PRIMERA COMUNIÓN: ÚNICA COMUNIÓN (II)

Este humilde opinante, en su papel de católico practicante, está en contra de la parafernalia de las primeras comuniones que monta la Iglesia.Pues no, no tenía intención de escribir más sobre comuniones, toda vez que el año pasado ya dejé colgado en este blog una entradilla que, como siempre que escribo, lo hago con humildad y sin esperar que despierte un gran interés. Pero esa entrada, que ya se ha convertido en primera entrega, porque ahora vuelvo al punto de partida, ha tenido cierto éxito pues en un año ha recibido cerca de 1.700 visitas, es decir, más de 4’5 por día, y es el cuarto artículo más visitado de mi blog. Para el que quiera indagar, el enlace es http://a-discrecion.blogspot.com.es/2012/04/primera-comunion-unica-comunion.html.

Creía haberlo dicho todo acerca de este fenómeno pomposo que se reedita cada primavera en las iglesias católicas de nuestro país, pero el otro día escuchando al cura de la parroquia donde voy a misa, me exasperé un poco y a renglón seguido me puse a leer lo que había escrito hace un año, y pensé que sí, que me faltaban algunas cosas por decir.

Este magnífico cura, por el cual tengo bastante estima, suele proporcionar un buen puñado de mensajes, y de mensajes sociales, de esos que puedes aplicar a tu día a día. Porque digo yo una cosa, ¿no tiene la Iglesia Católica la vocación de cambiar el mundo? Pues yo veo a muchos curas que te sueltan el rollo de cada domingo, que aburren a las moscas porque no dicen nada y que parece que ejerzan la profesión sacerdotal como una oficio más, como si de bomberos, albañiles o maestros se tratara, es decir, digo la misa de cada domingo, sin complicarme la vida, ¿para qué voy a prepararme concienzudamente las homilías si a misa no vienen más que cuatro abuelas?, y ya está, ficho y hasta el domingo que viene.

Este buen cura al que adoro en el anonimato porque no es de los que se ha tomado el sacerdocio como una profesión humana, sino como lo que es, un ejercicio divino que le obliga e impone servir a la causa durante las veinticuatro horas al día los trescientos sesenta y cinco días del año; resulta que el otro día, cuando comenzó la parafernalia de las comuniones, nos comentó a sus fieles seguidores lo que todos sabemos, que ya empezaron las comuniones y que la iglesia, que estaba como un pincel, se había llenado a rebosar con los familiares de los niños, y que mucha gente no sabía comportarse.

La noticia, pues, no era nueva, es decir, ¿qué espera la Iglesia Católica en España que ocurra los domingos de comuniones?, me sorprende que haya curas que se sorprendan acerca de algo que está ocurriendo en nuestro país hace diez años, hace veinte, hace treinta y hace cuarenta, o sea, hasta donde llega mi memoria. Es decir que hay gente, la mayoría, que acude a la iglesia sólo para bodas, bautizos, comuniones, algún entierro y pare usted de contar. ¿Es esa la Iglesia Católica que queremos?, ¿esas son las familias de los niños que con tanto empeño y persistencia tratamos de formar en las catequesis para que hagan la primera comunión?, ¿no sería más bonito que la Iglesia luchara por que esa catequesis proporcionara un acercamiento de las familias a las misas y que los niños puedan seguir haciendo la comunión cada domingo, que hagan la segunda comunión y la tercera y la cuarta y la quinta…?

Lo dije el año pasado y lo repito ahora, a la Iglesia le va la marcha, colabora en que esto sea así, el ceremonial que conlleva provoca todo lo demás, de tal guisa que al final lo menos importante es el acto en sí de la participación primera de un cristiano en el sacramento de la eucaristía, antes que eso están: el traje del niño/a, el traje de la madre, el banquete, los regalos...

Soy padre primerizo de un niño adoptado desde hace menos de un año, y mi hijo tiene ya siete años, con lo que hay que plantearse lo de la comunión; yo me lo planteo como lo que es, el acto cristiano, otras personas podrán pensar que es más relevante el resto; y dicho esto desde mi faceta de católico practicante, me resulta excesivo que la catequesis dure tres o cuatro años, años en los cuales los párrocos se afanan en que el niño lleve una ficha en la que se sella sus asistencias a la formación y, eventualmente, a las misas.

Al parecer hay curas que impiden a los niños hacer la primera comunión si tienen determinadas faltas; pero vamos a ver, ¿estamos premiando la asistencia o queremos saber si el niño está verdaderamente preparado? Si las comuniones se auditaran desde el punto de vista empresarial la proyección de las catequesis tendría un resultado nefasto, es decir, ¿qué porcentaje de niños va a misa el domingo siguiente de hacer la primera comunión? Esa auditoría reflejaría que este negocio es ruinoso.

