Reconozco que soy un nostálgico y que he soñado en muchas ocasiones con ir a una casa vieja de algún amigo o familiar a rescatar trastos y encontrarme con una caja de sellos, monedas o billetes antiguos. Eso no me ha ocurrido nunca o casi nunca, salvo cuando en casa de mis abuelos maternos, de vez en cuando, mi madre saca alguna reliquia con documentos de mis antepasados, y en ellas he cortado el sello correspondiente aunque, eso sí, de escaso valor.
No obstante, sigo esperando con que llegue ese día y que logre encontrar ese pequeño tesoro, que aunque tenga poco valor, por lo menos me deje un poso sentimental. También es cierto que supongo que tampoco me importaría que entre documentos de hace un siglo o medio siglo, apareciera algún sello que fuera una rareza, que sí que tuviera valor económico, aunque imagino que no lo vendería sino que lo guardaría en mi colección como oro en paño, y como el mayor tesoro con el que jamás pude contar.
Hay que hacer una distinción y es que la mayoría de los sellos que tienen mucho valor en España son anteriores a la II República (los primeros sellos españoles tal y como los concebimos hoy datan de 1850), por lo que escasean las rarezas en estos últimos ochenta años aproximadamente. Hace unos meses trataba en esta bitácora de una de esas excepciones en este período más reciente, se trataba de los sellos de Legazpi y Sorolla de 1953, y hoy traigo a colación tal vez un sello más conocido y que está en el género de los raros o más bien de las curiosidades, se trata del sellos de 2 pesetas rojo de Franco, de 1955, más conocido por el “Franco rojo”.
Por aquella época y siempre en cada país, en todo régimen, ha habido lo que se denomina una “serie básica”, normalmente la efigie o semblante del principal mandatario de un país, o el icono o escudo más representativo de la nación en cuestión. Aquí en España ya se sabe, desde la dictadura hasta ahora, la inmensa mayoría de los sellos han sido copados por Franco y por el Rey Juan Carlos I; esas tiradas infinitas han sido la imagen repetida en cientos de cartas que habremos abierto a lo largo de nuestras vidas.
Pues bien, he aquí que hubo una vez un sello de esos de la “serie básica” que pasó del anonimato al estrellato en un pispás. Y la historia de este “Franco rojo” no deja de ser curiosa porque hay un par de leyendas que tratan de explicar por qué se convirtió en un sello singular y, por tanto, en un sello más o menos cotizado.
El sello en cuestión se emitió el 28 de febrero de 1955, y la que parece ser la versión oficial señala que en los meses posteriores a su emisión, el sello de dos pesetas rojo se podía confundir por parecida tonalidad, con el de una peseta naranja, y claro, aquello pudo provocar algún error a la hora de despacharlos, pues la tonalidad variaba poco, y se podía vender por una peseta un sello de dos, y en aquella época, una peseta era un dinerillo, y si el error se repetía, pues no parecía plato de gusto. Por tanto, se conjetura con que estanqueros y funcionarios de Correos se quejaron amargamente de este hecho y nuestros servicios postales patrios retiraron todas las existencias del 2 pesetas rojo y no lo volvieron a emitir con ese color. La sustitución se hizo con otro de color visiblemente inconfundible con el naranja de una peseta, así nació el 2 pesetas púrpura, casi catorce meses después, el 24 de abril de 1956.
Para los detractores de esta teoría el argumento de la confusión cromática es muy endeble porque de la extensa tirada de sellos de Franco, se utilizaron muchos colores, y algunos ciertamente muy parecidos y tan susceptibles a la confusión como el que aquí nos ocupa. Pero, además, con el agravante de que la diferencia de valor era mayor que una simple peseta (el de 60 cts. y el 6 ptas. eran también muy parecidos).
Luego está la historia más sugerente o más rosa (ya que de colores estamos hablando), como queramos llamarla. ¿Cierta o deliberadamente creada por los opositores del régimen? Lo cierto es que, sea lo que fuere, el escenario se lo pusieron a huevo, y dicen las malas lenguas que Franco se coscó de que estaban circulando cartas por ahí con un sello en el que él aparecía rojo, y ¡ni mucho menos!, rojo ni en los sellos de Correos, o haciendo un chiste que viene de perillas, “¿rojo?, ni en pintura”; así que ni corto ni perezoso habría ordenado que se le cambiara el color inmediatamente al sello.
