No me pude resistir a inaugurar mi ciclo de asistencia a teatros en la temporada 2025-26, extinguido el verano más en lo numérico que en lo climatológico, y es que la propuesta de ver una novela de Agatha Christie adaptada a los escenarios era más que apetecible, y que conste que la compañía Saga Producciones sabe promocionarse muy bien, y me ha estado martilleando con impenitente regularidad en el último mes y medio a través de algunas de las aplicaciones que tengo en el móvil con su publicidad.
Claro que no todas las novelas de Agatha Christie podrían tener un formato adaptable a un teatro, porque los escenarios no lo permiten, o de permitirlo tendrías que cambiar de decorado muchas veces y casi sería logísticamente imposible. Pero esta, uno de los más clásicos como es «Asesinato en el Orient Express», ya se presumía que podría funcionar, dado que toda la acción se desarrolla en un lujoso tren.
Y luego poner en marcha el proyecto en nuestro país creo que pasaba, para que resultara exitoso, por que la figura de Hercules Poirot, el sagaz detective belga presente en muchas novelas de la autora británica, fuera alguien con nombre y presencia, y creo que seleccionar a Juanjo Artero para encarnar este papel ha resultado un completo acierto.
A poco que tengas algo de cultura literaria o, más fácil, de cultura cinematográfica, ya sabes cuál es el argumento de esta novela, más exactamente, sabes el desenlace del misterio, que era la esencia de las novelas de Agatha Christie, enredos irresolubles que solo la perspicacia de los personajes que protagonizaban el papel de detective eran capaces de solucionar gracias a grandes dotes de inteligencia y observación.
En esta adaptación realizada por Ken Ludwig (traducida por Alicia Serrat y dirigida por José Saiz), este prolífico escritor, guionista y productor estadounidense se gana mi respeto, especializado en los últimos años en las adaptaciones al teatro de grandes clásicos de Conan Doyle o Agatha Christie, esta a la que asistí la escribió hace unos diez años.
Para los que hemos visto la película ya sabemos que puede haber alrededor de una quincena de personajes principales, aquí el elenco se reduce por razones obvias, se intenta reducir coste de actores y los que pudieran ser más superfluos en la trama aquí son suprimidos, y la verdad es que para nada resulta incongruente en la acción, sobre todo para el meollo argumental, es una simple cuestión numérica.
Por lo demás uno de los grandes caballos de batalla se me antoja que fue cómo idear un escenario con mucho trabajo artístico detrás, llevar un tren o un vagón a un teatro se presumía algo complejo, y ello, claro, tiene que pensarse mientras se prepara el guion, para que los cambios sean naturales, rápidos y no desconcierten al espectador. Aquí hay dos escenarios dobles o sea, que se dan la vuelta, por lo que nos permiten percibir cuatro espacios distintos: por un lado, un vagón exterior y el vagón restaurante, y por otro, tres compartimentos y los pasillos del vagón. Todo muy bien construido, toda una belleza para hacer esa ilusión de que nos metemos de lleno en ese tren que fue la maravilla de las maravillas en Europa durante parte del siglo XIX, el XX y ya inexistente en el siglo XXI pero con vocación de reverdecer los laureles en breve, según me he documentado. Obviamente era un tren de lujo para gente de alta alcurnia lo que proporciona a la novel de Agatha Christie un aroma exclusivo y elitista, en el que el espectador se convierte en protagonista de la trama, pero no como turista sino como un detective más, intentando hilar las pruebas, porque ese es el juego al que también nos invitaba la escritora.
Incluso en esa reducción de personajes la adaptación permite una acertada dualidad con el personaje que es asesinado y que obviamente sale al principio y ello permite que el actor liberado personifique otro más, como el coronel Arbuthnot y así digamos que se aprovechan dos personajes medios para construir un papel entero para un solo actor.
Hace muchos años que no he visto la película, pero ya digo que el argumento y sobre todo el desenlace es muy recordado, se podría resumir en una frase de tres palabras que evidentemente la voy a obviar, pero en cuanto a lo que recuerdo de la trama, sí que diría que algún que otro personaje le da un perfil un tanto distendido; en el teatro se busca entretener y algún guiño humorístico no viene mal en esta puesta en escena porque, en este caso, la muerte se nos muestra de una manera muy fugaz casi como un accidente y no hay nada truculento, por lo tanto, esas chanzas de determinados personajes están muy bien traídas.
Con ocasión de la representación que pude ver en el Teatro SAFA de Úbeda, nuevamente solo y ¿acongojado?, el pasado 12 de octubre, el actor Juanjo Artero, recibía un premio local a toda una carrera artística (el Antero Guardia), él reconocía que le había inquietado la propuesta que le hizo el director y la empresa productora para llevar a buen término el personaje de Poirot. Tal vez, apuntaba, no se hacía con la imagen física de un detective bajito y más bien fondoncete, características que no concuerdan en él, espigado y fornido; pero el teatro es una ilusión y al final te dejas llevar por el personaje que ves ante tus ojos olvidándote de recuerdos prefijados en tu mente.
Aunque no forme parte de la reseña de esta obra, Juanjo Artero defendió magníficamente al personaje, y hay que decir que su carrera representa un esfuerzo de superación de un personaje que lo marcó desde bien joven, el Javi de Verano azul; ya se sabe que muchos actores infantiles y juveniles luego no pasan el corte, algunos lo dejan para derivar a otro camino profesional, otros se convierten en juguetes rotos, y los menos consiguen superar ese encasillamiento para dedicarse profesionalmente a lo que les llena. Artero ha sido capaz de ello, aunque como espectador sea difícil evadirnos del pensamiento de aquel personaje mítico, en todo caso, él ya no es un chaval y hoy vemos con perspectiva dicho pasado como un dato anecdótico.
Por otra parte, la puesta en escena se redondea con un buen elenco actoral que le ofrece mucho dinamismo a una trama que ya sabemos cómo termina pero que aun así no nos importa rememorar una y mil veces porque los clásicos siempre te atrapan y riegan tus recuerdos para que sepas que tu acervo cultural también es llamado a escena.

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