"MEMENTO", DE CHRISTOPHER NOLAN

Quizá sea una de las películas que con menor número de días de rodaje (veinticinco) más tinta ha hecho correr. La cinta “Memento” de Christopher Nolan, gana adeptos y mito a medida que pasa el tiempo; una película complicada pero imprescindible al mismo tiempo.

Puede que estemos ante uno de los ejemplos más recientes, producida en el año 2000, en el que un presupuesto nada exorbitado permite ofrecer un resultado final bastante sugerente. Mucho tendrían que aprender las grandes producciones de experiencias de este carácter.

En esencia todo gira alrededor de la enfermedad de su protagonista Leonard Shelby, interpretado por el actor Guy Pearce, que señala: “No puedo crear recuerdos nuevos”. A consecuencia de un golpe en un momento crítico de su vida, la violación y asesinato de su mujer, este pierde su capacidad para crear memoria reciente, en una suerte de rara enfermedad denominada amnesia anterógrada.

Lo curioso de la trama y que ha sido el factor que ha provocado que se convierta en una película de culto, es la inversión de la secuencia temporal de los hechos. Rememorando al relato más conocido por todos en “Pulp fiction”, en vez de haber una correlación de escenas sin orden cronológico, sucediéndose de forma teóricamente anárquica las más recientes en el tiempo con las más lejanas; en “Memento”, hay una clarísima regresión secuencial, desde el presente hasta el pasado, de modo que el principio de la película es realmente el final.

No obstante, lo interesante de este ejercicio es que cada escena pasada va ofreciendo el porqué de la anterior, de modo que vas construyendo el guión con cada nueva escena, que explica y justifica la anterior. Sin duda, una película rara y difícil de ver, que a medida que se revisa y se escruta cada escena, ofrece nuevos puntos de vista. Aparte se alternan algunas escenas en tiempo real (en blanco y negro), con otras regresivas (en color), no obstante, la sustancia se obtiene de la vuelta al pasado.

La atmósfera en la película no puede ser más angustiosa y agobiante, porque el protagonista, fiel al terrible mal que padece, debe generarse su propio código para sobrevivir y desvelar quién asesinó a su mujer. De esta manera se vale de una cámara de fotos instantáneas, y va tomando pruebas de todo lo que le rodea a la par que anota en ellas informaciones trascendentales. Del mismo modo, se va tatuando en su cuerpo las claves que le ayudarán a descifrar este intrigante rompecabezas.

En cualquier caso, es una película que tiene acción pero a la vez mucho diálogo y muchas citas que hacen reflexionar acerca de la memoria y los recuerdos. Con toda seguridad que si se analiza “Memento” en profundidad siempre nos dejará dudas, deliberada y suspicazmente colocadas por Nolan para ofrecer al espectador un abanico de hipótesis que podrían dar pie a numerosos debates en un hipotético cine fórum.

Sin duda, una película imprescindible para el buen amante del cine, más allá de la calidad narrativa y argumental, por el juego secuencial. Atrevida y sórdida a tramos, pero que no dejará indiferente, siempre te arrojará algún interrogante. Suerte que tengo memoria reciente, pero suerte también que vivimos para olvidar, porque igualmente sería angustioso que lo recordáramos todo.

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