"A LA CAZA DEL TESORO", UN CONCURSO ADELANTADO A SU TIEMPO

Reconozco que he visto y veo en alguna ocasión las emisiones del reality “La isla de los famosos” o “Supervivientes”, que antes de abrirse a famosillos estaba destinado exclusivamente a “anónimos”. Ni antes ni ahora lo seguía por la belleza o el generoso volumen de las mozas participantes, sino por las paradisíacas imágenes y paisajes que muestra y por las rocambolescas pruebas a las que someten a los concursantes, para conseguir el premio de seguir una semana más.

Lo que de algún modo me sorprende es que no es infrecuente asistir a fallos técnicos en las conexiones, problemas de audio, retardos en la señal... Y lógicamente me planteo si la tecnología no está suficientemente avanzada como para evitar estas incidencias, lo cual a poco que uno analice lo que hay alrededor encuentra respuestas con rapidez.

En unos tiempos donde las comunicaciones, no ya terrestres sino planetarias son más que factibles y donde, por ejemplo, los miembros del Gobierno estadounidense seguían en directo la eliminación de Bin Laden desde el Pentágono, todo esto me lleva a pensar que en las tecnologías pasa como en el fútbol, que las hay de 1ª División, de 2ª y las habrá si se quiere, de Regional Preferente.

Y entiendo que estos programas que ya manejan un presupuesto importante, querrán ahorrar algo en tecnología, utilizando la de 2ª División en detrimento de la mejor, porque de lo contrario no se explica esos fallos que se repiten con mayor o menor asiduidad en sus conexiones.

Me viene bien esta introducción para recordar que las buenas conexiones, sin fallos, son más que posibles, y además hace mucho tiempo que esto es así. En concreto quiero dedicar esta entrada a un curiosísimo programa de televisión de hace casi veinte años, que por el despliegue de medios, por la perfección de sus conexiones, por su compleja elaboración, podemos calificarlo como un adelantado a su tiempo. Bienvenidos al recuerdo de “A la caza del tesoro”.

Allá por enero de 1984, Televisión Española nos traía un sofisticadísimo concurso en el que una pareja en un plató del Prado del Rey trataba de buscar tres tesoros, para ello tenía que resolver tres pequeños enigmas que les facilitaba la presentadora del programa, Isabel Tenaille. Esos tesoros estaban en algún lugar del planeta, y en ese punto recóndito se encontraba el polifacético Miguel de la Quadra-Salcedo, a los pies de un helicóptero dispuesto a acudir inmediatamente y en directo adonde lo mandaran los concursantes.

Lógicamente el programa y los tesoros se localizaban en cada programa en un lugar diferente de los cinco continentes y en un radio de acción relativamente corto para que el helicóptero se pudiera desplazar y localizar los tesoros en los cuarenta y cinco minutos que había de tiempo, siempre y cuando los concursantes en el plató dieran las instrucciones precisas a De la Quadra-Salcedo; en este sentido, contaban con un mapa de la zona y bibliografía suficiente de donde se habían extraído los enigmas y en los cuales estaba la respuesta correcta a los mismos.

Si hallaban el primer tesoro obtenían 100.000 ptas., si lograban el segundo, 200.000 ptas. y el premio final por hallar el último de los tesoros consistía en una suculenta vuelta al mundo. El reto no era fácil porque recuerdo que la mayoría de las parejas sólo tenían tiempo para conseguir el segundo tesoro y casi siempre estaban apurados por el reloj para el último.

Como digo, el despliegue de medios era impresionante, Miguel de la Quadra-Salcedo se aprestaba apoyado en el helicóptero en cualquier punto del mapamundi, a salir pitando. Pero aparte de Miguel y el piloto, iba un tío con una cámara a cuestas que si corría Miguel, más tenía que correr él, con el muerto encima (la cámara) y tratando de ofrecer los mejores enfoques, o sea, un trabajo para personas que estuvieran en una gran forma física.

Para más inri, recuerdo que por aquel entonces se comentaba que había un helicóptero más de apoyo, por si fallaba algo en el primero, por lo que tenían todo el equipo técnico repetido, con otras cámaras, la unidad móvil, el equipo de audio... Es decir, un despliegue de medios sin precedentes que verdaderamente hacían el programa muy atractivo y perfecto desde el punto de vista técnico (¡hace veinte años!).

Aunque realmente lo que hacía atractivo el programa era las preciosas imágenes desde el aire de sitios con los que uno soñaba con visitar alguna vez: Hong Kong, Australia, Cartagena de Indias, Túnez, Granada..., son algunos destinos que se me vienen ahora a la cabeza. Y porque en la frenética búsqueda del tesoro, Miguel y el de la cámara corrían por calles transitadas, bosques, o monumentos antiguos, y cada programa era una historia por desarrollar, pues la idea en su génesis era ofrecer una bella panorámica de esos lugares, incluso aunque los concursantes estuvieran desacertados y ofrecieran instrucciones erróneas o insuficientes a Miguel.

