EL PUENTE (BRON/BROEN), LA MEJOR SERIE ESCANDINAVA DE LA HISTORIA

«Saga Norén, policía de Malmö» (o länskrim Malmö en sueco, porque la he visto en versión original con subtítulos en castellano, ya que aunque no entienda ni papa de sueco siempre que puedo veo las películas y series en su versión original), de tan taxativa forma se presenta siempre, tan seria ella, la inspectora de la policía sueca con sede en esa ciudad sueca, pues es antes policía que persona.

Pero es que para Saga esa es su vida, Saga tiene un acusado Asperger, con serias dificultades para las relaciones sociales, extremadamente sincera, sexualmente desinhibida, legalista y recta hasta el extremo y con poco tacto para tratar a sus semejantes en asuntos profesionales. Saga viste siempre del mismo modo y no tiene problema en cambiarse de camiseta en mitad de la comisaría, como tampoco le importa meterse el dedo en la boca en público para sacarse algún resto de comida, y no le pidas que te diga gracias jamás o que sonría. Y pese a todo es una inspectora fuera de serie, con impresionantes dotes para el análisis y la deducción.

He comenzado por este personaje principal porque esta serie «El puente (Bron/Broen)», encarnado por la actriz sueca Sofia Helin, a buen seguro que no habría tenido el mismo éxito si no hubiera mediado la personalidad tan poco común de la misma.

Tampoco hubiera tenido el mismo atractivo si no hubiera existido un icónico puente, se trata del Puente de Oresund, fantástica obra de ingeniería que en el año 2000 unió por carretera y ferrocarril la capital danesa Copenhage y la ciudad sueca de Malmö, tercera más poblada de ese país; trayecto que hasta ese momento había que hacerlo en ferri en una distancia que es apenas de 16 km. Fabulosa construcción que además tiene un tramo, el que se adentra en Dinamarca, que deja de ser puente y se convierte en túnel, de algún modo, metiéndose en el agua y siendo a la postre un túnel subacuático.

Alrededor de dicho puente o directamente en el mismo se suceden crímenes y secuencias de las cuatro temporadas que tiene la serie, y sobre todo el constante ir y venir de las policías sueca y danesa que colaboran estrechamente para resolver el puzle de los diferentes asesinos en serie que ilustran cada temporada.

A todo esto, aunque he visto la serie en versión original, y como no distingo sueco de danés, creo que la misma está hecha en sueco y en danés indistintamente, que debe ser bastante parecido (lo sé por experiencia porque una vez estuve en Suecia y los suecos se entendían bastante bien con sus vecinos daneses y noruegos), aunque entiendo que allí se subtitularía en sueco o danés por si algún local se perdía un poco.

A este respecto, el comienzo de la serie, el primer capítulo de la primera temporada, no puede ser más impactante, en mitad del puente, prácticamente en la frontera entre Suecia y Dinamarca, yace un cuerpo partido por la mitad, pero es más, pronto se descubre que del tronco hacia arriba pertenece a una persona y las piernas y el resto del cuerpo a otra. Esta división nada caprichosa obliga a trabajar codo con codo a las policías de ambos países.

Para la primera y segunda temporada estará junto a Saga Norén el inspector danés Martin Rohde. Como no puede ser de otro modo este es la antítesis de Saga, es vehemente, no le importa saltarse las reglas, es familiar, amigable y a la vez infiel y mujeriego, contraste este último que Saga no llega a entender del todo. En todo caso, el binomio funciona a la perfección porque ambos se complementan y aun con sus diferencias llegan a conseguir una buena amistad.

La primera temporada es y fue deslumbrante, con un argumento muy redondo y una producción muy cuidada, la trama policíaca que gira en torno a un asesino en serie extremadamente inteligente, planificador y cruel que pone en tela de juicio la justicia social y todos los males que aquejan a las sociedades avanzadas.

