CARMONA, LAS PUERTAS QUE NOS ADENTRAN EN UNA ANTIGÜEDAD LLENA DE VIDA

Muchas veces uno piensa, yo lo he pensado alguna vez, que el embrujo de Sevilla capital es tan enorme que casi ensombrece al resto de su provincia, y claro, parece que no es de recibo que uno visite cualquier pueblo sevillano si no ha ido varias veces a la capital hispalense y ha visto lo más señero.

Nos decidimos hace unos meses en un invierno tardío o en una primavera temprana y, en todo caso, climáticamente suave por mor del visible e inquietante cambio climático, por visitar la que podía ser una de las ciudades más interesantes turística y patrimonialmente de la provincia de Sevilla como era Carmona.

Carmona está en esa cercana frontera con la provincia de Córdoba y probablemente, como ocurre en muchos pueblos de Andalucía, todos se saben un poco de aquí y de allá, como este, un poco sevillano, un poco cordobés, y definitivamente andaluz. Y con esto pues también una mezcla de culturas, pasadas y presentes, que se ven reflejadas en sus calles, en sus plazas y en sus edificios.

Siempre reflexiono mucho en mis entradas en este blog relativas a los lugares que visito acerca de cómo nacen los asentamientos humanos, un punto gravitacional es la existencia de un río, el agua atrae al ser humano porque donde hay agua hay riqueza; otro de los puntos magnéticos no ha de ser otro que el de la defensa territorial, y en una tierra con tanta historia como la nuestra, donde tú y yo somos el fruto racial y cultural de civilizaciones pretéritas, los pueblos también se ubicaron en atalayas, en montañas, cerros, altiplanos…; cualquier sitio en alto desde donde poder observar alrededor las posibles incursiones enemigas y, en consecuencia, defenderse ante esos ataques, implicaba la necesidad de construir fortificaciones amplias donde poder acoger a los rectores del enclave y a sus habitantes. Hace no mucho leí, que además los pueblos se desarrollan y se hacen más grandes, cuando la zona defensiva, por ejemplo, un castillo, ya no podía albergar a toda la población.

Carmona se ubica en lo alto de un promontorio desde donde se divisan varios kilómetros a la redonda de una zona bastante plana, de ahí la otrora oportunidad estratégica del lugar. Se presume que debió tener una estructura cerrada de la que quedan bastantes vestigios, no tanto la muralla y sí las puertas por donde se accedía al recinto. El Alcázar del Rey Don Pedro, hoy convertido en Parador es el punto más elevado y allí ya apuntamos la Puerta de Marchena. No obstante, y lo que más define el casco antiguo y lo que debió conformar la muralla es todo lo que engloba, de una manera más o menos circular el espacio que hay entre la Puerta de Sevilla y la Puerta de Córdoba.

Hay que dar gracias de que, especialmente estas dos puertas, se hayan mantenido en el tiempo y no hayan sucumbido al fervor destructivo de generaciones pretéritas, porque le ha permitido a Carmona tener un casco antiguo bastante definido. Aparte de esa perfecta definición yo diría que un punto favorable para la preservación del patrimonio de este municipio es que la conservación de ese casco es bastante buena y se ve auspiciada por el hecho de que es un casco antiguo vivo, poblado y cuidado; todo se conjuga, visitas muchos cascos antiguos que son ficticios, solo fachadas, porque no vive nadie, aquí vive gente en sus casas antiguas y eso permite que haya una sensación de integración del entorno con la antigüedad bastante notable.

La Puerta de Córdoba tiene cierta sobriedad que se gana tal vez por el hecho de que acentúa el carácter defensivo para la que se construyó, y es que prácticamente nada se ha construido fuera de ella y efectivamente se orienta hacia la provincia cordobesa, y desde ella se atisba campo, el mismo que verían los pobladores de siglos atrás.

Más prestancia, por todo el entorno que la engalana, adivinándose una construcción similar a un castillo, tiene la Puerta de Sevilla, aunque por la fecha de la construcción hemos de señalar que es propiamente un alcázar; es de algún modo, la entrada natural al casco antiguo, y que hace frontera con la Carmona más moderna.

Por cierto que es recomendable hacer un paseo, casi intuyendo esa hipotética muralla, circundando la ciudad desde la Puerta de Sevilla hasta el Alcázar convertido en Parador de turismo. En el Alcázar del Rey Don Pedro se mantienen bastantes restos defensivos.

En el interior de ese casco antiguo llama la atención cierto bullicio, calles estrechitas y bien cuidadas, limpias, con otras adoquinadas y plazas y pequeños paseos que se jalonan en el recorrido siempre un tanto caótico que uno pretende y desea realizar.

Casas señoriales, palaciegas, mansiones y diferentes construcciones de hace varios siglos van adornando ese periplo sin plan preconcebido, y uno se maravilla de las innumerables construcciones y su impecable mantenimiento en buena parte de los casos con un uso público, ya sea como museos, establecimientos hosteleros o actividad institucional. Uno de ellos, con una bella fachada, es donde se ubica el Museo de la ciudad, en lo que fue un palacio denominado Casa Marqués de las Torres, casi un millón de años de antigüedad se repasan en las distintas salas expositivas y que denotan el prestigio histórico de esta ciudad.

