ROMPETECHOS, EL MIOPE QUE SALIÓ DE UNA PLUMA GENIAL

El genial historietista Francisco Ibáñez tiene en Rompetechos a su ojito derecho, personaje entrañable donde los haya, también es para mí uno de los personajes más simpáticos y delirantes de los salidos de la pluma de este monstruo del humor que nunca ha sido suficientemente homenajeado.

Desde 1964 lleva Ibáñez sacando aventuras del infortunado Rompetechos, cuyo nombre no deja de ser una ironía de su ser. Rompetechos, es un hombre de mediana edad, bajito, cabezón, calvo y con bigote, y lo más importante de todo, es cortísimo de vista, que no ve tres montados en un burro, vamos. No se le conoce oficio habitual y en sus peripecias suele pasar por multitud de ocupaciones eventuales.

El esquema de las historias suele tener una serie de esquemas singulares. El más común es el de salir en busca de algo que le falta y dados sus inveterados problemas de visión suele confundir de forma extraordinariamente insólita a personas, animales, objetos y carteles con lo que no son, lo cual conlleva una correlación de situaciones disparatadas en las que suele salir normalmente malparado. Ya que querrá, por ejemplo, operarse las amígdalas y confundirá “Ópera Turín”, con “se opera con bisturí”. Esta confusión llevará a entablar diálogos absurdos y surrealistas con muchas personas que bien terminan calentando a un Rompetechos que cree estar por regla general en la razón más absoluta y no comprende, ni está dispuesto a tolerar las insolencias de su interlocutor; o bien, cuando no termina perjudicado, lo toman por loco y lo mandan al manicomio, o ha provocado un estropicio importante y acaba entre rejas.

En otras ocasiones las confusiones le ocurren en su propia casa, encendiendo un tostador en vez de un ventilador, o creyendo que el armario es el frigorífico y dándose situaciones similares tan caóticas que también terminará o cayéndose por la ventana, pensando que es un ascensor, o volviendo loco al pacífico vendedor de libros a domicilio al que confunde con un peligroso caco.

U otras veces acude al campo a ayudar a un tío suyo y las tareas simples que le encomienda le llevan a una turbamulta de accidentes y encontronazos con los habitantes, fauna y vegetación que pululan por el terruño.

Y amén de ello, se las da de ser un hombre inteligente y comedido, capaz de solucionar cualquier entuerto, así que tan poco providenciales son sus encuentros con algunos amigos a los que trata de ayudar a arreglar un coche, a poner una bombilla en su domicilio..., concluirá volviendo tarumba al amigo u ocasionando un terrible accidente que le puede llevar a ser, perfectamente, un nuevo satélite en el espacio.

Pienso que el nudo gordiano de la trama de Rompetechos es que pasa de ser un hombre afable y optimista a enfadarse en apenas una viñeta con todo Cristo por mor de sus problemas de miopía aguda, aun a riesgo de que le sacudan o de que le zurren la badana.

Al parecer Francisco Ibáñez aún sigue sacando historias de este Rompetechos, por el que no pasan los años, y es que es un humor atemporal, y nos puede resultar tan vívida una historia de hace cuarenta años como otra escrita hace tres días.

El uso del miope y la burla ingeniosa ha tenido críticos, “hay gente pa tó”, aludiendo a que la burla hacía los miopes no es de recibo, y eso es tanto como no conocer nada de la carrera de Francisco Ibáñéz, mente lúcida y fantástica de la que se destila un humor ingenioso, socarrón e inocente de todo punto.

Tampoco el miope es patrimonio exclusivo de este historietista, compitiendo en el imaginario colectivo con otro famoso personaje como es Mr. Magoo, en este caso una creación para dibujos animados anterior en el tiempo a Rompetechos, y que, muchos sabrán que dio su salto al cine.

A diferencia de ese personaje estadounidense, nuestro Rompetechos ha tenido dificultad en traspasar las fronteras hispanas, y es que la traducción a otros idiomas ofrece una gran complejidad, pues una gran parte de los gags o giros cómicos viene dada por la confusión de palabras en letreros y eso no es fácil de adaptar a otro idioma por no decir imposible.

Y es que ya me dirán como traducir al alemán o al inglés “NO TOCAR ALTA TENSIÓN”, y que nuestro amigo entienda “AUTOCAR AL MONTE SION”…, sencillamente genial. En fin, detalles de las inagotables ocurrencias de Ibáñez a través de un Rompetechos, del que no lo dudemos, todos tenemos una parte de él dentro de nosotros, ¿o es que no hemos tenido a veces confusiones por haber visto algo que en realidad no era?

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