DEREK, UNA GRANDIOSA SERIE PARA REÍR Y LLORAR SALIDA DEL GENIAL INGENIO DE RICKY GERVAIS

Comienzo a escribir esta entrada cuando ayer terminaba de ver esta serie, deseando que no acabara jamás, aguantando los últimos dos capítulos para querer deleitarla para siempre; y mientras terminaba me decía a mí mismo, me sorprendía a mí mismo, diciéndome que afirmaría en este blog que se trata de la mejor serie que había visto jamás. Y empiezo a escribir nada más terminar de verla para que no se me olvide nada de lo que quiero expresar. 

No sé si lo he dicho alguna vez, eso de que esta serie sea la mejor, series he visto muchas y muy buenas y no creo haber llegado a afirmación de semejante calibre, con películas sí que tengo unas ocho o diez favoritísimas, pero en series, esta me ha derrumbado.

Ha empezado el año 2021 y lo he hecho de un modo emocional, he llorado con la música (Marcus Warner) y lo hago ahora con esta serie; pero es que no pasa nada por llorar, no creo que sea un signo de cobardía o endeblez, más bien al contrario, hay que ser valiente para llorar y mostrar que muchas cosas nos conmueven y que llorando, algo trascendente y profundo se mueve en nuestro interior.

Reconozco que no sabía nada del actor, humorista y director británico Ricky Gervais, nada de nada (a partir de ya me convierto en fan incondicional), y llegué a Derek, como llego a casi todo en cuanto a cine y televisión, por casualidad.

Derek da vida a un singular personaje, un hombre en edad madura que tiene algún tipo de deficiencia, que bien podría ser autismo aunque tiene rasgos de ser también un «inteligencia límite», trabaja en una residencia de ancianos como auxiliar, donde asiste a los residentes en todo tipo de tareas, aunque fundamentalmente la de darles compañía.

Derek es entrañable, amable, un ser inocente y sin maldad. Nunca se enfada, es un ser bueno por naturaleza y los viejitos están encantados con él, su deficiencia lo hace especial para todos, es un ser que protege a los suyos, pero esos suyos (la gente mayor) también lo protegen porque perciben en su inocencia y en esas debilidades propias de sus deficiencias que es un niño grande al que tienen que cuidar y no puede ni debe sufrir mal alguno.

Por otro lado, Derek, el personaje, acentúa esos rasgos especiales con determinados tics, deja la boca abierta cuando termina una frase, camina con pasos cortos, mueve los dedos de manera repetida; por otro lado, remata esto con una estética peculiar, siempre lleva unos jersey de punto o lana con simétricos dibujitos, se peina con la raya al lado y el flequillo le cae sobre uno de sus ojos y acostumbra, por ejemplo, a soltar una retahíla de preguntas a cual más absurda, del tipo de «¿quién ganaría entre una cobaya y un ruiseñor?», o «¿quién ganaría entre Supermán y Linterna Verde?». Y, por supuesto, tiene ese perfil típico del autista Asperger que no entiende dobles sentidos, tiene algunas dificultades en las conversaciones de temas cotidianos y, finalmente, tampoco sabe determinados límites de las normas y es capaz de llamar al 112 tras encontrarse un pajarito moribundo a las afueras de la residencia.

Todos estos rasgos hacen de Derek un ser muy querido, incapaz de hacer daño a nadie ni de herir a los demás, pero es más, esa bondad que rezuma provoca algo extraordinario, y es que hace mejor a todos los que están a su alrededor.

El escenario de la serie es la residencia Broad Hill, una modesta institución y no muy boyante a tenor de los escasos trabajadores que hay y el elevado número de voluntarios que allí acuden, y también porque al principio de la serie se plantea la posibilidad de su cierre, de hecho, creo que es una residencia que depende de un consistorio local.

La acción en la residencia se desarrolla lenta, monótona, placentera, con la dirección, gerencia y amor de la omnímoda Hannah, que controla absolutamente todo con enorme profesionalidad y con una dedicación plena, lo es tanto que apenas tiene vida privada, ni ella ni nadie de los pocos que oficialmente trabajan en la residencia. De hecho Hannah vive en la residencia y Derek prácticamente también, porque tiene instalada una caravana a escasos metros del edificio y ahí va a dormir.

