"EL MENTALISTA", UN TIPO DEMASIADO PERFECTO PARA UN MUNDO IMPERFECTO

Si no recuerdo mal fue en La Sexta hace ya años cuando se anunció la emisión de esta serie con el marchamo de haber cosechado premios y una importante audiencia en Estados Unidos; una de esas clásicas series de intrigas e investigaciones policiales pero con un elemento diferenciador.

Sí porque en «El mentalista» el elemento distorsionador lo encarnaba el protagonista de la serie, Patrick Jane (Simon Baker), una suerte de psicólogo, mago y vidente que se valía de ciertas dotes ingeniosas para resolver con notable eficacia toda clase de casos policiales, generalmente asesinatos. De hecho, es asesor de la policía y a través de sus perspicacia es capaz de llegar a averiguar la verdad mucho antes que el resto, incluso valiéndose de recursos no muy ortodoxos.

Es evidente que llamaba la atención el personaje porque sus virtudes eran muy significativas. En realidad Patrick Jane fue de joven una especie de mago de feria, un engañabobos, y después, algo más mayor se dedicaba a ser médium, aunque él mismo reconoce que se valía de ser un gran observador y muy buen psicólogo, sin título, para adivinar el futuro a las personas, aunque fuera a través de las típicas generalidades bien revestidas o diciendo a la gente lo que quería escuchar.

Lo cierto es que aunque sus métodos no terminan de gustar a la propia policía con la que trabaja, al final es bastante resolutivo; y todo ello porque suele ser un tanto maleducado, se vale de estrategias inverosímiles, es sarcástico y suele ir por su cuenta, lo cual contrasta bastante con el relativo toque marcial y protocolizado de la policía.

Partiendo de ese mero concepto de un personaje tan arrollador, con todo su atrayente esquema de protagonista: guapo, educado, bien vestido (siempre con traje y chaquetilla pero sin corbata), un tanto misterioso y reservado, un tanto maniático (tiene en las oficinas de la policía su propio rincón de pensar, que es un sofá un tanto ajado), lo cierto es que la serie alcanza mayor interés porque detrás de un Patrick Jane desenfadado, afable, simpático, siempre de buen humor, hay una terrible historia en su mochila, y es que una especie de asesino en serie que se hace llamar John el Rojo mató a su mujer y su hija unos años atrás; lógicamente el trasfondo de la serie es que Patrick utiliza su puesto en la policía como una manera de llegar a desenmascarar a su enemigo más furibundo, el que rompió una vida feliz y placentera.

Como creo que he referido en alguna ocasión en esta bitácora me gustan las series que aunque empiezan y acaban en un capítulo, te cuentan una minihistoria, no obstante, tienen un hilo conductor, es decir, la trama avanza, sus personajes crecen, evolucionan, tienen sus idas y venidas, tensiones amorosas, problemas vitales… Aquí ese hilo conductor es John el Rojo, no aparece en todos los capítulos su referencia, pero de algún modo, está presente, bien porque Patrick retrocede en su recuerdo o porque específicamente John el Rojo vuelve a asesinar o plasma su sello en algún capítulo de la forma más cruel dejando tras de sí su propio símbolo en forma de dibujo en rojo pintado en pared, con sangre chorreante en el que aparece una simple cara sonriente un tanto siniestra.

En ese avanzar de la serie no será hasta la mitad de la sexta temporada de las siete que tuvo la serie cuando se desvela quién es realmente el personaje que se esconde detrás de John el Rojo, y esos capítulos, que ya están muy centrados en descubrir a ese despiadado asesino, son muy interesantes; lo que sí es cierto es que son vibrantes y la resolución de la trama es sumamente original, lo que ya no convence tanto es el verdadero personaje del malo de la serie.

En el proceso de estirar la goma durante varias temporadas con el misterio principal de la serie, cabe referir que todos los episodios tenían un título donde la palabra «rojo» o sinónimos suelen informar sobre la trama de ese capítulo concreto, tras la resolución de ese gran misterio, los títulos irán referidos a toda la gama de colores.

En paralelo a ello hay subtramas relativas a la vida personal del elenco principal de la serie, sus amoríos, su pasado…, y en el caso de Patrick va creciendo una especie de tensión sexual con su jefa directa, la agente Teresa Lisbon, la cual está en una constante lucha por entender a Patrick, tratar de que no saque mucho los pies del plato y de que vaya cerrando el capítulo de su vida anterior, con lo que progresa el afecto que poco a poco se van profesando.

El esquema de la serie suele ser en cada capítulo muy similar, hay un asesinato, Patrick acude a la escena del crimen, y se revela más allá de sus dotes de psicólogo en un criminólogo sin igual, pues es capaz de ver ni lo que los profesionales más avezados tan siquiera son capaces de captar; y esa capacidad para conseguir datos donde nadie los halla es algo que informa su investigación, que suele ser callada, al margen de sus compañeros policías y que al final termina ofreciendo al culpable. Yo diría que es una especie de miss Marple a lo moderno o la Jessica Fletcher de «Se ha escrito un crimen»; y es que en ese sentido, la serie tiene esas características clásicas de las novelas pasadas a la televisión, donde hay un crimen, varios sospechosos, no muchos, apenas cuatro o cinco, y pesquisas insólitas y que no están al alcance de cualquiera, dan con la persona que ha cometido el crimen.

La serie quiero pensar que fue aguantando con la intriga de desvelar la identidad de John el Rojo, por cada temporada hubo algo más de veinte episodios y porque la propuesta innovadora que ofrecía la serie pudo enganchar al gran público; entendiendo no obstante que la serie no acabaría hasta mínimo la resolución de ese gran misterio, la realidad es que yo que la he visto a ratos tengo que decir que el prototipo de un hombre tan superdotado a mí me terminó por saturar, será que con lo años he empezado a valorar no ya que la perfección no existe, sino que el ser relativamente mediocres, imperfectos, es hasta bueno, porque eso te ayuda a mejorar; pero es que Patrick Jane es tan insultantemente perfecto que aun siendo un personaje de ficción, imposible de encontrar en el mundo real, a veces resulta inaguantable, pero así estaba montado el personaje.

Así estaba montado el personaje y tal vez, y voy a referir lo que puede que a los seguidores de esta serie les repela, el propio actor protagonista, Simon Baker, resulta forzado, ni siquiera sobreactuado, más bien todo lo contrario, infraactuado, es tan humorístico, tan ajeno al peligro que parece como si no actuara bien, es muy pasota; incluso lo es cuando trata de expresar sentimientos, cuando intenta llorar, de sentir dolor, no convence, no llega…, pero bueno, estas son cosas mías.

La serie parte de la idea original de Bruno Heller y luego está desarrollada por múltiples guionistas y, en un recurso muy habitual en series, también está dirigida por otro buen puñado de profesionales, con lo que esto le ofrece algo de novedad en cada capítulo.

Como recomendación a la gente que no ha visto la serie, pues lo interesante está hasta el capítulo en el que se sabe quién es John el Rojo, después el interés decrece y ya se puede seguir viendo hasta saber dónde acaba la vida sentimental de Patrick Jane, pero eso, si se quiere.

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