Tengo una cierta debilidad por los juegos y, de vez en cuando, saco en esta bitácora alguno de los que me han acompañado en la vida y que más interesantes, atractivos o curiosos me han resultado, y ello porque parto de la base de que el juego es un elemento de fundamental importancia para el desarrollo integral del niño, y en adultos nos ayuda a avanzar en nuestra sociabilidad.
El juego que hoy traigo a colación se denomina, o yo lo conozco así, al menos en buena parte de la provincia de Jaén y Granada como “juego de la pita”. Puede resultar confusa esta denominación por un doble motivo, hay otros juegos que se llaman de la pita, pero que no son el que yo refiero aquí, y por otra parte, este que hoy analizo puede ser conocido en otros sitios con un nombre distinto.
Por eso, lo más inteligente es describirlo para que salgamos de dudas. Desde luego, es una modalidad lúdica que viene muy bien en este tiempo estival, por eso aprovecho este momento, ya que es un juego que se desarrolla al aire libre, a ser posible en una zona seca y sin vegetación, el lugar ideal es lo que toda la vida hemos conocido como descampado, de esos que todavía podemos encontrar en localidades medias y pequeñas, y que en grandes ciudades podría sustituirse por un parque.
Es un juego que requiere muy pocos medios y la diversión está asegurada, básicamente una pita es un palo de unos 30 cm. de largo aproximadamente que, si puede ser, terminará en punta en cada uno de sus extremos, o de lo contrario habrá que afilarlo manualmente, y el segundo y último elemento que se necesita es un palo más largo que se encarga de golpear la pita, como si de una especie de bate (de béisbol) se tratara, en muchos sitios a este palo se le llama marro.
La dinámica del juego es bien sencilla, se golpea con el palo largo a uno de los extremos de la pita con objeto de levantarla un poco y golpearla nuevamente con fuerza y habilidad para que salga despedida a la mayor distancia posible.
Sobre la base de este simple esquema, imagino que en este juego tradicional que es muy antiguo y que seguro que han jugado muchas generaciones antes que la nuestra, se pueden establecer diversas reglas de carácter local. Yo, cuando he jugado de pequeño y adolescente, recuerdo que se podía jugar individualmente o por equipos, y ganaba el que mandaba la pita a más distancia una vez realizados tres lanzamientos. Para cada uno de esos lanzamientos había tres intentos, es decir, que había tres posibilidades para levantar la pita y, a su vez, golpear en el aire.
Precisamente ahí estriba la clave de este juego y es ser lo suficientemente eficiente en esos intentos, porque a veces uno no puede golpear bien la punta de la pita, por falta de pericia o porque el terreno donde ha caído no permite muchos alardes (se me ocurre que tiene similitudes con las bolas de golf cuando caen en un bunker). Es posible que logremos levantar la pita pero no acertemos a darle bien, en mi época teníamos un cierto margen, una cierta flexibilidad y si golpeabas y prácticamente no dabas a la pita y había avanzado apenas unos centímetros o se había quedado en el mismo sitio se consideraba como un intento fallido y se permitía repetir siempre que no se hubieran agotado los intentos. La mala suerte es que le des a la pita pero con tan escasa destreza que no la alcances de lleno (cuanto más en el centro mejor) y apenas hayas avanzado unos metros.
Sin duda, la mayor descarga de adrenalina es cuando consigues atizarle bien a la pita y ésta vuela en el aire como si de un pájaro se tratara, imagino que es algo parecido a lo que sienten los bateadores cuando consiguen un jonrón.
Por último, y en cuanto a la sistemática del juego para facilitar el primer lanzamiento y no frustrar demasiado a los menos diestros se solía colocar la pita en alto entre dos piedras, con un hueco por debajo, por el que se metía el palo largo para elevar la pita de forma más controlada que cuando simplemente está en el suelo de plano, y desde ahí existen más posibilidades de golpear con acierto.