Cuesta trabajo pensar que esta última versión tuviera visos de realidad porque sería como llevar la influencia política que pudiera tener un color hasta sus últimas consecuencias, y por la misma regla de tres podría haber decidido quitar el color rojo de la bandera española, o de las camisetas de la selección española de cualquier deporte.
Además, no es del todo cierto que aquel fuera el único Franco de color rojo, en realidad, en aquellos años también salieron otros sellos de la serie básica con tonalidades o matices del rojo, el de 10 cts. es rojo burdeos y el 1'40 ptas. es rojo magenta, ambos son claros ejemplos. Curiosamente hay dos sellos que se sacaron casi en el declive del régimen, en 1974, el sello de 20 ptas. de Franco, era rojo granate y el de 4 ptas. emitido en julio de 1975, un sello rojo, pero clarísimamente rojo, y ahí el color fue lo de menos, o con un dictador en sus últimos meses de vida fue como darle un puyazo postal.
No descarto, y esa es mi hipótesis personal, porque parece razonable que, en realidad, se tratara de un error tipográfico, grave sí, pero error; es decir, que los encargados de la tipografía equivocaran el color e idearon un sello con un color que no era el originalmente diseñado.
En fin, a la hora de la verdad circularon no pocos sellos del “Franco rojo”, con casi total seguridad, miles y miles. Sinceramente hasta hace nada yo sólo había visto en vivo y en directo un sólo sello de estos en mi vida; lo tenía un viejo amigo mío del colegio, que lo heredó junto con una fabulosa colección de sellos de una tía suya. Ese “Franco rojo” era clarísima e indubitadamente rojo.
Y digo que hasta hace nada, porque para ilustrar este articulillo he tenido la curiosidad de ver en Internet por dónde andaba la cotización del “Franco rojo”, y por apenas diez euros se puede comprar en nuevo, y por cincuentas céntimos uno matasellado. Así que yo, que jamás había tenido mayor interés por comprar este sello, por mucho mito que tuviera, no pude eludir la tentación de adquirirlo, el usado. Por eso digo que seguro que hubo miles y miles porque el precio de cotización es cualquier cosa menos prohibitivo.
Por tanto, estamos ante un sello que tiene más de leyenda que de verdadera enjundia. No se sabe, en definitiva, porque se cercenó aquel “Franco rojo”, y no sé si alguien de los que tomó esa decisión vive para contarlo, pero lo cierto es que desde el punto de vista filatélico no deja de ser una vulgaridad, por mucho que yo no lo tuviera hasta ahora, pero es que ha sido por franca despreocupación.
Entiendo que alguien que comprara en su época cantidades de sellos de estos ha podido multiplicar por mucho aquella inversión con respecto al valor facial original, pero en cualquier caso, la adquisición de un “Franco rojo” en el siglo XXI es un caprichito que no nos hará salir de pobres. Así que considerando que en España hay más de medio centenar de sellos que cotizan por encima de los 600 euros, y seguramente más de medio millar que están más cotizados que este Franco “izquierdoso”, hay que concluir con que estamos ante una curiosidad más que una rareza, aunque desde luego con mucha especulación e historia de por medio.
No obstante, sigo esperando con que llegue ese día y que logre encontrar ese pequeño tesoro, que aunque tenga poco valor, por lo menos me deje un poso sentimental. También es cierto que supongo que tampoco me importaría que entre documentos de hace un siglo o medio siglo, apareciera algún sello que fuera una rareza, que sí que tuviera valor económico, aunque imagino que no lo vendería sino que lo guardaría en mi colección como oro en paño, y como el mayor tesoro con el que jamás pude contar.
Hay que hacer una distinción y es que la mayoría de los sellos que tienen mucho valor en España son anteriores a la II República (los primeros sellos españoles tal y como los concebimos hoy datan de 1850), por lo que escasean las rarezas en estos últimos ochenta años aproximadamente. Hace unos meses trataba en esta bitácora de una de esas excepciones en este período más reciente, se trataba de los sellos de Legazpi y Sorolla de 1953, y hoy traigo a colación tal vez un sello más conocido y que está en el género de los raros o más bien de las curiosidades, se trata del sellos de 2 pesetas rojo de Franco, de 1955, más conocido por el “Franco rojo”.
