EL GRAND NATIONAL, CABALLOS A TUMBA ABIERTA

Recuerdo hace años, cuando sólo existía una sola cadena de televisión, que una vez al año, un sábado, un poquito antes de que comenzara la película de las tardes, aquellas añoradas “Primera sesión” o “Sesión de tarde”, y justo después del Telediario conectaban con un hipódromo inglés para retransmitir una carrera hípica de obstáculos bastante pintoresca, era el anticipo del buen tiempo que nos anunciaba la primavera recién llegada.

Y digo pintoresca o curiosa, al menos, porque veías como en cada obstáculo algún jinete perdía su montura, o varios a la vez, y en la carrera se observaba a caballos sueltos acercándose a las primeras posiciones, incluso colocándose en cabeza y, desde luego, mi afán era el de animar al caballo suelto para que finalmente ganara, aunque es obvio que no era así, pues le faltaba la mitad del binomio.

Se trataba y se trata del Grand National, la carrera hípica de saltos más famosa y popular del mundo que cada año se celebra en el mes de abril en el Hipódromo de Aintree a las afueras de Liverpool. El próximo sábado 9 de abril tendrá lugar la edición de este año 2011; todo un acontecimiento deportivo, pero también social que acapara la atención de los aficionados de las Islas, pues se calcula que uno de cada tres adultos británicos apostará en esta carrera.

Y es social también, porque el boato y la parafernalia de los británicos adquieren su punto de inflexión en este próximo fin de semana, ya que como es de imaginar el acontecimiento no se ciñe a los poco más de nueve minutos que dura la carrera, existe todo un aperitivo previo en ese amplio fin de semana. El jueves, el “Liverpool Day”, se corren carreras de promoción para que la gente vaya entrando en calor. El viernes es el “Ladies Day”, las tribunas se inundan de bellas damas ataviadas con sus mejores modelos, rematadas con sus inconfundibles y llamativos sombreros y pamelas; una cita poco casual, pues un jurado elige a la mujer más elegante y el premio es un nada despreciable cochazo.

Y, por fin, llega el sábado, una tradición que se remonta al siglo XVIII cuando se fueron cercando los campos ingleses, y los cazadores a caballos tenían que especializar a sus animales en estos obstáculos que, cada poco, se iban interponiendo en su recorrido en pos de la pieza soñada. En 1839 fue cuando en Aintree, que era un inmenso erial, se organizó el primer Grand National, que atravesaba varias huertas de los alrededores de Liverpool.

No es la carrera con más ganancias del mundo, pero sí la más mítica. Los caballos y sus jinetes deben dar dos vueltas al hipódromo, en el primer paso saltan dieciséis obstáculos, en el segundo catorce; en total 7.200 metros. Sobresalen por su espectacularidad el Salto de la Ría, que en los albores de esta carrera era un muro de piedra, igualmente La Silla y el más famoso de todos, el Becher's Brook, un fabuloso obstáculo rematado como todas las vallas del circuito con ramas de abeto (20.000 libras cuesta adornar los vallados), donde los caballos tienen que sobrepasar 1'47 metros, pero lo fuerte está por venir porque el desnivel al otro lado es de 2'44 metros, en definitiva, un mastodóntico titán que impresiona a propios y extraños por más que se vea saltar a los caballos y “aterrizar” a continuación año tras año.

Cada salto es un poema y en cada uno de ellos suele haber caídas, a veces muy peligrosas, y eso es lo que caracteriza al Grand Nacional, pues el curso de los acontecimientos puede cambiar radicalmente en cada salto, pues los que van delante pueden caer y perder de un plumazo sus opciones. Y todo esto con un peligro implícito, de hecho, la organización tuvo que replantearse hace años el número de caballos en liza, ante la presión de las protectoras de animales; así de setenta caballos que hubo históricamente, ya se ha pasado a algo más de cuarenta. No obstante, no es extraño que haya accidentes graves y que, en alguna ocasión, se haya podido presenciar caballos agonizando en la pista, u otros que tras haberse liberado del jinete corren desbocados y sin control, con todo el riesgo que ello conlleva. En fin, que no se diga que sólo somos los españoles los que maltratamos a los animales, a los toros, y me reservo mi opinión al respecto; en carreras como esta los británicos no pueden presumir de que los equinos estén exentos de peligro.

Bueno, centrándonos en esta carrera tan espectacular, tantísimas ediciones han dado lugar, como es lógico a un extenso anecdotario y a pequeñas historias que la han hecho tan mítica y distinguida. De las más simpáticas anécdotas está la siguiente, y es que existe un obstáculo, el “Foinavon” que es el más pequeño de todos con 1'47 metros, pero en 1967 los caballos que iban encabezando la carrera se cayeron allí, en realidad, se organizó una grandísima melé de más de treinta caballos delante del obstáculo y el caballo Foinavon que iba, en ese momento, bastante retrasado, aprovechó el desconcierto y se impuso finalmente; una de las victorias más sorpresivas que se recuerdan, hasta el punto de que el propietario del caballo ni siquiera fue a ver la carrera confiado en las nulas posibilidades de su corcel. Desde entonces se le llama “Foinavon” al obstáculo más bajito del hipódromo.

Desde 1967 no se producía un sorpresón de estas proporciones, pero hace dos años, en 2009, ocurrió y venció Mon Mome, que en las apuestas andaba por 100/1, es decir que cualquier apostante multiplicó por cien sus ganancias tras este sonado triunfo.

El caballo que ha repetido más victorias es Red Rum, en las ediciones de 1973, 1974 y 1977, nadie ha podido repetir esta hazaña. Sí que ha habido caballos que han ganado en dos ocasiones.

El ganador del año pasado “Don´t Push It” que era de los grandes favoritos, estaba montado por el jinete norirlandés Tony McKoy, uno de los más reputados jockeys del Reino Unido, con muchísimas victorias en su haber pero en otras carreras; fue a la decimoquinta cuando fue la vencida, después de catorce participaciones en el Grand National sin éxito.

He de decir que no soy un apasionado de la hípica y sigo a cierta distancia sus competiciones, quizá me centro más cuando hay Juegos Olímpicos, pero para un profano en la materia siempre le llama la atención los nombres de los caballos de carreras, todo un ejercicio de imaginación, entiendo que porque los caballos no son como los perros que los llamas y vienen, y por el mismo precio se prefiere poner un nombre sonoro que se le quede en la mente al público en general, incluidos apostantes que pueden hacer sus envites hacia Lou D'Elbeuf, La Mouche, Cielo Canarias, American Gangster, Harry Can Say, Blackberry Boy, o Hello Kitty..., este último me lo acabo de inventar, pero el resto son purasangres que compiten en hipódromos de nuestro país.

Como ya se sabe, los británicos son aficionadísimos a las apuestas y, por supuesto, éstas se pueden hacer por Internet. Por lo que he estado viendo, aunque las apuestas son cambiantes, los favoritos para el Grand National 2011 son The Midnight Club, What a Friend y Backstage. El vencedor de año pasado Don't Push It, participará nuevamente pero los pronósticos no presumen que vaya a repetir el triunfo, pues hay una decena de caballos por encima de este en las apuestas.

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