"EL AMIGO", DE SIGRID NUNEZ

Esta es una novela que no sé cómo llegó a mi vida, aunque sospecho que fue durante el confinamiento y pandemia donde multipliqué mis esfuerzos por leer con más asiduidad a como lo había hecho en el resto de mi anterior vida, así acumulé un sinfín de propuestas. Esta venía avalada por una legión de seguidores que reconocen a esta autora como una genial narradora, toda vez que es una afamada escritora estadounidense, profesora de literatura que además ha impartido numerosos seminarios de escritura creativa; este binomio «escritura creativa» creo que está más en boga, también sobrevalorado, y los lectores siempre esperamos algo que entretenga pero que nos sorprenda a la vez no solo por el argumento sino por la estructura del relato.

Sigrid Nunez, a la que hay que nombrar así porque en inglés ni hay tildes ni eñes, es hija de padre chino-panameño y de ahí el origen de su apellido, ha sido profesora de literatura en las prestigiosas universidades de Columbia, Princeton o Boston, ahí es nada.

Como no sé el origen de tener este libro entre mis manos tampoco me puse a indagar demasiado de qué iba, con solo el título de «El amigo», el inicio del libro, un tanto desconcertante, tanto que te hace dudar si seguir avanzando porque no te enteras de qué va, parece hacer alusión al eterno amigo de la protagonista que habla en primera persona y el cual ha fallecido. Ese amigo es un auténtico amigo, de los de verdad, de corazón, con el que nunca ha tenido relación sexual y es más amigo que sus tres exesposas, y lo del ascendente sexual no es baladí, porque él, profesor universitario y compañero de la protagonista es todo un mujeriego y las exesposas no son más que la punta de un enorme iceberg de seducción.

Pero basta avanzar un capítulo más en la novela para descubrir el verdadero cometido de la misma y cuál es ese amigo que se nos desvela. Tras la muerte de su «amigo», la Esposa número tres, ella las llama Esposa Uno, Dos y Tres, le dice que no se puede quedar con el perro de su fallecido marido y sospecha que la narradora sí que podrá porque es la que mejor comprendía al que fue su dueño.

Apollo, que es como se llama el perro, no es un can cualquiera, es un impresionante gran danés cruzado con pastor alemán de no menos de ochenta kilos. Nuestra chica vive en un reducido apartamento en pleno Nueva York donde obviamente no se permiten perros y menos de ese tamaño tan inusual.

Y ahí es cuando te empieza a enamorar la historia porque el amigo no será otro que el perro, ese ser con sus sentimientos y con su dignidad, cada vez más presente en nuestras vidas por más que mucha gente se empeñe en tratarlos mal o en cuestionar a los que nos relacionamos con ellos.

Aunque es un relato divertido, simpático y ameno sobre los problemas que va a tener con el perro en su comunidad, a la par que da un repaso a toda su vida y en especial en su relación con el que fuera dueño del animal, en realidad es una especie de ensayo muy sensible sobre el comportamiento animal, sobre su dignidad, sus sentimientos…

Sigrid nos adentra en un interesante universo en el que nos obliga a reflexionar sobre el papel de los animales domésticos, en especial, los perros en la vida cotidiana de los que, de algún modo, pasamos todo el tiempo o una parte en su cercanía.

La narradora desde luego se pregunta cómo afronta un perro el día en que deja de ver a su dueño, porque él no sabe lo que es la muerte, pero sí comprende la ausencia o algo parecido. También el cambio de vivienda, nunca sabremos bien lo que se estresan los animales, caseros por obligación, y más en las grandes ciudades, y más en aquellas personas que no están acostumbradas a sacar a sus mascotas a la calle varias veces al día.

Quizá sí podemos entender que aunque nuestros perros no hablan nosotros sabemos entenderlos; los estudios hablan de que, dependiendo las razas y el nivel de repeticiones de una actividad, su edad mental puede estar cercana a los cuatro o cinco años de edad de un humano, salvando las distancias. Cuando Apollo intuye la presencia de su nueva dueña podemos percibir que se ha creado un vínculo y que el animal acepta su nuevo rol. Es obvio que los animales tienen muchas maneras de expresar sus sentimientos y sabemos cuándo están alegres o cuándo algo les afecta negativamente, en su reducido abanico de expresiones nosotros somos capaces de reducir las posibilidades de interpretación, eso sí, y esta es una opinión que nada tiene que ver con el libro pero sí que es una reflexión a la que me invita, el perro es perro y nos empeñamos muchas veces en darle características humanas, como si sus sentimientos o pensamientos fueran equiparables a los de un humano.

Dice Sigrid Nunez a través de su relatora que los perros son fieles hasta el extremo, incluso con quienes no merecen el afecto animal y yo añadiría que incluso con los que los maltratan. En esta novela enternecedora, que te levanta el ánimo y que te aboca a la risa contenida, Apollo se convertirá en esa bestia parda que legalmente no puede estar en la comunidad pero que toda la comunidad adora, porque todo es tan paradójico que al final se convierte en un ser adorable, todas esas imponentes dimensiones perrunas se transforman en ternura.

Nuestra nueva propietaria de Apollo barajará en un tono bastante simpático las vicisitudes de vivir con un perro tan enorme y el malabarismo legal para conseguir que al final no tengan que echarla de su apartamento.

Sigrid Nunez reflexiona sobre las amistades, sobre la vida, haciendo un repaso cultural que aborda la música, el arte, la literatura, el cine, y sobre todo nos desvela que, de una manera que pudiera parecer incomprensible, el mejor amigo no es el humano con el que compartió experiencias sino ese inocente perro que le dejó en herencia.

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