"THE OFFICE", CUANDO LA INCOMPETENCIA ESTÁ AL MANDO, LA ÓPERA PRIMA DE RICKY GERVAIS

En tiempos de bajón navideño nada mejor que protegerse con series divertidas y desenfadadas. Y hace un tiempo tenía en agenda seguir explorando la carrera del genial Ricky Gervais, uno de mis mejores descubrimientos del último lustro.

Con Ricky Gervais he hecho una regresión en el tiempo y comencé viendo lo más actual hasta alcanzar, ahora, la primera serie que puso en marcha, que fue de tal impacto que es por lo que Gervais se proyectó hacia el futuro y su fama traspasó fronteras.

Hoy hablo de «The Office», una serie que rompió moldes y que marcó el estilo genuino de Ricky Gervais, apoyado por uno de sus amigos y colaboradores más cercanos, Stephen Merchant, y producida por la BBC, que básicamente se centra en la burla de sí mismo y que se proyecta a modo de documental (falso documental) como una forma de dar cierta veracidad a lo que nos traslada el argumento. Desde luego, aun entendiendo que es una comedia, nos acerca de una manera más realista a los problemas más o menos serios que subyacen en las diferentes tramas.

Ricky Gervais protagoniza a David Brent el jefe de una oficina de una compañía papelera llamada Wernham Hogg. De algún modo conociendo el talante del timonel de la oficina se puede conocer a su tripulación, y Brent no es ningún ejemplo. Brent se empeña en ser un tipo más amigo que jefe, que intenta (no lo consigue) hacer piña a base de estar bromeando con todos y en todo momento de forma absurda. De hecho no hace nada, jamás se le ve haciendo su trabajo, más allá de ser el entretenimiento, cuando no el hazmerreír de sus subordinados.

Obviamente los empleados recogen el guante que les lanza el de arriba, si la diversión está por encima del trabajo pues no hay problema, y algunos de ellos, fundamentalmente aquellos sobre los que se centra la serie están todo el día con bromas, con cuitas y pensando en cualquier cosa más que en su propio trabajo.

Podríamos decir que la serie tiene mucho de eso que hemos oído hablar de la Ley de Murphy, pero que para este caso concreto es la ley o principio de Peter, que dice algo así como que «todo empleado es susceptible de ascender hasta su máximo nivel de incompetencia». Si de algún modo David Brent fue competente en algún puesto inferior, en el que desempeña en la actualidad es definitivamente incompetente.

Desconocemos cómo habrá llegado Brent a ser ese incompetente jefe, pero el caso es que su vida es bromear, pensar en lo que va a hacer cuando salga del trabajo, generalmente beber con los amigotes y emborracharse. Hasta ahí todo bien pero el caso es que Brent apenas es gracioso para sí mismo, y sus compañeros le ríen la gracia por compromiso o no se la ríen directamente.

En esas entrevistas que se van intercalando en cada episodio Brent no hace más que justificar su política del amiguismo y el descoque, porque piensa que haciendo grupo es como se trabaja mejor y, en realidad, no hace nada más que hacerles perder el tiempo.

David Brent es muy amigo de filosofar y esta la mejor excusa del personaje de Ricky Gervais para reírse de él mismo porque alardea de tener principios y virtudes más que plausibles para la sociedad, pero la realidad le da la contraria porque el personaje es racista, machista, egoísta, clasista, en definitiva, un tipo rastrero.

Aparte es un tío que se quiere mucho a sí mismo, se cree que es el más gracioso, el más guapo, el que más sabe, el que mejor canta… En un episodio de la primera temporada traen a la oficina a un formador para dinamizar grupos y David Brent no para de interrumpirlo y de adquirir tal afán de protagonismo que al final el formador termina aburrido, por no decir hasta los mismísimos, y se marcha.

Entre las subtramas hay una que está fuertemente presente y es la tensión sexual no resuelta entre Tim (Martin Freeman, el que luego sería un consagrado actor interpretando, por ejemplo, al Dr. Watson de la serie Sherlock) y Dawn (Lucy Davis) que tiene mucha conexión, pero esta sale desde hace bastante tiempo con un tipo de almacenes notablemente odioso.

Aunque parezca increíble todavía puede haber alguien más inepto y ridículo que David, y no es otro que su subdirector, otro cumplidor de la ley de Peter, se trata de Gareth Keenan (Mackenzie Crook), que encarna todos los defectos de su superior y casi los supera. La gran diversión de Tim y Dawn, y de ahí uno de sus puntos de conexión, es que se están siempre burlando de él, a base de explotar sus defectos gastándole bromas donde lo ponen constantemente en evidencia.

No obstante y volviendo a David Brent, este tiene algo que podría ocurrir en cualquier oficina (en mi trabajo pasa), el que menos trabaja o el que menos puede alardear de su desempeño suele ser el que más pone en jaque a los jefes. Brent es contestón y maleducado con ellos y en un momento de la serie lo echarán. Todo un capítulo se dedicará a fanfarronear acerca de que su despido es una oportunidad y que tiene todo un futuro por delante, en otro momento rogará llorando a los jefes, en un gesto patético y probablemente el más sincero de toda la serie, para que no lo echen.

La serie se grabó en dos temporadas 2001/02 y 2002/03, como una especie de regalo por el éxito de la serie en las Navidades de 2003 nos regalaron dos episodios especiales en los que nos mostraban cómo le había ido a los personajes pasado un tiempo. David Brent era ahora un comercial de productos de limpieza, probablemente adecuado a su perfil, todo un bofetón de realidad, y además empeñado en volver a la Oficina cada cierto tiempo, dando a entender que se resiste a abandonar aquel que fue lugar de «trabajo» y de fracaso. Gareth Keenan es ahora el jefe, ascendiendo a su máximo nivel de incompetencia. También se resolverá el idilio entre Tim y Dawn, pero no lo cuento.

El producto fue todo un éxito y se hicieron versiones en otros países, en 2005 la NBC hizo una para Estados Unidos, y que voy a tener el gusto de visionar, porque en momentos de zozobra emocional hay que buscar estrategias que te arranquen una sonrisa.

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