Y COLOMBIA NACIÓ PARA EL CICLISMO

Recién terminada la Vuelta ciclista a España, medito sosegadamente sobre este deporte que, aunque sigue despertando la pasión de mucha gente, lleva años en entredicho. Uno ya no sabe quién ganó tal o cual Tour, Vuelta o Giro, han corrido ríos de tinta, ciclistas que han jurado y perjurado que no tomaron nada, otros que han sido apartados de la práctica profesional por haber hablado demasiado y, finalmente, algunos mitos se han quedado por el camino (Chava Jiménez o Pantani me vienen a la memoria), porque este deporte tan exigente y lo que “conllevaba” les impidió llegar a su meta.

Entiendo que antes, hace veinte o treinta años, cuando Indurain y Pedro Delgado destacaban, cuando no dormíamos la siesta para ver las grandes etapas de montaña del Tour o de la Vuelta, esto no pasaba, aunque uno ya no sabe lo que pensar. Y fue aquella época en la que TVE comenzó a echar en directo las llegadas de las etapas, que eso antes no pasaba con ninguna gran vuelta. Fue precisamente en 1983 cuando con la irrupción de Ángel Arroyo y Pedro Delgado en esa edición del Tour, en la última semana TVE conectaba a diario con los finales de etapa. Pedro Delgado estuvo coqueteando con el podio, aunque una grandísima pájara le privó de aquel honor, y Arroyo alcanzaría el segundo puesto detrás del malogrado Laurent Fignon.

Pero no iba por nada de esto tal preámbulo, en realidad aquel Tour pasó a la historia aparte de por los éxitos y fracasos de sus deportistas, y las pequeñas grandes hazañas que se suceden en este bello y sufrido deporte, porque por primera vez comenzamos a escuchar el nombre de ciclistas de un país que la mayoría de los occidentales desconocíamos que tuviera tradición en este deporte, y Colombia nació para el ciclismo.

Aquel Tour de 1983, se calificó como el primero de categoría “open” de su historia, con el objetivo de incorporar a la selección colombiana amateur de este deporte. Ya nos fuimos enterando que sí, que en Colombia había mucha tradición al ciclismo, caracterizados sobre todo por ser buenos escaladores, avezados en superar las alturas de su cordillera andina; y además, que sus ciclistas ya habían empezado a despuntar en los años anteriores en el Tour del Porvenir, un Tour para amateur, que en estos últimos años ha venido a menos.

Y se presentaron allí en Francia, dándole un toque exótico y simpático a “La Grande Boucle”, esos ciclistas menudos y morenos que añadían a su nombre, la mayoría, un apodo, y que tenía el singular sobrenombre de los “escarabajos”, acudieron con el eslogan de “conquistar Europa”, y aunque muchos medios de comunicación tildaron este hecho como algo anecdótico y circunstancial, lo cierto es que no fueron ni mucho menos comparsas y dieron juego, vaya que si lo dieron.

El equipo colombiano tenía como maestro de ceremonias para esta gran ocasión, la ocasión de mostrarse al mundo, al también malogrado Luis Ocaña, en calidad de asesor técnico; el cual se quejó de la avalancha de periodistas colombianos que en masa acudieron a Francia ese año para dar cumplida cuenta de las hazañas de sus compatriotas, y al parecer agobiaban y molestaban más que ayudaban a que el equipo se concentrara debidamente.

Pues eso, allí estaban ellos y sus apodos, aunque poco a poco, desde aquel Tour hasta nuestros días, nos dimos cuenta de que eran algo más que unos simpáticos escaladores. Se fueron profesionalizando, salieron rodadores, contrarrelojistas, hasta alguno que se atrevía con las llegadas masivas, y hoy por hoy, no hay pelotón en el mundo que no requiera, para mayor caché, la presencia de corredores colombianos.

