GORAN BREGOVIC, SONIDOS DE LOS BALCANES

Si ves a alguien por la calle y le preguntas por Goran Bregovic, probablemente te dirá que no tiene idea o te responderá que si se trata del último fichaje del Real Madrid o del Barcelona de baloncesto, ahora que andamos por el Mundial de este deporte y abundan los apellidos balcánicos (nada menos que tres selecciones de la ex Yugoslavia entre las mejores dieciséis de este planeta, y dos en cuartos). Pero no, este Goran ignoro si le gusta el baloncesto, pero desde luego es un fuera de serie en la música.

Sí porque si te acercas por Croacia o Serbia, y preguntas por este hombre es muy seguro que la mayoría lo conozca. Es un compositor tremendamente popular en los Balcanes y, de hecho, en muchos países de la Europa del Este tan desconocidos como cercanos, es muy famoso.

Goran podemos definirlo como un compositor total, su variedad de registros nos ofrece un impresionante repertorio que abarca la New Age, World Music, el folk de varios países, las bandas sonoras... De hecho, la cotización de este músico subió cuando se hizo habitual componiendo las bandas sonoras para un monstruo del séptimo arte, como es el cineasta bosnio Emir Kusturica.

Quizá la gama musical de este personaje supone en sí una proyección de su propia existencia. Goran Bregovic nace en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina, antigua Yugoslavia), de padre croata y madre serbia, y para colmo contrajo matrimonio con una bosnia musulmana. De algún modo, es el prototipo de muchas familias que quedaron cercenadas por una de las guerras más absurdas de los últimos años. Al fin y al cabo nunca terminé de entender que el crisol de razas y nacionalidades de la extinta Yugoslavia deviniera en luchas intestinas y de clanes familiares, cuando a lo largo de muchísimos años gentes de distintas etnias, religiones, idiomas y costumbres, convivieron sin mayores problemas, hasta que se produjo la desmembración y germinaron las ambiciones territoriales, el poder, el deseo de riqueza, surgiendo hace apenas veinte años, casi ayer, un conflicto feroz donde surgieron caudillos, ejecutores, genocidas y toda una panoplia de personajes que aún hoy son buscados por la justicia para que rindan cuentas.

Un paseo por la música de Goran Bregovic es ante todo un paseo por el folclore de la Europa más ignota, es una mezcla de música moderna, alegre, a veces con un punto de discoteca, en la que se van incorporando sonidos, voces e instrumentos ancestrales de los Balcanes, Bulgaria, Grecia…

Da idea del prestigio de este compositor que sus colaboraciones con grupos, músicos, orquestas de toda clase y especie, superan los dos centenares. Tampoco es ajeno en su producción a la colaboración de artistas de lo más variopinto como el mítico a la par que histriónico Iggy Pop, o la caboverdiana Cesaria Évora.

Pese a lo poco conocido que pueda resultar el bueno de Bregovic, de vez en cuando se deja caer por España y nos deleita con su música plena de matices. El que se acerca porque lo conoce, lógicamente un público restringido, acierta; el que va por casualidad, a buen seguro que se queda prendado y habrá asistido a un espectáculo inolvidable. Estuvo el pasado año por nuestro país, y este año no tiene anunciado nada por estas tierras.

No me quedaría con un solo trabajo de Goran Bregovic, en realidad me quedo con toda su obra, una excursión por diferentes músicas de nuestra vieja Europa; un acto de conjunción de identidades, razas e idiomas que nos permite descubrir sonidos de latitudes que están a unos pocos miles de kilómetros de distancia de aquí, aunque en el espíritu parece que estén mucho más lejos.

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