PERO, ¿QUIÉNES LLENAN NUESTRAS CÁRCELES?

Hace no mucho, trataba de soportar la canícula veraniega, viendo en el patio de mi casa ya de madrugada, un programa de investigación, creo que de Antena 3, en el que se ponía de relieve toda una serie de inversiones megalómanas que se habían hecho en España: autopistas de peaje por las que no circulan coches, aeropuertos donde no aterrizan aviones, ciudades de la cultura, campos de fútbol a medio hacer, pueblos de 5.000 habitantes con varios museos, piscina olímpica y viajes gratis al Caribe… Después de ese reportaje que ponía los pelos de punta, por la cantidad de dinero público invertido, mal invertido y ver cómo esas infraestructuras se caen a pedazos, vino otra entrega del mismo programa, en la que se llamaba la atención acerca de una serie de personajes que habían surgido con la crisis y que prometían trabajos a cambio de dinero, cuando lo que había detrás era una estafa.

Observando ambos reportajes uno detrás de otro, de primeras uno se siente mosqueado por la ingente cantidad de dinero público gastado sin miramiento, mucho de ello tirado a la basura; pero me sentía más cabreado incluso, por esos estafadores que, en horas bajas, se aprovechan de la necesidad y de la angustia del personal.

Al día siguiente me desperté y comencé a analizar la situación, esos estafadores que con hábiles triquiñuelas se las ingeniaban para engañar a la gente, ya estaban en el punto de mira de la Policía, y por otra parte, sus estafas no eran cuantiosas, podían llegar como mucho a los 60.000 euros. Sin duda, deplorables sus artimañas, pero al final te das cuenta que son delincuentes de medio pelo, a los que tarde o temprano terminan pillando, y otra cosa será ver si pueden devolver lo que han robado.

Pero sobre los desmanes de las infraestructuras, ese dinero público lanzado a la cloaca, parece como si todos tuviéramos una cierta indulgencia, casi acostumbrados a ver en cada pueblo algo en lo que se gastó mucho dinero y ha servido para poco o nada. Con esto de la crisis ya miramos más con lupa estas situaciones, pero seamos sinceros, los políticos que hacen semejantes tropelías no van a la cárcel, los estafadores de medio pelo sí.

Es decir, que hacen los aeropuertos de Ciudad Real o Castellón, al hálito de las vacas gordas, que no sé qué estudios de mercado se hicieron para justificar la implantación de esas infraestructuras, y que ahí están para siempre hechas las inversiones con difícil o nula recuperación o amortización futura. Y lógicamente, ni los políticos de turno, ni los especuladores, ni cualquiera inmerso en estas tramas de derroche han ido ni van a ir a la cárcel.

Por tanto, ¿qué es más grave el dinero tirado al estercolero por nuestros políticos o el estafador de medio pelo que se ríe de unos pobres insensatos? Elucubrando más, uno percibe que con el dinero público mal invertido, se podían haber pagado muchas otras necesidades, que ahora mismo nos parecen latentes; ese dinero deficientemente desviado ha privado a la ciudadanía de otros servicios perentorios, ese dinero tirado ha contribuido a acelerar y endurecer esta crisis, ha favorecido que muchísimas familias españolas reduzcan su bienestar, su calidad de vida, y aunque esto es intangible y difícil de probar, no sabemos cuánta gente indirectamente ha desviado su camino o directamente ha fallecido porque, por ejemplo, la droga es una salida para el “ahora mismo”, o porque no les dio para comprar tal o cual medicina.

Decía recientemente el ex gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, “…se han hecho mal muchas cosas, y sobre todo no se hicieron muchas cosas que se deberían haber hecho, fundamentalmente para la resolución del problema bancario". Entiendo que con estas declaraciones mete a todos en el saco, a políticos y a banqueros, y no dudo que también una parte de responsabilidad la tiene el propio Banco de España. Es decir, que se han hecho mal muchas cosas, y que eso ha agudizado la crisis y ha afectado al bolsillo de la mayoría de los españoles. Pero ¿qué pasa? Pues no pasa nada, aquí en España ningún político o banquero va a la cárcel y ni tan siquiera es imputado. Aquí en España ningún político dimite ni renuncia a sus privilegios posteriores, ni ningún banquero mira cómo ha dejado el jardín antes que cobrar sus sustanciosas indemnizaciones.

Es decir, que en la cárcel, donde habrá terroristas, violadores, asesinos, también habrá muchos ladronzuelos de medio pelo a los que les fue mal la vida, y les pilló en un mal momento en el sitio menos indicado. Esos pagan, pero ¿y los otros?, ¿y los verdaderos responsables de esta crisis? Nada, absolutamente nada, todas esas cosas que se han hecho mal a nivel político, a nivel bancario, todo eso que ha generado endeudamiento, malestar y angustia en la población española, no es perseguido. Desde luego los que llenan nuestras prisiones no merecen mi perdón, pero ¿no hay sinceramente gente en la calle que merecería tanto o más que muchos pobres diablos estar entre rejas?

Vale, vale que la crisis no es sólo cosa de banqueros y políticos, también es cierto que los ciudadanos de a pie hemos contribuido a la misma, basados en una falta de previsión generalizada. La gente firmaba gravosas hipotecas, a nadie le obligaron a punta de pistola a firmarla, sin mirar su futuro, sin valorar lo que ganaban en ese momento y la estabilidad futura de su puesto de trabajo. Algunos estaban asomados a un precipicio y aun así accedieron a hipotecas para casi toda la vida.

Por eso lo del robo o asalto al Mercadona de Écija por miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), o como ellos dicen “expropiación forzosa”, con Sánchez Gordillo por detrás, es una nimiedad que no merece el bombo que se le está dando, nueve carros con productos de primera necesidad valen cuatro perras, que cualquiera podía haber salido para decir “los pago yo”. Era una acción orquestada, desde luego, estaban los medios de comunicación, y era más un gesto que otra cosa. No comparto la forma, sobre todo porque el SAT es demasiado beligerante y no lo hace de forma acertada, podrían ser mucho más imaginativos, aunque sí comparto el fondo. Y, por supuesto, Sánchez Gordillo es un Hugo Chávez a la española que mejor haría dejando su escaño en el Parlamento Andaluz si es que con su voz en esa Institución no es capaz de defender lo que propugna a punta de carrito de supermercado.

Es decir, que en esta crisis hay muchas personas que no sufren, los ricos, los especuladores, los banqueros, no confundamos con los trabajadores de un banco, y muchos políticos poco honestos, tampoco todos; cuando le quitas a uno que tiene mucho una parte sigue teniendo mucho, cuando se lo quitas al que tiene poco se queda en menos o en nada.

Del mismo modo, hay un buen número de causantes de estas crisis que han “hecho las cosas mal”, que han sorteado la ley, que han engañado, que han robado y no están en la cárcel ni se les espera, ¿o es que todo el que tiene poder es un aforado? En fin, no sé hacia dónde va el país, bueno sí lo sé, va mal y peor, pero sería muy ejemplarizante que alguno de los que se benefició con el Aeropuerto de Ciudad Real o Castellón, alguno de los que tomó la decisión de ejecutarlo, durmiera en chirona durante largo tiempo, con eso no arreglaríamos España, pero sería un refuerzo moral para la mayoría de los españoles que se levantan cada día para intentar levantar el país honradamente.

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