ASTURIAS, PATRIA MUY QUERIDA

Cuando lancé por primera vez mi blog y comencé a escribir, no sabía exactamente qué dimensión tomaría, aunque si tenía muy claro por qué lo quería hacer: me gusta escribir y quería tener un espacio propio para hacerlo con una frecuencia semanal. Ahora tras más de siete meses de vida, observo otra razón como es la de ofrecer mi punto de vista, mi opinión sobre asuntos diversos, con la idea de ser un elemento de debate constructivo, de alegre charla con mi círculo de amistades, como una forma de darle un poquillo de salsa a nuestra existencia que a veces pasa por tramos anodinos.

Sabía más o menos lo que quería abordar, lo que aparece en el título general de esta bitácora entre paréntesis, pero poco a poco mi alma escritora me dicta algunos aspectos que me salen del corazón plasmarlos en este espacio virtual.

Por eso en las etiquetas de este blog, va a aparecer por primera vez la de “Lugares”, donde voy a ir en la medida que surjan en mi vida y tenga gana o ilusión por contarlo, aquellos lugares que he visitado en el presente en el pasado y que merecen la pena quedar en mi memoria y en la de este humilde recoveco.

Este pasado mes de julio tuve la oportunidad de visitar por primera vez en mi vida, en compañía de mi familia, la región de Asturias. Un viaje entrañable con unas connotaciones personales muy fuertes que será para mí y para todos los que lo disfrutamos, imborrable.

Para empezar soy de los que opinan que un viaje puede ser fantástico o una pesadilla más por la gente con la que vas que por el sitio que visitas. Partiendo de esta premisa en mi vida he tenido viajes horrendos en lugares pintorescos y otros fantásticos aunque fuera el lugar más feo y con menos atractivo del mundo.

En este caso, sin duda, mi viaje ha sido de los inolvidables. Asturias es un paraíso, un oasis en el norte de España donde todo es una explosión de naturaleza, de verdor, un cuadro polícromo por doquier. Además entramos desde la provincia de León y en apenas unos kilómetros cambias de comunidad autónoma y de paisaje de forma brutal.

Tuvimos una bienvenida apoteósica porque coincidió con el día más glorioso de la historia del deporte español, que yo ya anticipaba las jornadas anteriores que era poco menos que decir que de la historia de España. Me alegré enormemente haber errado en mis vaticinios y haber vivido lo que nunca jamás pensé que ocurriera, que nuestros jugadores levantaran la copa del Mundial de fútbol. Pues allí estábamos, en un chigre asturiano, Bar La Bolera de Anayo, bebiendo sidra natural y comiendo algunas exquisiteces de la gastronomía regional rodeados de parroquianos, que algo más fríos que nosotros estaban ansiosos por cantar el gol. Se dejó querer, pero cayó con justicia el tanto, lanzaron unos cohetes y entre el cansancio del viaje y los efluvios de la popular bebida asturiana, sólo deseé dormir y despertar para convencerme de que no era un sueño, ¡no fue un sueño!

En esos días pudimos disfrutar de una Asturias que a casi mil kilómetros de distancia de mi casa, es tan España como en Andalucía, y uno se siente bien, porque es más, los asturianos son amables y acogedores, muy orgullosos de lo suyo pero sin cargar, sin imponer, porque eso es lo mejor, yo ahora soy un hombre nuevo, yo ya soy de sidra natural. De hecho, la foto que he utilizado para esta entrada tiene su razón de ser, es el tiíllo que suscribe, apenas dos días después de la gloriosa jornada, a los pies de la estatua de Don Pelayo en Cangas de Onís, considerado el primer rey de España, que iba simpáticamente ataviado con la bandera de nuestro país.

Si la naturaleza es el elemento cohesionador de Asturias, hay otros elementos que le dan coherencia a esa región. A consecuencia de esa naturaleza, de su abrupta geografía y de ser una franja de terreno acariciada por el mar Cantábrico, tiene un clima que en nuestro tórrido mes de julio andaluz, podríamos calificar como de benigno. Nunca nos conformamos con lo que tenemos, e imagino que como nosotros ahora renegamos del calor, en invierno ellos se cansarán de las lluvias, pero que nos quiten lo bailado, porque sus veranos son suaves, casi tropicales, con decir que un par de días encendimos la chimenea de nuestra casa rural.

Y luego Asturias tiene eso, tiene gastronomía, la sidra, el cabrales, sus carnes... Ese ganado que pasta a todas horas por prados interminables. Tiene ríos que le dan la esencia a muchos pueblos. Tiene una arquitectura peculiar con casas predominantemente de madera y pintadas con vivos colores.

Y, por último, sitios, los sitios que visitamos y que siempre son el reclamo turístico de estas tierras, Oviedo y Gijón, las urbes; Covadonga, el santuario y la llegada de la Vuelta Ciclista a España; Ribadesella, Cangas de Onís, Arriondas, Infiesto, Villaviciosa, Colunga, Lastres... Hasta siempre o hasta pronto.

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