CAMINO DE SANTIAGO "BARBANZA A ORIXE". VIAJE INICIÁTICO I

El deseo y/o la experiencia de hacer el Camino de Santiago es multigeneracional, y con esto quiero decir que en los últimos 25 años, más o menos, varias generaciones de españoles (no sé si en otros países de Europa), por tanto, de distintas edades, sueñan o soñamos con hacer este «viaje espiritual» alguna vez en la vida. Gente joven, gente de mediana edad, o gente madura como yo, deseamos afrontar esa especie de reto personal y vivencial, por razones religiosas, mentales, culturales, naturales o lo que sea que cada uno tenga en su mente.

Me cuesta mucho escribir esta entrada por distintas razones, no porque no sepa lo que quiero escribir, sino porque a medida que teclee es posible que me haga daño algo de lo que escribo y no sé cómo llegaré al final de este articulillo. Para los que me siguen en esta bitácora tengo autoimpuesta la premisa de escribir de una forma genuina y original, documentándome eso sí, pero intentando que lo que se plasma en el blog sea diferente a lo que se ha escrito en este infinito mundo de Internet. Es más, al poco de comenzar con esta mi aventura literaria personal de cada fin de semana, me enteré de que para que un blog pueda escalar en las búsquedas de la gente, atiende precisamente a esos criterios de originalidad para poder posicionarse muy arriba en los buscadores. Desde luego, no es mi intención posicionarme en ningún buscador pero si de paso que yo soy original alguien entra en esta bitácora pues será más que bienvenido.

Al hilo de lo anterior podría ser bastante difícil escribir sobre el Camino de Santiago y ser original, porque se ha escrito muchísimo, desde lo más institucional a lo más personal. Tanta gente asume esta vivencia y mucha de ella plasma algo en las redes que intentar ser genuino puede ser una entelequia.

No obstante y remedando aquella especie de proverbio que dice «sin haberlo deseado me ha salido un pareado», lo cierto es que el Camino de Santiago que hice en la segunda quincena de septiembre de 2023 (nótese que han pasado cuatro meses y no había hecho la reseña y mis razones existenciales he tenido) tuvo un aspecto original intrínseco pues el camino que hice era de los más «nuevos» de la oferta existente, el denominado «Camino de Barbanza A Orixe». Hay poco escrito sobre el mismo, y porque luego me pasó una cosa trascendental en mi vida que me va a marcar sí o sí, que no estaba prevista, que ha provocado un cambio y que tuvo lugar en el transcurso del trayecto y no sé si pudo ocurrir porque la gente que lo hace se ve llamada por una fuerza telúrica o por un poder espiritual que es capaz de doblegar las razones.

El cambio es de cierta trascendencia para mí que, en el momento de publicación de esta entrada, yo estaré llegando a Santiago, realizando el Camino por segunda vez en mi vida, sí, unos cuatro meses después, pero lógicamente ahora usando otro itinerario, esta vez en solitario.

Pero vayamos por partes, el Camino de Santiago es a día de hoy el mejor producto turístico de España. La persona o personas que idearon y rescataron esta antiquísima tradición para adaptarla con todos sus elementos a la vida moderna, no solo fueron unos visionarios sino que fueron unos genios. Y es que cuando haces el Camino de Santiago la esencia se fundamenta en una IDEA, con lo que el planteamiento no puede ser más genial.

No seré yo el que cuestione la existencia de un fin materialista por parte de los que hacen que esta IDEA siga expandiéndose año tras año, sería como demonizar un viaje iniciático que he hecho, que estoy haciendo y que, según lo que me depare el futuro, pudiera volver a hacer. Sin embargo, no quiero dejar pasar por alto una breve anotación, cada cual se toma el Camino como quiere, el fin es llegar a Santiago y visitar los restos del Apóstol; de los mismos no se han querido hacer pruebas científicas para comprobar su data y/o su naturaleza. Yo desde chico siempre escuché, y parece confirmado históricamente, que Santiago nunca puso un pie en Hispania (san Pablo parece que sí) y que esos restos que todos los que hacemos el Camino veneramos pudieran ser de un tal obispo Prisciliano, e incluso de un animal.

¿Y qué? Da igual, si el que afronta el Camino lo hace por convicciones espirituales, una reliquia no es más que un símbolo que, como lo es cualquier figura de santo o virgen que vemos en una iglesia, nos lleva a recordar nuestras creencias. Para un cristiano convencido (yo lamentablemente no lo soy y me gustaría) Dios está en todas partes, los santos igualmente e incluso tenemos un ángel custodio, a modo de guardaespaldas personal e intransferible que vela por nosotros y nos echa una mano en momentos de angustia (a mí me tiene un poco abandonado o es que le tengo poca fe). Así que con la parafernalia de un viaje distinto, con connotaciones físicas por el esfuerzo más o menos grande que requiere, por la gente que conoces, por los sitios por los que pasas y los paisajes que disfrutas, llegar a la Catedral de Santiago y besar la figura del Santo, es algo que conmueve, seas o no religioso.

