"AMOR", DE MICHAEL HANEKE

Michael Haneke es un reputado cineasta, controvertido en no pocas ocasiones por tratar los temas sociales sin tapujos y con rudeza, y que con esta película «Amor» podríamos decir que creó su obra maestra.

Sobre guion propio en esta producción nos muestra un drama social cotidiano contado con la máxima sencillez pero también enfrentándonos a una realidad que no queremos ver o atisbar, porque no la hemos percibido en nuestras familias o porque, a la par, no observamos nuestra vida con la perspectiva de saber que la vejez llegará, con todas sus consecuencias.

De la vejez trata la película, un episodio de nuestras vidas, al que llegaremos, si llegamos, y que diría que en las sociedades modernas aún existen notables disfunciones acerca de su abordaje. Nuestra vida circula por un camino que en el final se vuelve tortuoso y, a veces, poco amable.

Georges y Anne son un matrimonio mayor que se han dedicado a la enseñanza de la música, tienen una vida acomodada y residen en un céntrico y relativamente lujoso piso del centro de París. Disfrutan de su jubilación realizando esas actividades que más les gustan, entre ellas, asisten a conciertos donde se enorgullecen de las cotas alcanzadas por aquellos que fueron sus pupilos.

Pero un día Anne tiene un fallo de memoria, aparentemente sin importancia, pero va a más y la consecuencia es que queda paralizada de la parte derecha de su cuerpo. A la vuelta del hospital casi comienza una nueva vida para Georges, dedicado en cuerpo y alma a su mujer, levantándola, aseándola y atendiéndola en todo lo que necesita.

El fallo de memoria inicial de Anne también se revelará como el punto de inflexión de una situación que irá empeorando hasta el punto de la demencia. No obstante, antes de ello, Anne se encargará de declarar a su marido que no quiere seguir viviendo en esa situación.

Los días transcurren con un abnegado marido que cuida a su mujer con delicadeza y sensibilidad extremas. Cada día que pasa la carga es más pesada para Georges, ya que los cuidados y la paciencia va en aumento, por mucho que haya contratado a una enfermera que le ayuda algunos días a la semana.

El matrimonio tiene una hija, también dedicada a la música, que vive de acá para allá, y que de algún modo esa lejanía le desconecta un tanto de la realidad que le acontece a sus padres. Aun así es lógica su preocupación y trata de buscar una solución, solución que no mejora, según su padre, lo que tiene en su casa, porque por muy mal que esté uno, Georges piensa, y mucha gente en su situación, que en la casa de uno es donde mejor se está, y no valen residencias, hospitales o casas ajenas. Georges le dice a su hija «tú tienes tu vida, déjanos a nosotros tener la nuestra».

El lento y dramático declive de Anne va minando moral y físicamente a Georges, un Georges que tampoco es que sea un jovencito y que, con no poca dificultad, va procurando que su mujer lleve una existencia digna.

Hay un momento crítico en la película, es más que probable que las personas que sufren demencias en todas sus expresiones tengan determinados momentos de lucidez y Anne manda señales a su esposo de que no quiere seguir viviendo. En un momento dado se niega a beber agua y Georges en su frustración le suelta una bofetada a su mujer que además ella percibe.

Cada momento de la película, a medida que va avanzando es descorazonador, todo lo que sostiene la existencia de los personajes es el amor incondicional abonado a lo largo de muchos años. Pero Georges ya no es Georges, y sobre todo Anne ya no es más que un vegetal con escasa actividad neuronal. Es el momento de mayor reflexión para el espectador porque el final se adivina, en realidad, ya se sabía porque la primera escena que se ve en la película es a la policía y bomberos entrando en el piso y accediendo al dormitorio precintado del matrimonio donde Anne yace sobre la cama con un impoluto vestido entre flores.

Ese punto de máxima reflexión no es otro que el de plantearse si es humano facilitar la muerte de un ser querido, ahorrándole un sufrimiento gratuito y repetido a lo largo del tiempo. Ahí sí que es verdad que buena parte de la sociedad mundial no ha sido capaz de resolver este problema. En España se reguló en 2021.

Desde luego cada circunstancia es única y estar a favor o en contra de esta cuestión no es nada sencillo, pero en la película el debate es estéril, Haneke nos muestra con enorme sensibilidad que ayudar a morir a Anne es el mayor gesto de amor que su marido puede hacer, no es una cuestión de humanidad, que también, sino que una persona que quiere a otra puede llegar a tomar esta decisión porque es lo mejor que puede hacer.

La eutanasia sigue siendo un debate abierto y creo que en los sistemas sanitarios está más normalizado de lo que creemos, en España mucho antes de la entrada en vigor de la ley, porque la medicina ha sido capaz de superar muchos tabús. Es curioso que no tenemos ninguna duda cuando nuestras mascotas están sufriendo, y los queremos, ¿no es más humano si cabe hacerlo con nuestros semejantes humanos?

Aún recuerdo cómo en 2019 a un vecino de Madrid que presuntamente ayudó a morir a su esposa le estuvieron molestando con esta cuestión, en 2021, al poco de la existencia de nuestra ley orgánica se le absolvió, ¿llegaría este matrimonio a ver esta película?

Haneke nos invita a una profunda reflexión, nos conmueve, nos pulsa en el alma,incluso diría que me ha costado trabajo verla de una vez porque duele. A veces la película se vuelve lenta, pero no es más que el reflejo del proceder de Georges, como la vejez, un lento e implacable peregrinaje hacia nuestro final.

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