EL AGUA, MEJOR DEL GRIFO

Partiendo de la base de que no soy un experto en química, puede que lo que cuente hoy en esta bitácora suscite opiniones encontradas, pero lo que voy a decir está más o menos contrastado por lo que he visto, leído y, por supuesto, por mi experiencia personal.

Desde hace años tenía la clarísima convicción de que cuando compras una botella de agua, lo que más vale de la misma es el envase, indudablemente con más razón si el recipiente es de cristal. Hace no mucho vi un reportaje en televisión que echaba abajo esa reciente moda de vender en tiendas de gastronomía selecta y servir en restaurantes de postín, aguas de diferentes lugares del mundo en botellas de diseño, y es que en dicho documental se señalaban los inconvenientes de este consumo elitista, pues la proporción entre el valor del envase era, en muchos caso, de 1000 a 1; a ello había que añadir los gastos medioambientales de elaboración de la botella, la contaminación generada en su proceso de producción, y en el consabido transporte y gases emitidos a la atmósfera de, por ejemplo, un agua de Fiji hasta una afamada taberna de vanguardia de la Costa Brava. Y, en muchos casos, para beber un agua que directamente está tomada de la red pública (esto parece que ocurre más comúnmente de lo que nos imaginamos) y que no ofrece mejores garantías que la que podemos tomar directamente del grifo en nuestras casas.

Sí, esa es otra, porque salvando estas botellas de diseño y ese hábito de dudoso gusto de tomar un agua de un recóndito lugar del mundo, lo cierto es que ya he escuchado en muchos medios que el agua mineral en botella de plástico que te encuentras por doquier también tiene sus pegas por muy barata que nos cueste; a saber, el continente vale más que el contenido (es decir, en realidad pagamos por un envase que lleva de regalo el agua), y también contribuimos a que se genere ese coste medioambiental en la producción de la botella y un problema futuro, si no reciclamos bien, que a veces es el caso, pues ya se sabe que tardan en degradarse casi una eternidad, en realidad, entre 100 y 1.000 años según el tipo de plástico, o sea, que si hoy tiramos una botella en el campo y nadie la mueve de sitio, la verás prácticamente en las mismas condiciones el resto de tu vida. Amén de ello, ya sabemos y todos podemos recordar algún caso de sabotaje en botellas de plástico, ya sea porque se ha detectado algún componente perjudicial para la salud o porque han aparecido embotellados algunos bichos indeseables tales como ratones o cucarachas.

No voy a decir que no haya comprado alguna vez agua embotellada, pero lo que sí es cierto es que cada vez lo hago menos, en realidad, cuando no tengo más remedio, porque esté en la calle y no encuentre una fuente pública como mejor opción, que en algunas ciudades brillan por su ausencia, o cuando estoy en un supermercado y me asalta la sed. En cualquier caso, lo que sí tengo muy claro es que tengo casi una obligación moral de reutilizar varias veces la botella, sabedor no sólo del valor que tiene, de lo que lleva detrás y lo que es más importante que se trata de una bomba de relojería que, tirada en cualquier sitio, no se destruirá por los siglos de los siglos.

Hace no mucho coincidía corriendo una tarde de verano con una persona que trabajaba y trabaja en la Estación Depuradora de Aguas del Rumblar, cercana a Zocueca, y entre zancada y zancada me comentó que las aguas que hoy bebemos en Bailén y en más de diez municipios de esta zona norte de la provincia de Jaén, son de una gran calidad; y me comentó que habían llevado el agua a un concurso oficioso de catadores y la nuestra había quedado en segundo lugar por encima de muchas aguas embotelladas. Realmente no sé si esto es cierto porque estuve mirando en Internet a ver si encontraba alguna reseña, pero no hallé nada, en todo caso, seguro que lo que me refirió mi amigo tenía algún fundamento.

Yo, precisamente, he tenido oportunidad de visitar en varias ocasiones dicha planta Depuradora, la que me lleva el agua hasta mi casa, y lo cierto es que siempre me inspira tranquilidad ver el montaje que existe y saber que detrás de cada vaso que me bebo hay mucha gente detrás, para que al abrir el grifo el líquido elemento que sale sea de la máxima calidad. Y lo es, porque aparte de contar con un agua bastante pura en origen, ya que proviene del pantano de Baños en una zona serrana con muchas vetas de pizarra por las que se filtra el agua y que está en la cabecera del río Rumblar, se utilizan esmerados y concienzudos procesos para que el agua que bebemos en casa sea “químicamente pura”. Esto no quiere decir que el agua de hoy en día sea pura química, todo lo contrario, contiene todo lo necesario para que sea apta para el consumo humano, con los elementos imprescindibles y mínimos para eliminar sustancias nocivas para nuestra salud.

Y a fe que en esta Depuradora, como imagino que ocurre en cualquiera en España, existe un celo especial para con esa calidad. Según recuerdo de mis visitas a la planta, cada dos horas se hace un análisis químico del agua que consumimos con objeto de verificar que se encuentra en los parámetros de potabilidad establecidos, y este procedimiento se realiza constantemente, de madrugada, los días de fiesta también, en definitiva, los 365 días del año. Por tanto, me da muchísimas garantías el beber agua del grifo en Bailén, o en cualquier sitio, porque sé que si se ha permitido que llegue hasta un domicilio es porque se puede beber con absoluta placidez.

A contrario sensu, cuando se detecta que algo no funciona bien, ponen en marcha un dispositivo de alarma realmente efectivo para prohibir el consumo. De hecho, ya ocurrió en Bailén y su comarca hace unos años, aproximadamente una década, cuando se descubrieron trazas de pesticidas muy contaminantes en las zonas aledañas al pantano de Baños. Ese dispositivo funcionó a la perfección y sin dramas y en apenas unas horas todos los ciudadanos afectados estábamos más que enterados de esta inconveniencia. Por cierto, que en apenas una semana se resolvió el problema.

A base de escuchar repetidamente lo mismo, es decir, de los beneficios del agua de grifo, soy un aficionado a beber del grifo en todas partes (que se puede), incluso en zonas de costa, donde el agua puede resultar de gusto diferente a las aguas de interior. El agua tiene el objetivo fundamental de saciar la sed e hidratar el organismo, está bien que sepa bien, pero para saborear líquido están el vino y la cerveza, por eso no me importa abrir el grifo en cualquier pueblo costero para saciar mi sed, y es que sé que lo que tomo es un producto fiable al 100%.

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