En un mundo en el que nuestro calendario está absolutamente mediatizado por nuestras familias, nuestros trabajos y el cajón de sastre de «las circunstancias que nos rodean», la mayoría de la gente hace el Camino cuando puede y no cuando le gustaría. De ahí que el Camino de Santiago como producto turístico puro y duro, ha ido engordando año tras año como ya he referido, y los picos de afluencia en temporada alta, para los españoles y buena parte de los europeos, entre primavera, todo el verano y primera parte del otoño, supone que los caminos más populares sean, y así lo comentábamos en el grupo con el que hice el Camino en septiembre, casi como ir con un coche por la M-30 en un día laborable a una hora punta.

Y no, tampoco quiero demonizar la infinidad de variantes del Camino, aunque no me resisto a comentar lo siguiente, es más que probable que las peregrinaciones sean una tradición ancestral en todo el mundo, pero es lógico pensar en lo que respecta al de Santiago, que las mismas no fueran tan masivas y, desde luego, nada culturales como ahora. Si existían rutas más o menos consolidadas del Camino de Santiago, digamos en el Medievo, nada más que por una cuestión de demografía las rutas serían pocas y sobre todo muy poco transitadas. El legado escrito, uno de los más importantes es el Códice Calixtino, que dejaron las pocas personas que hace varios siglos atrás sabían escribir permitió que esos visionarios que comenté al principio, decidieran recuperar esa tradición y adaptarla y convertirla en este genial producto mercadotécnico y multidimensional, y de eso tampoco hace mucho, tendríamos que remontarnos a la mitad del siglo XX, de una manera muy tímida y poco a poco ese proyecto tomó peso y es una máquina perfecta que avanza, a día de hoy, en progresión aritmética.

Y es que en esa expansión de rutas para desmasificar las más asentadas o clásicas, cada localidad, comarca o zona también quiso tener su minuto de gloria, y como si se tratara de la multiplicación de los panes y los peces, ¿a quién no le va a gustar un imperio romano del siglo I?, o dicho en plata ¿a qué pueblo no le iba a gustar que el Camino de Santiago pasara por sus calles? Y eso, que hoy tenemos decenas de rutas más o menos oficiales, con ramificaciones que llegan a toda Europa, y cada una de ellas con infinidad de variantes.

Hay que advertir que una ruta oficial no es una cuestión baladí y creo que la declara la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia, pero para alcanzar esa oficialidad hay que pasar un proceso minucioso de varios años y básicamente la asociación o los promotores deben presentar documentación que acredite que existieron vestigios de que peregrinos a lo largo de la historia pasaron por tal o cual pueblo, datos de iglesias y parroquias donde pudieran haber señales de que esos caminantes pretéritos hicieron parada y fonda y/o presentaron sus respetos a vírgenes y santos...

Una ruta permite dinamizar a los municipios por donde pasa, hostelería, gastronomía, turismo, servicios…, ojalá tuviéramos en Andalucía o en Jaén, un Camino de Santiago o un Camino creado para otro santo, para que una ruta peregrina pasara por Bailén, por Linares, por Begíjar o por cualquier confín de mi provincia.

El Camino de Barbanza A Orixe es una de esas rutas novísimas, pues apenas nació a mediados de 2022 por lo cual es casi una ruta inédita, cuyo artífice pude conocer personalmente pues nos lo encontramos en una de esas etapas en Puebla de Caramiñal, que no es otro que Manuel Mariño, fundador de la Asociación de Amigos do Camiño A Orixe. La pretensión era darle movimiento peregrino a una zona relativamente cercana a Santiago y que no tenía ruta, basándose en lugares con interés paisajístico, cultural, histórico y patrimonial que también merecía la pena poner en valor.

La ruta tiene su base en la península de Barbanza, en la costa norte de la ría de Arosa, comienza en el faro de Corrubedo, en la parroquia del mismo nombre, perteneciente al municipio de Ribeira, está configurada en cinco etapas y en la cuarta, que alcanza Padrón, ya conecta con el más afamado Camino Portugués.

Tengo buena forma física y hacer veinticinco km diarios ya me imaginaba que no me supondría un gran quebranto. Acudí al Camino con pocos prejuicios, sin haberme generado grandes expectativas y sin pensar demasiado en qué me iba a encontrar. Es más, si alguna vez me hice un esquema mental del Camino tal vez fue el de un camino empedrado, homogéneo y casi rectilíneo.

