"SAMARANCH, EL DEPORTE DEL PODER", DE JAUME BOIX Y ARCADI ESPADA

Cayó en mis manos casi de casualidad, pero no le hice ascos, aunque ya tiene unos pocos años desde su primera edición, es de 1999, y el personaje que se glosa aún no había muerto; pero soy muy dado al género biográfico y máxime cuando se trata de una persona tan vinculada al deporte, auténtico motor del olimpismo moderno.

Pues eso que con los Juegos Olímpicos de Londres ya concluidos, y las Paralimpiadas en marcha, que tienen más enjundia que lo que muestran los medios de comunicación, me pareció una lectura idónea para afrontar las largas tardes de verano. Y la lectura se convirtió en sumamente atractiva, en un relato en el que sus dos autores repasan la vida de este ilustre catalán y español, desde diversos puntos de vista: político, personal, empresarial, deportivo y que precisamente llegó a hacer de su pasión, el deporte, su profesión, casi su vida.

Del repaso sosegado de sus páginas se desprende que el triunfo de su persona se fundamenta más en su discreción y sus magníficas relaciones públicas que en cualquier otra característica. No fue, creo que en esto estamos de acuerdo, una persona especialmente carismática, sus discursos como Presidente del CIO, Comité Internacional Olímpico, (es más correcta esta denominación según explican los autores, aunque habitualmente utilizamos COI), no eran vehementes, no eran los de un orador que levanta a las masas, eran sosegados, calmados y muy meditados, hasta cierto punto aburridos.

Tuvo una virtud más y nada desdeñable, que fue la de ir limpiando su pátina franquista a medida que fue emergiendo la democracia, de forma inversamente proporcional al anhelo que tuvo desde bien joven, que era llegar a ser Presidente del CIO. Y es que para mis contemporáneos, los que ya pasamos los cuarenta, cuando empezamos a oír hablar del nombre de Samaranch, este ya estaba vinculado al movimiento olímpico y apenas sabíamos poco más que había sido embajador en la Unión Soviética de 1977 a 1981, y que coincidiría en el cargo con los Juegos Olímpicos que se celebraron en Moscú en 1980.

Pero antes de eso, había sido hombre del Régimen, empezando como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Procurador en Cortes, Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, y Presidente de la Diputación de Barcelona, cargo que ostentó entre los años 1973 y 1977, es decir, que fue testigo directo de la transición.

También tuvo la habilidad de no ser un franquista recalcitrante, de ir haciendo guiños hacia un futuro de cambio, de creer en la apertura, en definitiva, de ser un propulsor de la democracia, aunque evidentemente sin abandonar su privilegiada situación de poder, siempre muy vinculada al deporte, que le facilitaba su comunión con el Régimen franquista.

Pero ahondemos un poco en sus inicios, los más desconocidos. Era un hombre de la nueva burguesía catalana, la de jóvenes adinerados cuyos padres poseían empresas solventes, en el caso de Samaranch todo un clásico, su padre había creado un imperio en la industria textil. Fue un mujeriego discreto, pero no en el sentido de que fuera mediocre, no, al contrario, era un mujeriego callado, es decir, que las tenía, muchas y bellas, pero no hacía alardes.

Fue uno de los verdaderos adalides del hockey sobre patines en Cataluña, donde a partir de los años 40 - 50 del siglo pasado se fundó la tradición a este deporte, que llega hasta nuestros días, y él tuvo la fortuna de ser uno de sus artífices, siendo seleccionador español de los primeros equipos nacionales que compitieron a nivel mundial. También fue boxeador, por aquello de que la gente de bien en su época tenía a este deporte como una disciplina para gentleman.

No obstante, fue sentando la cabeza, casándose ya pasados los treinta con la bella Bibis Salisachs, y empezando a hacer su carrera política y empresarial, con las herramientas que mejor dominaba, la discreción, el saber estar, las buenas relaciones, el estar en el sitio justo en el momento determinado, el dar dinero a fondo perdido desinteresadamente o no tan desinteresadamente.

Y ahí empezó su ascensión paralela entre sus negocios empresariales y su proyección política. Lo cierto es que se desprende de esta cualificada biografía que no fue un mal gestor, desde luego su cambio de rumbo en la política deportiva de este país es más que destacable, en especial, porque se pateó toda España y muchas instalaciones deportivas que aún hoy siguen funcionando fueron fruto de su buen hacer. Suyo, o de su equipo de técnicos, pues fue un pionero del marketing en nuestro país, es aquel eslogan que tanto sonó en la década de los 60 y 70 y que yo aún recuerdo de “Contamos contigo”.

Todos conocemos sus logros como Presidente del CIO, y como mantuvo su proverbial discreción hasta en la elección de su ciudad, Barcelona, como sede los JJ.OO. de 1992, lo que tal vez no se sepa, es que ya soñaba con ello desde muchos años antes, cuando con ocasión de los Juegos del Mediterráneo celebrados en Barcelona en 1955, y donde él fue parte primordial de su organización declaró unos meses antes: “Hay que tener en cuenta que próximamente se celebrarán los Juegos del Mediterráneo y si todo sale como debe salir tendremos derecho a pedir para nosotros una olimpiada”.

Jaume Boix y Arcadi Espada repasan también con cierta ironía los entresijos para ser sede de unos Juegos Olímpicos, y en qué terrenos se tuvo que mover Barcelona para ser la sede en 1992. Nunca, entiendo y entienden los autores sin sobrepasar la legalidad o costumbre de aquel momento; aunque bien es cierto que esa legalidad se ha puesto en entredicho en muchas ocasiones y precisamente el escándalo se destapó con la elección de los Juegos Olímpicos de invierno de Salt Lake City que se celebrarían en 2002, y donde la prensa descubrió compra de votos por parte de la ciudad elegida. Ese fue el peor momento para Samaranch en su carrera como Presidente del COI, poco antes de que dejara definitivamente el cargo, lo que le obligó a una revisión de los modos de elección de sedes, del organigrama del CIO, de sus reglas y a purgar alguno de sus miembros corruptos.

No obstante, los autores lo presentan con acierto como el Papa laico, destacan el poder del deporte en el mundo, de ahí el título de esta biografía, baste echar un vistazo a nuestro entorno y a los medios de comunicación. Pero va más allá, con él, el olimpismo ha dado una vuelta de tuerca, se han eliminado los boicot, se ha favorecido la ruptura con el racismo, ha permitido el crecimiento deportivo de naciones con escasos medios, y lo que es más importante, tuvo en sus manos un cargo no sujeto a presiones políticas y venerado a la vez por políticos, con sus cardenales, los miembros del CIO, su propia religión y mandamientos, la carta olímpica, y toda una Iglesia en marcha, como son las federaciones internacionales y sus “parroquias” en cada país, las federaciones nacionales.

En definitiva, un buen español, un buen catalán, que pasará a la historia por ser un famoso personaje, mucho más famoso que muchos presidentes de gobierno, que hizo más grande el olimpismo, el deporte, y contribuyó con muchos granitos de arena, a hacer este mundo un poco más justo. Sirva esta entradilla como homenaje a este hombre y, por qué no, un aplauso también para sus autores que me han hecho pasar unos días muy agradables con un libro que recomiendo absolutamente.

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