Digo que me sorprende en la actualidad que fallen muchas conexiones en la televisión, cuando aquel programa manejaba una técnica impecable, ahí sí que tenían materiales de 1ª División, ni se adivinaba retardo ni fallaban los medios.

Eso sí, no sé por qué extraña razón mientras los televidentes podíamos seguir el recorrido del helicóptero, sus destinos, sus paradas y sus nuevos despegues; los concursantes en plató no tenían esas imágenes y sólo tenían contacto con De la Quadra- Salcedo por audio.

En teoría, el singular Miguel de la Quadra no sabía dónde estaban escondidos los tesoros y hacía el paripé de conocer los enigmas a la par que los concursantes, pero tenía que dirigir algo las búsquedas sin que se notara demasiado, pues realmente sabía dónde estaban los tesoros. Era normal, porque aparecer en mitad de una ciudad desde el cielo, no es como aparcar un coche y se tenían claramente preparados los lugares donde se podía posar el artefacto alado. Y es evidente que las autoridades estaban avisadas para permitir el vuelo errático de un helicóptero en su zona de influencia durante tres cuartos de hora.

Lo cierto es que, en su momento, fue un programa muy caro. En realidad no era una producción española sino francesa, y la productora del programa tengo entendido que hacía varios programas en paralelo para diversos países. Es decir, montaba el equipo en el país que tocara, los pilotos, cámaras e impedimenta técnica, emplazamiento de los tesoros y enigmas, siempre eran los mismos o similares y lo único que se cambiaba para cada país que había comprado los derechos, era al aventurero encargado de ayudar a los concursantes. Por entonces no había Internet y era prácticamente imposible conocer la información de los tesoros a no ser que tuvieras un primo en algún país que hubiera visto el programa antes y te desvelara tan crucial información.

La edición francesa se emitía aparte de Francia, en Mónaco, y en las zonas francófonas de Bélgica, Luxemburgo y Suiza. También hubo emisiones con sus presentadores respectivos al igual que en España en Gran Bretaña, Portugal, Italia, Holanda, Japón, Yugoslavia, Israel, Sudáfrica y Escandinavia (Noruega, Suecia y Dinamarca que tienen escasas diferencias lingüísticas en sus idiomas).

La cabecera del programa en España era de lo más característico con el tema sinfónico Fu-man-chu de un grupo que hacía furor en la década de los 80 y que supuso un antes y después para la música electrónica en nuestro país, Azul y Negro; un dúo que me encantaba y al que no se le ha hecho suficiente justicia, porque ha caído drásticamente en el olvido cuando sus aportaciones musicales fueron muchas, muy buenas y todavía siguen sonando.

Curiosamente TVE metió un poco la pata en la publicidad previa, pues durante unos meses había estado anunciado el estreno del programa titulándolo “En busca del tesoro”, pero la productora francesa le exigió por contingencias del contrato una traducción más literal de su título original “La Chasse aux trésors”, así que hubo que cambiar sobre la marcha al definitivo título “A la caza del tesoro”.

El programa tenía su parte de espectáculo, en realidad, la resolución de los enigmas por los concursantes era una excusa para (aparte de demostrar el impresionante derroche técnico) poner en alguna situación peliaguda a los protagonistas o conductores del programa, haciéndoles meter la mano en las fauces de un cocodrilo, cogiendo el tesoro entre un nido de serpientes o tomando a un tiburón por la aleta. En este sentido Miguel de Quadra-Salcedo era el protagonista perfecto, un hombre fornido y aventurero al que no le venía grande un programa tan desconcertante como este. Y es que la vida de este hombre da para escribir un libro y, por supuesto, alguna entrada futura en este blog que me voy a pensar.

Apenas duró cuatro meses en antena este concurso, en concreto, diecisiete programas, porque el coste tanto de producción nacional como lo que debía abonar a la productora francesa, hicieron que fuera una aventura apasionante pero inviable desde el punto de vista económico.

Por cierto y para despedir este repaso a un entrañable programa concurso, que se emitía además en un horario muy bueno, a las 9 de la noche de los domingos; es que en una ocasión la acción se desarrolló en nuestro propio país, en Granada concretamente. Y huelga decir que los concursantes adivinaron los tres tesoros, sobre todo porque el último se situaba en mitad de la granadina Santa Fe, y buena parte del pueblo acompañó a De la Cuadra al tesoro final, sabedores todos de dónde se hallaba.

En fin, un concurso para el recuerdo, muy atractivo, muy dinámico y, sobre todo, con una técnica que ya hace dos décadas daba mucho de sí, y lo hacían de una encomiable perfección en su realización.

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