Por aquella época y siempre en cada país, en todo régimen, ha habido lo que se denomina una “serie básica”, normalmente la efigie o semblante del principal mandatario de un país, o el icono o escudo más representativo de la nación en cuestión. Aquí en España ya se sabe, desde la dictadura hasta ahora, la inmensa mayoría de los sellos han sido copados por Franco y por el Rey Juan Carlos I; esas tiradas infinitas han sido la imagen repetida en cientos de cartas que habremos abierto a lo largo de nuestras vidas.
Pues bien, he aquí que hubo una vez un sello de esos de la “serie básica” que pasó del anonimato al estrellato en un pispás. Y la historia de este “Franco rojo” no deja de ser curiosa porque hay un par de leyendas que tratan de explicar por qué se convirtió en un sello singular y, por tanto, en un sello más o menos cotizado.
El sello en cuestión se emitió el 28 de febrero de 1955, y la que parece ser la versión oficial señala que en los meses posteriores a su emisión, el sello de dos pesetas rojo se podía confundir por parecida tonalidad, con el de una peseta naranja, y claro, aquello pudo provocar algún error a la hora de despacharlos, pues la tonalidad variaba poco, y se podía vender por una peseta un sello de dos, y en aquella época, una peseta era un dinerillo, y si el error se repetía, pues no parecía plato de gusto. Por tanto, se conjetura con que estanqueros y funcionarios de Correos se quejaron amargamente de este hecho y nuestros servicios postales patrios retiraron todas las existencias del 2 pesetas rojo y no lo volvieron a emitir con ese color. La sustitución se hizo con otro de color visiblemente inconfundible con el naranja de una peseta, así nació el 2 pesetas púrpura, casi catorce meses después, el 24 de abril de 1956.
Para los detractores de esta teoría el argumento de la confusión cromática es muy endeble porque de la extensa tirada de sellos de Franco, se utilizaron muchos colores, y algunos ciertamente muy parecidos y tan susceptibles a la confusión como el que aquí nos ocupa. Pero, además, con el agravante de que la diferencia de valor era mayor que una simple peseta (el de 60 cts. y el 6 ptas. eran también muy parecidos).
Luego está la historia más sugerente o más rosa (ya que de colores estamos hablando), como queramos llamarla. ¿Cierta o deliberadamente creada por los opositores del régimen? Lo cierto es que, sea lo que fuere, el escenario se lo pusieron a huevo, y dicen las malas lenguas que Franco se coscó de que estaban circulando cartas por ahí con un sello en el que él aparecía rojo, y ¡ni mucho menos!, rojo ni en los sellos de Correos, o haciendo un chiste que viene de perillas, “¿rojo?, ni en pintura”; así que ni corto ni perezoso habría ordenado que se le cambiara el color inmediatamente al sello.
Cuesta trabajo pensar que esta última versión tuviera visos de realidad porque sería como llevar la influencia política que pudiera tener un color hasta sus últimas consecuencias, y por la misma regla de tres podría haber decidido quitar el color rojo de la bandera española, o de las camisetas de la selección española de cualquier deporte.
Además, no es del todo cierto que aquel fuera el único Franco de color rojo, en realidad, en aquellos años también salieron otros sellos de la serie básica con tonalidades o matices del rojo, el de 10 cts. es rojo burdeos y el 1'40 ptas. es rojo magenta, ambos son claros ejemplos. Curiosamente hay dos sellos que se sacaron casi en el declive del régimen, en 1974, el sello de 20 ptas. de Franco, era rojo granate y el de 4 ptas. emitido en julio de 1975, un sello rojo, pero clarísimamente rojo, y ahí el color fue lo de menos, o con un dictador en sus últimos meses de vida fue como darle un puyazo postal.
No descarto, y esa es mi hipótesis personal, porque parece razonable que, en realidad, se tratara de un error tipográfico, grave sí, pero error; es decir, que los encargados de la tipografía equivocaran el color e idearon un sello con un color que no era el originalmente diseñado.
En fin, a la hora de la verdad circularon no pocos sellos del “Franco rojo”, con casi total seguridad, miles y miles. Sinceramente hasta hace nada yo sólo había visto en vivo y en directo un sólo sello de estos en mi vida; lo tenía un viejo amigo mío del colegio, que lo heredó junto con una fabulosa colección de sellos de una tía suya. Ese “Franco rojo” era clarísima e indubitadamente rojo.
