barcelona, vive plácidamente con Lucía, su pareja española con la que lleva cuatro años de relación y además ahora esperan un bebé, corre el año 2016, muy prosaico.

No obstante esa apacible existencia se ve alterada cuando aparece un día en el negocio un tal Enmanuel, un viejo amigo de la infancia y juventud, el cual le conmina a que vuelva a Uganda a una especie de conferencia sobre la reconciliación nacional en la que Isaías debería contar la realidad de aquella época, en torno al año 1992, en la que el país se sumió en un terrible episodio de inestabilidad y violencia.

Isaías se lo piensa muy mucho, no solo volver al país que lo vio nacer y que dejó atrás hace muchos años, sino porque el retorno momentáneo le podría suponer resucitar viejos fantasmas de una antigua vida que ni fue fácil ni tiene completamente cerrada.

Y es que el título de la novela «Antes de los años terribles», evoca a una existencia anterior del joven Isaías, cuando vivía feliz con su familia en el interior de ese país tan lejano como Uganda, entonces estaban todos, sus padres, sus hermanos, sus abuelos, todos dejaron la impronta de una infancia en la que todo eran nuevas experiencias cada día y la esperanza esculpida momento tras momento de lo que podía ser un futuro próspero en aquellas tierras de las que estaba enamorado.

Pero la inestabilidad del país devoró por completo las infancias y juventudes ficticias de Isaías y otros niños de su entorno, y en la realidad, porque está basado en hechos históricos reales, ya que todo parte de un conflicto étnico-religioso y definitivamente el fondo es, como en todos los conflictos, la lucha por el poder (dictatorial) que enfrenta al LRA (en inglés) o ERS, Ejército de Resistencia del Señor, contra el gobierno establecido; un LRA liderado por una especie médium o líder espiritual llamado Joseph Kony, aún vivo y en activo y buscado internacionalmente, el cual monta el tinglado para sus fines imperialistas y que bajo la tintura de la religión y la espiritualidad, consiguió secuestrar a decenas de miles de niños y jóvenes durante varios años para convertirlos en niños soldado y esclavos sexuales.

No obstante, para Isaías y su mujer que lo acompaña, su aparición en este congreso de la reconciliación será una auténtica vuelta atrás en el tiempo. Víctor del Árbol nos muestra en constantes saltos al pasado el momento en que Isaías fue secuestrado y sus posteriores vicisitudes hasta su huida varios años después; pero sus captores que se convirtieron, a su manera, en una especie de padres, así como aquellos niños, hoy adultos, que compartieron aquellos amargos años, siguen viviendo en el presente y algunos han variado su perfil.

Isaías, adiestrado a la fuerza como niño soldado, se nos muestra como un ser del que hoy no se puede mostrar orgulloso ni por asomo. En esa cruzada pseudoespiritual Joseph Kony y una serie de brujos tenían predilección por los niños albinos para hacer con ellos unos ritos salvajes de purificación, e Isaías se revelará como un especialista en el rastreo de esos niños tan blanquísimos en una tierra de negros, y será conocido, casi mito, como «el Cazador».

En el presente Isaías se verá enredado en un trance vital, sufrirá una especie de atentado, su mujer será secuestrada, y se involucrará a su pesar en una extraña operación que intentará parar un golpe de estado. En todo este desenlace del presente creo que el autor sinceramente se lía demasiado, haciendo la historia tan rocambolesca que, aun siendo ficción, es difícil de creer.

No obstante como la historia del presente avanza casi en paralelo con la del pasado, a mí me ha resultado más interesante esta última, que es toda un novela en sí misma, mucho más creíble y sumamente emotiva.

En cualquier caso, la novela es todo acción, se hace muy entretenida, y aunque te puedes liar un poco con el final, el solo hecho de que el contexto de la historia sea en África, en un país del que uno no sabe casi nada, ya me merece la pena su lectura, por su originalidad, y porque yo, que he pulsado África en sus cimientos, he rememorado la vitalidad desbordante y la naturaleza indómita de aquel continente que está explotando en positivo.

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