¿Está bien planteado, pues, que la Iglesia priorice el volumen, la cantidad de catequesis sobre la calidad de lo que se trata de inculcar? Es evidente que yo no soy el que debe juzgar esto, soy un mero opinante que desde mi afección por la Iglesia Católica entiende que esa estrategia es clarísimamente errónea a la vista de los resultados de la asistencia dominical a misa, sin que esto último sea tampoco un sinónimo de ser un católico recto, pero bueno lo daremos por válido. A la vista está el perfil medio de las personas que van a misa los domingos en España; yo particularmente en la parroquia a la que asisto suelo ser el más joven o de los más jóvenes, y tengo cuarenta y cinco tacos.

Pero vamos a ver, Iglesia Católica con el papa Francisco a la cabeza, digamos las cosas como son, la catequesis es un adoctrinamiento, y no pasa nada, entendámoslo esto desde la perspectiva no peyorativa de la palabra, es decir, instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, inculcarle determinadas ideas o creencias. Luego la Iglesia tiene una oportunidad pintiparada para atraer gente a su rebaño; no se trata de aburrir, no se trata de machacar, se trataría de adelgazar las catequesis para mandar mensajes más claros y contundentes, y dejarse de patochadas (porque en cuatro años de catequesis da tiempo para decir muchas), es decir, calidad y claridad en lo que se cuenta. También arbitraría unas pocas reuniones con los padres para adoctrinarlos, para intentar que vuelvan al redil que la primera comunión de sus hijos no se quede en el festín posterior.

Precisamente ya tenía cerrado este articulillo y ayer viernes apareció en mi oficina una madre con su hija, “día de colegio y la niña haciendo la rabona”, pensé, así que le pregunté porque me fastidia que haya familias (muchas marginales) que se inventan lo que sea para no llevar a los niños a la escuela, generalmente que están enfermos, y me dijo la madre que hacía la primera comunión el domingo y estaban con los preparativos. Yo, para distender el ambiente, le pregunté a la niña, a una niña legalmente catequizada por la Iglesia Católica, la primera chorrada que se me vino a la cabeza, “¿cuántos dioses hay, uno o tres?”, la niña tardó algunos segundos en contestar, es decir, dudó, y al final respondió que uno. Sin comentarios.

Lamentablemente sé que esto es un grito en silencio, porque es evidente que esto no va a cambiar, al contrario irá a peor, todo seguirá igual aunque con la rémora de estar atravesando por una época de crisis que paralelamente o incluso previo a esta lo fue y lo es de valores humanos. Esta radicalidad que se ha incrementado en la ciudadanía arrincona aún más a la Iglesia Católica en España, pues aparte de ello, la Iglesia social no existe o la calle no la percibe, faltan curas revolucionarios no curas profesionales de decir misas, porque rememorando a Martin Luther King, señalaba en sus discursos que le preocupaba la gente mala, pero también la indiferencia de los buenos, que los buenos permaneciesen callados.

Hay mucha gente en la Iglesia Católica de España que puede ser la catapulta de lo que estoy diciendo, pero me imagino que desde los obispados y la Conferencia Episcopal se les impide salirse del guión, digo yo. Lo que es verdad es que esta actitud de indiferencia, de rutina eclesial, sigue separando aún más a la gente del catolicismo; los que nunca estuvieron cerca, critican con más virulencia; a los que están en agua de nadie se les fomenta el que tengan su particular visión de la religión (la mayoría de los padres cuyos niños hacen la primera comunión en estos días), porque cada uno tiene su propio y singular catecismo, cree en unas cosas y en otras no; y a los que estamos esperanzados en que esta Iglesia sea un resorte para cambiar el mundo, también nos desalienta que aún sigamos en algunas cuestiones como hace veinte siglos: inamovibles.

Y dicho esto, comentaba lo de los obispados y la Conferencia Episcopal porque me parece inhumano y de baja estofa lo que le han hecho a una niña deficiente en un pueblo de Alicante. Leí esta semana que a esta niña no le permitían hacer catequesis y, por lo tanto, la administración de la comunión, porque no entendía el mandamiento. Bueno pues ya está, esto se cae por su propio peso, no sé si el cura es un lelo, o el Obispado alicantino una partida de retrógrados, porque a la vista está que el próximo domingo en cualquier iglesia de España, muchísimos niños vestiditos de primera comunión y sus padres ataviados con sus mejores galas, no tienen ni puñetera idea de lo que es ese mandamiento, y lo que es peor, ni les importa.

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