Bueno es recordar a aquellos que hicieron historia para el ciclismo colombiano y que fueron afortunados y esforzados artífices de que a partir de 1983 ya nunca se dejara de hablar de Colombia en este deporte: Samuel “Samy” Cabrera, Edgar “Condorito” Corredor, Alfonso “el Pollo” López, Patrocinio Jiménez, Fabio Casas, Rafael Tolosa, Julio Alberto Rubiano, Cristóbal “el Caballo” Pérez, Alfonso Flórez y Abelardo Ríos.

He podido leer alguna que otra entrevista a aquellos valientes y resulta muy ilustrativo ver cómo encajaba un equipo aficionado dentro de un pelotón profesional, donde faltaba algo de orden, de táctica de equipo y de imbuirse del espíritu y de las costumbres de los ciclistas europeos.

Lo cierto es que la primera semana, la de etapas largas y llanas, con una incursión en el temible pavés del norte de Francia, lo pasaron mal, perdieron mucho tiempo, y parecía que la experiencia los desbordaba, de hecho, algún medio de comunicación aprovechaba injustamente para burlarse de los escarabajos. Pero llegó la montaña y ya se les vio, ya pasaron de estar por detrás, a estar por delante, a que los colores de su enseña nacional se mostraran a las cámaras con más asiduidad.

Hubo hechos relevantes ese año para los colombianos, así Patrocinio Jiménez animó bastante el Gran Premio de la Montaña y compitió por ser el primero contra el belga Lucien Van Impe, este último a la postre, más experimentado fue el que se llevó el gato al agua, pero el segundo puesto de este prestigioso maillot para un colombiano en su debut era más que extraordinario.

Además entre Jiménez y Corredor consiguieron tres terceros puestos en sendas etapas de montaña, una de ellas una cronoescalada, y eso significaba estar por delante de muchísimos profesionales, o lo que es lo mismo, que había mimbres para un gran cesto, aun contando con la sangría de minutos que habían perdido la primera semana.

En la general final de aquel Tour, Corredor sería 16º y Jiménez 17º, una puesta de largo magnífica que les dotó a los colombianos del invisible carnet de imprescindibles para el ciclismo profesional. A la temporada siguiente, algunos fueron fichados por equipos profesionales.

Esos fueron los inicios, y no se paró, el ciclismo colombiano habrá tenido sus altos y bajos, pero ya siempre ha habido ciclistas colombianos y/o equipos colombianos en el pelotón internacional y con muchos triunfos y gestas a sus espaldas. Se me vienen a la cabeza nombres como Pilas Varta, Café de Colombia o Manzana Postobón, y ciclistas de la talla de Lucho Herrera, que ganó la Vuelta a España de 1987, Fabio Parra (este me parecía mejor que el anterior pero tuvo menos suerte), Pacho Rodríguez, Oliverio Rincón, Nelson “Cacaíto” Rodríguez, Chepe González, Félix Cárdenas, Santiago Botero y, la última estrella rutilante, Rigoberto Urán.

Precisamente Urán fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres en la prueba de fondo en carretera, contribuyendo a la que ha sido mayor y más espectacular cosecha de medallas en la historia deportiva de Colombia en unos Juegos, pues hasta el inicio de estos últimos tenían en su palmarés once medallas (un oro, tres platas y siete bronces), y en los de Londres casi duplican la marca con ocho medalla más (una de oro, tres platas y cuatro bronces). Por cierto, aparte de la de Urán han logrado dos medallas más en ciclismo concretamente en la disciplina de BMX, lo que demuestra la gran afición a este deporte que hay en este país sudamericano.

Y no acaba ni acabará, porque en la última Vuelta a España hemos vuelto a ver, amén del mediático Rigoberto Urán, a un potente Sergio Henao o a Nairo Quintana que se dejó ver en las duras etapas de montaña.
En fin, larga vida al ciclismo colombiano, pero había que recordar y hacer este humilde y anónimo homenaje a aquellos diez corredores de 1983 que, de algún modo, cambiaron la concepción del ciclismo profesional y su historia.

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