La propuesta de Ricky Gervais es teóricamente un falso documental, es decir, que hay unas cámaras que graban a los habitantes de la residencia y que les preguntan todo tipo de cuestiones, relativas a su cotidianidad y otros aspectos muchos más profundos, como la vida la muerte, la felicidad, la bondad, la maldad…

Gervais propone un diseño magistral, ya que bajo esa apariencia de falso documental anuncia una comedia, que lo es, pero termina siendo algo mucho más serio, o directamente algo tan serio que al final tiene más de drama que de comedia, pero un drama tierno, que llega al corazón; tan es así que algunas opiniones que he leído de la serie la califican con acierto de comedia dramática.

El humor lo pone el propio Derek, con su singular personalidad infantil, lo que provoca situaciones absurdas, pero también Douglas (Doug para los amigos), conserje y chico para todo, que es el más serio de todos los personajes pero lo dice todo tan directo y sensato que provoca la carcajada; y finalmente está Kevin (Kev para los amigos), un tipo que no trabaja en la residencia pero vive en ella y convive con los internos (comparte la caravana con Derek), está permanentemente bebiendo cerveza y lanzando proclamas sexuales, porque el tío es un salido y no se corta lo más mínimo.

La residencia es ese espacio aparentemente anodino y decrépito donde conviven personas de la tercera edad con diferentes grados de dependencia y con más o menos dolencias; hay gente perfectamente autónoma y personas con acentuada demencia senil, y ante todo, en esa modestia del centro, se percibe felicidad, bienestar, alegría, dignidad. Eso es lo que permite que las personas voluntarias que llegan a él, o esos personajes díscolos que tienen que hacer servicios a la comunidad por haber robado algo en un supermercado, se queden prendados de ese ambiente y cambien radicalmente el concepto de estas residencias y de la tercera edad en general.

Y a todo esto se llega porque Derek tiene una personalidad irregularmente arrolladora, como he dicho, él hace mejor a los demás con su ejemplo. Sus mensajes de vida son constantes, no quiere que acaben los días, él rezuma vida, quiere aprender más y más de los viejos porque son unos sabios, ama a los animales y la naturaleza, quiere a las personas sin medida… Derek ofrece el mensaje culmen de su bondad e inocencia cuando refiere que lo que más desearía en este mundo es morir antes que Hannah.

Y es que la serie nos presenta como auténticos testimonios de documental las opiniones de sus personajes, pero se trata de opiniones muy profundas que nos hablan de la vida, de la muerte, del sentido de la existencia y nuestro papel en este mundo.

Lo curioso de todo, de los aspectos que yo más resaltaría en la serie es que, de algún modo, se hace una exégesis de «personajes perdedores» o más exactamente de personas normales e incluso con numerosos defectos, como Kev. Hannah vive enclaustrada en la residencia y apenas tiene tiempo para Tom, novio al que ha conocido en el centro pues él era nieto de una residente; Derek es ese hombre del que en apariencia todo el mundo tendría pena; Doug es tan raro que bastaría con mirar su pelo; Kev es un inadaptado; y todos los que van llegando a la serie tienen sus defectos, sus imperfecciones, toda una amalgama de negativos resortes que no debieran casar con lo esperable en una residencia y, sin embargo, esa confluencia no es explosiva, sino armoniosa, bella, vital, instructiva.

En cada episodio nos enseña con mucha sensibilidad algún aspecto de la residencia aunque hay un cierto hilo conductor, como es la muerte de sus residentes. Ocurre varias veces y se percibe la enorme delicadeza con la que se trata este asunto. Uno de los episodios es especialmente bello, cuando fallece una de las residentes con Alzheimer, su esposo que va a visitarla cada día la despide con alegría y narra que cada día con ella es volver a conocerla, este fue el primer episodio en el que lloré. A este respecto Hannah se enorgullece de trabajar en una residencia y, en contra de lo que todos pensamos, podría parecer que es deprimente desarrollar una profesión donde ves morir gente de vez en vez, algo que no ocurre en la maternidad de un hospital. Hannah ofrece un testimonio tierno y lleno de verdad cuando señala que igual que otros traen niños a la vida, ella acompaña a los abuelitos a la muerte y lo hace para que eso ocurra de la manera más pacífica, digna y natural posible, absolutamente bello.

