EL ORO NÓRDICO Y OTRAS CURIOSIDADES MONETARIAS

Si comenzar a hacer una colección de sellos, algo que me apasiona, es relativamente sencillo, tal vez es más fácil empezar a coleccionar algo que todos llevamos consigo casi siempre, dinero, es decir, monedas, o lo que de forma más profesional y purista se denomina la numismática.

Cualquier persona que tiene sellos tiene una cierta querencia a coleccionar otras cosas, las monedas, en este sentido, es un recurso muy accesible. He comentado en alguna ocasión en esta bitácora, que igual que algunas de mis amistades se acuerdan de mí cuando van de vacaciones fuera de España y me traen sellos, otras ya no se acuerdan exactamente qué colecciono y, de vez en cuando, me obsequian con alguna moneda exótica que le ha sobrado de su último viaje. Y así, puedo tener monedas de quince o veinte países del mundo como el que no quiere la cosa y sin haber forzado la situación.

Dicho esto, no es mi intención tratar de numismática en esta entradilla sino más bien de reflexionar acerca de la calderilla esa que algunas veces llena nuestros bolsillos y que sí puede ser el germen de una colección vistosa y lo que es más importante, baratita, porque las monedas de cualquier país suelen ser lo que todos sabemos, la morralla, el día a día, el instrumento para pagar una barra de pan, una caña, el billete de metro... Todas las monedas distintas que podemos tener en el bolsillo de la divisa euro y sus fracciones sólo cuestan 3'88 euros, y si miramos a otros países no variarán demasiado las cifras, o sea, que podría hacerme con todas las monedas de Armenia, por poner un ejemplo, por un módico precio.

Lo que resulta interesante en las monedas que llevamos consigo y no está demasiado publicitado es el tipo de metal con el que están hechas. La decisión de qué metal o aleación utilizar en la acuñación de una moneda no es una cuestión baladí, analicemos qué buscaremos en este metal, esencialmente que por un lado tenga durabilidad, es decir, que no se estropee con el tiempo ni que se malee y, por otro lado y tan importante o más que lo anterior es que su precio de mercado sea considerablemente inferior a su valor facial, o lo que es lo mismo, que dentro de unas condiciones de calidad sea un material muy barato y abundante.

Tal vez alguien pueda recordar episodios pasados en los que una moneda por el metal de que estaba hecha tenía más valor al peso que lo que indicaba su anverso o reverso. Quizás el ejemplo español más recordado por la mayoría de la gente de una cierta edad, fueron las monedas de veinte duros de plata con la efigie de Franco que circularon a partir de 1966; se cuenta que las familias las buscaban y acumulaban con fervor a la espera de tiempos mejores en los que pudieran rentabilizar aquella inversión. A la hora de la verdad, como suele suceder en estas leyendas urbanas o pseudoteorías “todo 100”, no es oro todo lo que reluce y todo lo más que la gente hizo fue guardarlas en alguna cajita vistosa, porque tampoco servía hacerse un colgante, salvo que hubiera un claro afecto y deriva hacia el dictador. Hoy por hoy, se puede acceder a cualquier página de coleccionismo de Internet y hacerse con dicha moneda por menos de diez euros, no se paga por la plata sino por el valor sentimental o simbólico que pudiera tener.

Pero como decía un poco más arriba, siempre me ha resultado curioso saber de qué metales se compone cualquiera de las monedas que están en mi bolsillo, y no fue a través de Internet sino a través de un funcionario de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre como supe que habitualmente estamos pagando nuestro café diario con “oro nórdico”. Las monedas de 50, 20 y 10 cts. de euro están hechas con oro nórdico.

El oro nórdico es una aleación que se compone de un 89% de cobre, un 5% de aluminio, un 5% de zinc y un 1% de estaño. Es evidente que no tiene nada de oro y que su denominación es por esa apariencia dorada que se asemeja un poco a la del oro, especialmente cuando las monedas son nuevas que cuando ya está muy trasteadas…, aunque imagino que al oro de tanto usarlo también se le quitaría su brillo intrínseco.

Y lo de nórdico es porque fue una aleación que se comenzó a utilizar con bastante asiduidad en las fábricas de moneda escandinavas, la corona sueca está acuñada con esta aleación. Lo que es evidente sin conocer ni de lejos lo que vale el kilo de oro nórdico, ni me he preocupado de ello, es que la agrupación de metales contenidos en una moneda de 50 cts. de euro tienen un valor al peso muy inferior a lo que señala su leyenda, es lo lógico.

La historia de cómo nació “mi relación de amistad” con el oro nórdico es un poco curiosa. Por razones profesionales me hallé siendo incidentalmente una parte activa en la inspiración y consecución de una moneda de colección emitida por la FNMT con ocasión del Bicentenario de la Guerra de la Independencia en España. Se trataba de hacer una moneda de 10 euros de plata que tuviera motivos de Bailén, y tuvieron a bien visitarnos en el Ayuntamiento dos funcionarios de la Fábrica para perfilar diseños y promoción de la moneda. Ambos nos ilustraron con los entresijos de la Fábrica, una industria que tiene la curiosidad o rareza de fabricar monedas, algo que siempre nos llama la atención por lo que todos podemos imaginar.

Nos comentaron que el precio real de un euro, por su metal, ronda entre los 20 y 25 cts. de euro, y que el oro nórdico, igualmente un material barato y fuerte, era una de las aleaciones más usadas por esas características en la mayoría de las fábricas de moneda del mundo.

Me llamó poderosamente la atención que nos comentaran que un problema de una cierta trascendencia al que nos enfrentábamos en España, era que la FNMT tenía algunas trabas logísticas porque más de la mitad de las monedas en circulación en España estaban o están depositadas en máquinas expendedoras. No sé si será una leyenda urbana, parece que no, que en España tenemos la mayor relación de billetes de 500 € por habitante de toda la Unión Europea (Unión Monetaria), pero lo que sí puedo afirmar con conocimiento de causa es que en nuestro país tenemos más máquinas expendedoras que cualquier otro país de nuestro continente. Puede resultar asombroso o increíble, y eso daría para analizar el porqué de esta curiosidad de nuestra España, siempre tan sui géneris, pero tal disquisición la someto al albedrío de cada cual.

Pues nada, ya podemos decir sin temor a equivocarnos y si queremos también para alardear que sí es oro todo lo que reluce y que ahora mismito tenemos oro en nuestros bolsillos, oro sí, pero nórdico.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante y bien explicado.

Debería rectificar lo de funcionarios de la FNMT. Se trataría de personal laboral, vamos empleados públicos pero no funcionarios.

Un saludo.
Anónimo ha dicho que…
El oro nordico no tiene oro en si mismo, sino que es un compuesto de niquel,aluminio,cobre y no se que otro metal pero lo que si se es que no tiene ningun valor
Luis ha dicho que…
y estaño
pau ha dicho que…
Me parece bien que expliques detalladamente todo sobre el origen y la composición del oro nórdico