No hay momento de respiro y eso es una norma en la serie, a lo largo de las cuatro temporadas, siempre ocurre algo, y además la elegancia de la fotografía es apreciable, muy cuidada en unos escenarios suecos y daneses que denotan el progreso de dos naciones que van muy por delante de la Europa mediterránea, aunque a la par también rezuma que son sociedades algo impersonales, más superficiales en lo humano que por estos lares.

El final de cada capítulo suele tener un punto crítico como una vuelta de tuera o giro de guion que te mantiene alerta para el siguiente capítulo.

La segunda temporada mantiene los personajes principales y, en este caso, se tratará de resolver también una sucesión de crímenes que, en esta ocasión, gravitan sobre la defensa del medio ambiente y la mala praxis de uno de los lobbys más poderosos del mundo como son las farmacéuticas.

Esa segunda temporada culminará, como siempre y aun dejando un reguero de muertes, con un éxito policial, aunque en ese ínterin, Saga aprovechará para denunciar la comisión de un delito por parte de su compañero danés Martin, el cual dará con sus huesos en prisión. De hecho, esa fue la excusa para dar de baja en la serie del actor danés Kim Bodnia que, al parecer, no estuvo de acuerdo con los guionistas en el giro argumental que se le estaba dando a su personaje.

Es obvio que esta serie que nació en 2011 y cuya segunda temporada sería al año siguiente fue todo un éxito, diría que tuvo un grandísimo impacto mediático, por lo que los productores casi fueron alentados a seguir sacando brillo a un producto tan aplaudido. Así que no había más remedio que seguir generando asesinos en serie y, no menos importante, sustituir al inspector danés por otro personaje que resultara el adecuado contrapunto a Saga Norén.

Ambas premisas creo que fueron cubiertas a la perfección pues las temporadas tercera (2015) y cuarta (2018), tuvieron argumentos más elaborados si cabe que en las entregas precedentes y además la elección del nuevo compañero danés de Saga también fue más que acertada.

Dicho compañero será igualmente inspector de la policía de la capital danesa Henrik Sabroe (Thure Lindhardt), un tipo con un herida familiar lacerante, pues hace unos ocho años que su mujer y sus dos hijas pequeñas desaparecieron sin dejar rastro y eso le impide llevar una vida normal, de hecho, se droga para estar lúcido y tiene visiones recurrentes de su mujer y las niñas. No obstante, Henrik se separa del inspector Rohde en su personalidad, puesto que el nuevo integrante del elenco es, de algún modo, más parecido a Saga, un tipo con un alto coeficiente intelectual, observador y deductivo hasta la médula, lo cual sorprenderá a su compañera pues encontrará cierta afinidad en lo profesional que será muy de su gusto, aunque obviamente ella apenas lo expresa.

También emergerá un drama familiar que también lleva Saga a cuestas y que se había mencionado por encima en las dos primeras temporadas. Saga mandó a sus padres a la cárcel cuando era joven acusados estos de hacer enfermar a su hermana pequeña vía el síndrome de Munchausen por poderes.

En la temporada tres se suceden asesinatos despiadados que representan obras de arte, lo que luego derivará en una trama con connotaciones en el desarraigo familiar de la sociedad escandinava y, en general, de las sociedades avanzadas.

La cuarta temporada y última, y no creo que vaya a haber más, supone no solo la resolución de un nueva ola de crímenes seriados que tienen como foco central la venganza de un soplón de la policía sobre todos aquellos que lo traicionaron, sino que además terminará por resolver los dramas personales de los protagonistas principales Saga y Henrik, entre los que mediará además una relación sentimental, muy tempestuosa, dadas las personalidades tan heterogéneas de ambos.

Sí, puede ser la mejor serie escandinava de la historia, desde luego lo es del siglo XXI, por ahora, y mirando hacia atrás en el tiempo, la capacidad de los medios actuales ensombrecen producciones muy buenas del pasado.

Esta serie fue tan trascendente que incluso se hicieron versiones como «The tunnel», en coproducción británico francesa y «The bridge» por la cadena de televisión estadounidense FX, que ya no voy a ver, porque esta me ha dejado tan buen sabor de boca que prefiero no ver imitaciones, por muy buenas y enriquecidas económicamente que sean.

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