Afortunadamente la leve idea que tenía fue superada por la realidad ya que esta ruta, y ya me han dicho que las restantes también, tiene un poco de todo, ves el mar, pasas por un bosque, por una aldea, te paras en una iglesia, en un cruceiro, caminas por la senda de un río, atraviesas un puente, subes un monte, te pierdes en un maizal o llegas a una ciudad. Tiene ese punto laberíntico y de sorpresa que me encantó, el no saber qué te encontrarías pasados unos metros me resultó fascinante. Yo he asumido el concepto de que el Camino de Santiago, por la primera experiencia que he tenido, es como ir en un vagón de una montaña rusa, solo que son tus pies los que te transportan a través de un itinerario cambiante y bello. Y hasta si se quiere el clima también es laberíntico, porque agua siempre hay, mucha o menos, pero es cambiante igualmente, tal vez sería por la época, en un rato te mojabas y en el otro manga corta.

La gente con la que hablo y ha hecho el Camino realmente coincide en lo potente de esta experiencia vital y que el entorno es de una belleza natural a la que no estamos acostumbrados, al menos por el sur de España. Probablemente de lo más positivo que me llevo es el atracón de naturaleza, toda una maravilla para tus pulmones, tus neuronas y tu ser. Decía un profe mío del cole que un día en la naturaleza te da tres días de vida más, y puede que haya sido multiplicado mucho más.

Entrando a reseñar las etapas, la primera respira Atlántico desde el faro de Corrubedo, para ir adentrándose en bosques y sierras, atravesando aldeas donde los hórreos te saludan, culminándose en Ribeira, más concretamente en Palmeira, una de las más populosas de la zona, importante punto que evoca la pujanza del sector pesquero, marisquero y conservero, como lo es tradicionalmente por estos lares.

La segunda corre entre Palmeira y Cespón, y tampoco nos apartamos mucho de la vista de la ría, mientras caminamos por bosques pegados a ella, casi metidos los árboles en el agua. Se pasa por Puebla de Caramiñal, o simplemente Puebla y continuamos por campos abiertos donde disfrutamos de flores diversas, plantaciones de calabazas, maizales o nogales y castaños. Casi al final de la etapa se pasa por la populosa Boiro.

En la tercera ya vamos entre Cespón y Aldea Quintans, se pasa por Rianxo, allí estuvimos hasta en el mercadillo, otro lugar que suena y huele a Galicia, a mar y a conservas, y vamos casi orillando la ría, mucho bosque, aldea, se abraza el mar y me evocó aquel sitio el luctuoso asesinato de Diana Quer, que fue por aquella zona.

En la penúltima ya sí abandonamos definitivamente la ría para subir hasta Padrón, mucha sierra y mucho bosque, aldeas de interior y la sensación de que te acercas a zonas más industriosas. Padrón viene de pedrón, aquella piedra que se encuentra en la iglesia de Santiago, se supone que es aquella en la que el apóstol amarró su barca cuando navegó desde Oriente, Palestina supuestamente, hasta nuestras tierras.

El último tramo ya entronca con el Camino portugués, si en las cuatro etapas anteriores no vimos a nadie que hiciera la misma ruta jacobea que nosotros, aquí sí, ya se nota que el portugués es un camino consolidado y es más que un paseo de gente por una gran ciudad en una hora punta. Ya se nota el desarrollo turístico y de servicios que jalona el camino, incluso un gaitero que a más de quince kilómetros de Santiago tocaba su instrumento desde bien temprano.

Es obvio que las cuatro etapas anteriores del Camino de Barbanza A Orixe deben desarrollar un tejido hostelero y de servicios que ahora mismo diría que está balbuciente, hasta la gente nos miraba extraña observando esta nueva ruta que atraerá turismo peregrino en el futuro.

Y Santiago de Compostela como destino, como culminación de lo que cada uno haya querido asumir, como reto, como satisfacción, como orgullo, como superación o simplemente como experiencia con dosis de naturaleza. Quizá lo último sea lo que más me ha motivado. También hay gente que lo toma como un lugar de encuentro donde conocer gente. Yo, en ese momento de mi vida, no estaba motivado por ello, era feliz.

Dicen que el Camino cambia a las personas y a fe que puedo corroborar este extremo, a algunas más que a otras, porque si todo sale como preveo mientras se publica esta entrada yo estaré haciendo nuevamente el Camino en un recorrido distinto y en un tiempo distinto y manifiestamente menos benigno; pero es una manera de resarcirme, de sobreponerme a la injusticia, de resetearme, de sanar, de renovarme y de observar el futuro, a partir de ya, con ilusión.

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