Y digo que hasta hace nada, porque para ilustrar este articulillo he tenido la curiosidad de ver en Internet por dónde andaba la cotización del “Franco rojo”, y por apenas diez euros se puede comprar en nuevo, y por cincuentas céntimos uno matasellado. Así que yo, que jamás había tenido mayor interés por comprar este sello, por mucho mito que tuviera, no pude eludir la tentación de adquirirlo, el usado. Por eso digo que seguro que hubo miles y miles porque el precio de cotización es cualquier cosa menos prohibitivo.
Por tanto, estamos ante un sello que tiene más de leyenda que de verdadera enjundia. No se sabe, en definitiva, porque se cercenó aquel “Franco rojo”, y no sé si alguien de los que tomó esa decisión vive para contarlo, pero lo cierto es que desde el punto de vista filatélico no deja de ser una vulgaridad, por mucho que yo no lo tuviera hasta ahora, pero es que ha sido por franca despreocupación.
Entiendo que alguien que comprara en su época cantidades de sellos de estos ha podido multiplicar por mucho aquella inversión con respecto al valor facial original, pero en cualquier caso, la adquisición de un “Franco rojo” en el siglo XXI es un caprichito que no nos hará salir de pobres. Así que considerando que en España hay más de medio centenar de sellos que cotizan por encima de los 600 euros, y seguramente más de medio millar que están más cotizados que este Franco “izquierdoso”, hay que concluir con que estamos ante una curiosidad más que una rareza, aunque desde luego con mucha especulación e historia de por medio.
Comentarios
Gracias pedro por recordarme cosas del pasado reciente.
mi email es jobrafu_61@hotmail.com
si podeis me gustaria saber el valor de lo de franco tengo:
2 verdoso de1,50ptas
5 marron rojizo de 10 cts
1 gris de 50cts
3 purpura de 2ptas
4 azul oscuro de 3ptas
3 rojos de 1pta
os dejo mi correo por si podeis ayudarme: baby_27290@hotmail.com
gracias de antemano un saludo!!
-Interesante tu blog.Yo también soy un filatelista amateur ,que colecciona de los más diversos sellos aunque mas los de Chile , de países que ya no existen RDA,Checoslovaquia, Unión Soviética(tengo algunos incluso de la República de Touva que se imprimieron en Moscú,etc.).
-Con respecto a la serie Franco tengo los sellos : 2p púrpura, 1p Naranja,1.50 p esmeralda, 5p café, 80 cts. Azul grisáceo, y el de 20 cts. negro verde. Eran 21 los sellos de esta serie, aparte de tener algunos de los hechos por Sánchez-Toda de 25,30 y 40 cents. entre 1939-1940 con la imagen de franco de perfil y el escudo de España y el de 1947 en café , de 50 cents.
Los sellos que tengo sobre Franco, en mi blog personal de filatelia:
http://filateliadescriptiva.blogspot.cl/2015/05/espana-francisco-franco.html
Espero que os guste.
Un saludo
Javier Rubiales
Sólo quiero ayuda para comprender
Saludos
De la república española tengo uno de : (PABLO IGLESIAS) de 1850-1925 y así varios.. Quiero información y venderlos. Mi correo : felixbaret@hotmail.com
También tengo monedas.
Actualmente el sello de 2 pts rojo, tiene poco valor, en usado se puede conserguir por menos de un euro y en nuevo, no pagaría más de 5 Euros. Es un sello muy común y sobrevalorado. Cualquier comerciante lo tiene y te lo puede ofrecer, también casi todos los coleccionistas un poco avanzados, también lo tienen. En general el valor de los sellos es bajo, sólo un porcentaje mínimo tiene un gran valor económico. Podemos estimar que el 95 % de todos los sellos emitidos en el mundo apenas tienen valor económico, se pueden conseguir por unos pocos céntimos de Euro o por pocos Euros. El 5 % restante con valor económico alto se encuentran en las grandes colecciones y en manos de los especuladores, no están al alcance del coleccionista medio.
Recomiendo que si no se conoce el mundo de los sellos, antes de comprar o vender acudamos a algún experto reconocido. Saludos.
Correo electrónico: ebustosceballos@gmail.com
Saludos!