Otros edificios antiguos solo mantienen la fachada y se han convertido en comunidades de vecinos con construcciones modernas, de ahí que en el casco antiguo se aprecie más actividad de la común para un centro de estas características. A modo de paréntesis últimamente se está criticando mucho esta tendencia porque muchos planes de ordenación urbana de municipios se centran en exclusiva en las fachadas cuando los interiores también podrían preservar esa apariencia, siempre que no esté en estado ruinoso o no tenga valor.

Pero lo que de verdad yo diría que le da inmensa prestancia a Carmona y a su casco antiguo son sus iglesias, auténticas catedrales, tanto por dentro como por fuera, de hecho, más de una de esas potentes iglesias pasaría por catedral en varias capitales de provincia de nuestro país. El estado de mantenimiento también es notable, así como el ornato y la belleza son destacables.

Las iglesias son el resorte que impulsa la Semana Santa de la localidad, que se adivina fervorosa y brillante, porque además los recorridos por el casco antiguo permiten miles de instantáneas que te transportan a la misma procesión que se pudo celebrar allí hace quinientos años por ejemplo.

Como bien integradas están sobre todo plazas y jardines, con ubicaciones acertadas de pequeñas tabernas que le dan un aire barrial al casco antiguo. Estos establecimientos, por lo que vimos, tienen buen gusto por la decoración, no solo por agradar al cliente habitual también para el turista ocasional, como fue nuestro caso. Espacios que, sin duda, inspiran y rezuman tradición, uno pone el oído y se habla de fútbol, de política, del clima…

Las tiendas del casco antiguo también son coquetas y cuidadas, ese afán es muy de valorar, porque un destino turístico se ceba con la unión de todos sus engranajes y esa es una función que afecta a todos sus vecinos y a todos sus empresarios, no todo es responsabilidad de las administraciones públicas.

También particularmente está integrado el Mercado de abastos, convertido en esa función mixta que ya tiene en muchos lugares, como es el de su fin propio comercial y últimamente, ante el retroceso de esta actividad comercial tradicional que no puede luchar contra las compañías generalistas de supermercados, en un soporte cultural que incluso le da más vida, porque permite ampliar sus horarios y que vertebra perfectamente la zona. Allí pudimos celebrar una fiesta joven, convertidos en jóvenes por un día.

Saliendo del casco antiguo Carmona es una típica ciudad andaluza donde se vive con alegría y cierta despreocupación, y hay monumentos que bien pudieran formar parte de ese casco antiguo, iglesias que se asoman a esa potente formación defensiva.

Uno de esos edificios insignes es el Teatro Cerezo, que le da mucho señorío a la localidad carmonense, además cercano a un parque convertido en el pulmón del pueblo.

Carmona procede del nombre de Carmo, probablemente nombre con el que la conocerían los romanos o incluso pueblos anteriores. Los vestigios de esa antigüedad se reflejan en un impresionante anfiteatro que está a un pequeño paseo del casco antiguo. El anfiteatro está claramente infrautilizado, la construcción es de tal envergadura que pocas habrá en España de ese tamaño. Se me ocurre que se podrían hacer conciertos u obras de teatro en este espacio. Justo enfrente tenemos también una necrópolis de gran valor patrimonial.

La importancia de Carmona a lo largo de los últimos siglos y casi de cualquier pueblo se mide por el número de establecimientos religiosos, de órdenes religiosas que estuvieron asentadas. Eso se traduce, por ejemplo, en los conventos que albergaban y que sí eran vida efectiva de los pueblos cuando la religión era un puntal importante de las poblaciones.

Y aquí viene casi una reflexión aparte de esta entrada, con ocasión de nuestra visita a Carmona estuvimos alojados en el Convento Madre de Dios, un edificio enorme situado en pleno centro histórico de la ciudad. Da un poquito de pena que las vocaciones estén en declive y la función social que hacían las congregaciones religiosas hoy es algo residual. Ni hay vocaciones ni tampoco sirven ya los conventos como residencias de jóvenes, casas de acogida… En este convento la solución idónea ha sido reconvertir en hospedería al objeto de mantener con vida el edificio, sufragar gastos y dotar a la orden religiosa, hoy gestionada por las colombianas Hermanas Dominicas, Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, de una nueva actividad productiva.

Dicho esto, el precio era muy competitivo y abrir sus muchas habitaciones al viajero de turno posibilita que no se deteriore y que con ese dinero se pueda mantener un patrimonio de valor incalculable. A la salida del hotel una hermana nos invitó a visitar sus varias capillas y sus pequeños tesoros, casi por ello mereció la pena ir a Carmona. Lo que vimos fue una maravilla. Seis hermanas viven en ese convento, es triste, pero cuando estás ahí tú te imbuyes en el espacio, hay una mística que puedes respirar; la habitación es sobria pero suficiente; y si todo ello contribuye a devolver alguna oveja descarriada al redil pues objetivo conseguido.

Luego nos enteramos que Carmona ha sido escenario natural de diversas películas y series, no es para menos. Para los que no somos sevillanos ha sido una cierta sorpresa y desde luego es más que recomendable para cualquier aficionado a las escapadas de fin de semana una en esta ciudad.

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