También fue notablemente lacrimoso para mí ese capítulo en el que Derek se tiene que enfrentar al sacrificio de su perro favorito, Ivor. No, la residencia no tiene animales pero tienen un acuerdo con una protectora para que les lleven perros una vez a la semana e interactúen con los mayores. Derek juega con Ivor cada vez que viene, es un perro vivo y simpático que juega compulsivamente con una pelotita, pero que calma rápidamente su actividad con las caricias de Derek debajo de la pata. En dicho capítulo le comentan que tienen que sacrificar a Ivor porque tiene una enfermedad incurable que va a empezar a hacerle sufrir. Hay unas escenas tiernas y bellas en las que un veterinario trata de convencer a Derek de que eso es lo mejor para Ivor, de que debe pensar que el perrito se va de este mundo siendo feliz y sin haber sufrido ni un solo día de su existencia. Derek acompañará a Ivor en ese último trance, bellísimo.

Probablemente el episodio cumbre de la serie es ese en el que la personalidad bondadosa de Derek se pone en cuestión. Derek fue abandonado de pequeño por su padre y ha vivido siempre sin la referencia de este, que era un bala perdida. El padre se presenta en la residencia y habla con Hannah porque quiere que interceda para que Derek acepte conocerlo. Derek se negará y sacará a relucir todo el dolor acumulado desde bien chico. A todos los de la residencia les chirría el comportamiento de Derek, jamás lo habían visto así, con unas respuestas tan «humanas», abandonando ese halo de todopoderosa magnanimidad. En uno de los funerales a los que acude Derek por el deceso de uno de sus mayores se encuentra en la puerta de la iglesia a su padre y lo rechaza, en la escena final de ese capítulo se ve a Derek abandonando el lugar en un coche a través de una larga calle y este se para a mitad de ella, Derek sale del coche camina hacia su padre lo recoge y lo monta en el coche. Derek se reconciliará con su padre, aun cuando este sigue siendo un hombre poco dotado de virtudes, nada ejemplar, es mujeriego, alcohólico…, aun así Derek reconoce que su padre buscaba a un hijo y él encuentra a un padre.

La serie es una bella miniatura que pretende ser un ejemplo para la sociedad, no es un documental, pero al final podría serlo perfectamente porque más allá de su formato de comedia de situación, nos ofrece muchos mensajes trascendentes.

Y para rematar que se trata de una comedia que va muy en serio, es sorprendente la elección musical, nada menos que una banda sonora en la que sobresale el muy conocido Ludovico Einaudi y la desconocida hasta ahora para mí Anne Chmelewsky, que me evoca a Michael Nyman. Es curioso que ni a Einaudi ni a Nyman los haya sacado en este blog y va tocando, no tengo perdón de Dios.

Se ve fácil y rápido, dos temporadas con pocos capítulos y estos que no llegan a la media hora de duración cada uno, y luego un capítulo extra al final con la boda de Hannah y Tom, un nuevo testimonio de la sencillez con que viven los personajes y la residencia que es su hilo conductor. Derek conocerá a una chica al final de la segunda temporada y se supone que estará en su vida a partir de ahí.

Desde luego que la recomiendo encarecidamente, se ríe y mucho con el típico humor británico y con golpes de gracia más universales y se llora con garantías si se tiene un poco de sensibilidad (por cierto solo está en inglés con subtítulos al español, y un inglés duro, muy coloquial). Sin duda que le doy un diez, el único pero es que al personaje de Kev le preparan unas escenas un pelín salidas de tono, graciosas sí, pero tan verdes que quizá no recomendaría que la serie la vieran niños, pero solo por esto, porque los mensajes que se ofrecen son también muy entendibles por los más pequeños.

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