Como ya he comentado es un juego muy antiguo que lamentablemente hace tiempo que he dejado de verlo en Andalucía, me consta eso sí que en Galicia sí sigue existiendo afición entre personas mayores, también en Canarias y las dos Castillas. Lo que sí he podido confirmar es que es un juego nativo de nuestro país y, sin embargo, no emigró ya que en otros países hispanohablantes, por ejemplo, parece que no se conoce.
En lo que respecta a la denominación de juego de la pita, también se conoce como juego de la tala, este último debía ser el nombre original, de hecho, se puede buscar en el diccionario de la RAE, en una de sus acepciones “tala” y nos explicará en unas líneas en qué consiste el juego. Y tiene sentido, lo de tala porque, es una suposición mía, las personas que crearan el juego hace siglos pudieron ser leñadores que aprovecharían restos de madera para entretenerse en sus ratos libres y lógicamente cogían lo que tenían más a mano, palos de madera y, ¡a garrotazo limpio! para aliviar tensiones y todo eso.
Ya digo que estos pueden ser los nombres más comunes, pero también está extendido el nombre de billalda o billarda por el norte de España y, en algunos sitios también se conoce como el juego de la estornela, el mocho o la chirumba.
Tengo un grato recuerdo de este juego porque hace unos años, en mi época universitaria en Granada tuve la oportunidad de proponer esta actividad a un grupo de niños de un barrio periférico, no se trataba de niños de familias desestructuradas, pero sí estaban algo asilvestrados y rebeldes, digamos que colaboraba como voluntario en un proyecto social, y estuvimos jugando toda una mañana y los niños se lo pasaron pipa y todos disfrutamos mucho.
En fin, de vez en cuando voy por la calle o el campo y veo un palito de determinadas características, y siempre estoy imaginándome que es el tamaño ideal para ser una pita, y lástima que no llevo otro más largo encima, que si no...
Sin desdeñar los juegos actuales electrónicos, a los que he estado siempre muy vinculado desde joven y aún juego desde mi casa a alguno en Internet, es una lástima que se abandonen estos juegos al aire libre que pueden ofrecernos ratos agradabilísimos y con un punto de diversión muy intenso.
El juego que hoy traigo a colación se denomina, o yo lo conozco así, al menos en buena parte de la provincia de Jaén y Granada como “juego de la pita”. Puede resultar confusa esta denominación por un doble motivo, hay otros juegos que se llaman de la pita, pero que no son el que yo refiero aquí, y por otra parte, este que hoy analizo puede ser conocido en otros sitios con un nombre distinto.
Por eso, lo más inteligente es describirlo para que salgamos de dudas. Desde luego, es una modalidad lúdica que viene muy bien en este tiempo estival, por eso aprovecho este momento, ya que es un juego que se desarrolla al aire libre, a ser posible en una zona seca y sin vegetación, el lugar ideal es lo que toda la vida hemos conocido como descampado, de esos que todavía podemos encontrar en localidades medias y pequeñas, y que en grandes ciudades podría sustituirse por un parque.
Es un juego que requiere muy pocos medios y la diversión está asegurada, básicamente una pita es un palo de unos 30 cm. de largo aproximadamente que, si puede ser, terminará en punta en cada uno de sus extremos, o de lo contrario habrá que afilarlo manualmente, y el segundo y último elemento que se necesita es un palo más largo que se encarga de golpear la pita, como si de una especie de bate (de béisbol) se tratara, en muchos sitios a este palo se le llama marro.
La dinámica del juego es bien sencilla, se golpea con el palo largo a uno de los extremos de la pita con objeto de levantarla un poco y golpearla nuevamente con fuerza y habilidad para que salga despedida a la mayor distancia posible.
Sobre la base de este simple esquema, imagino que en este juego tradicional que es muy antiguo y que seguro que han jugado muchas generaciones antes que la nuestra, se pueden establecer diversas reglas de carácter local. Yo, cuando he jugado de pequeño y adolescente, recuerdo que se podía jugar individualmente o por equipos, y ganaba el que mandaba la pita a más distancia una vez realizados tres lanzamientos. Para cada uno de esos lanzamientos había tres intentos, es decir, que había tres posibilidades para levantar la pita y, a su vez, golpear en el aire.
Precisamente ahí estriba la clave de este juego y es ser lo suficientemente eficiente en esos intentos, porque a veces uno no puede golpear bien la punta de la pita, por falta de pericia o porque el terreno donde ha caído no permite muchos alardes (se me ocurre que tiene similitudes con las bolas de golf cuando caen en un bunker). Es posible que logremos levantar la pita pero no acertemos a darle bien, en mi época teníamos un cierto margen, una cierta flexibilidad y si golpeabas y prácticamente no dabas a la pita y había avanzado apenas unos centímetros o se había quedado en el mismo sitio se consideraba como un intento fallido y se permitía repetir siempre que no se hubieran agotado los intentos. La mala suerte es que le des a la pita pero con tan escasa destreza que no la alcances de lleno (cuanto más en el centro mejor) y apenas hayas avanzado unos metros.
Sin duda, la mayor descarga de adrenalina es cuando consigues atizarle bien a la pita y ésta vuela en el aire como si de un pájaro se tratara, imagino que es algo parecido a lo que sienten los bateadores cuando consiguen un jonrón.
Por último, y en cuanto a la sistemática del juego para facilitar el primer lanzamiento y no frustrar demasiado a los menos diestros se solía colocar la pita en alto entre dos piedras, con un hueco por debajo, por el que se metía el palo largo para elevar la pita de forma más controlada que cuando simplemente está en el suelo de plano, y desde ahí existen más posibilidades de golpear con acierto.
Como ya he comentado es un juego muy antiguo que lamentablemente hace tiempo que he dejado de verlo en Andalucía, me consta eso sí que en Galicia sí sigue existiendo afición entre personas mayores, también en Canarias y las dos Castillas. Lo que sí he podido confirmar es que es un juego nativo de nuestro país y, sin embargo, no emigró ya que en otros países hispanohablantes, por ejemplo, parece que no se conoce.
En lo que respecta a la denominación de juego de la pita, también se conoce como juego de la tala, este último debía ser el nombre original, de hecho, se puede buscar en el diccionario de la RAE, en una de sus acepciones “tala” y nos explicará en unas líneas en qué consiste el juego. Y tiene sentido, lo de tala porque, es una suposición mía, las personas que crearan el juego hace siglos pudieron ser leñadores que aprovecharían restos de madera para entretenerse en sus ratos libres y lógicamente cogían lo que tenían más a mano, palos de madera y, ¡a garrotazo limpio! para aliviar tensiones y todo eso.
Ya digo que estos pueden ser los nombres más comunes, pero también está extendido el nombre de billalda o billarda por el norte de España y, en algunos sitios también se conoce como el juego de la estornela, el mocho o la chirumba.
Tengo un grato recuerdo de este juego porque hace unos años, en mi época universitaria en Granada tuve la oportunidad de proponer esta actividad a un grupo de niños de un barrio periférico, no se trataba de niños de familias desestructuradas, pero sí estaban algo asilvestrados y rebeldes, digamos que colaboraba como voluntario en un proyecto social, y estuvimos jugando toda una mañana y los niños se lo pasaron pipa y todos disfrutamos mucho.
En fin, de vez en cuando voy por la calle o el campo y veo un palito de determinadas características, y siempre estoy imaginándome que es el tamaño ideal para ser una pita, y lástima que no llevo otro más largo encima, que si no...
Sin desdeñar los juegos actuales electrónicos, a los que he estado siempre muy vinculado desde joven y aún juego desde mi casa a alguno en Internet, es una lástima que se abandonen estos juegos al aire libre que pueden ofrecernos ratos agradabilísimos y con un punto de diversión muy intenso.
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