"LA EDAD DEL BARRO", DE ANDRÉS CÁRDENAS Y ANTONIO AGUDO

Es este libro, digamos que escrito a modo de ensayo, un recorrido por el Bailén de este último medio siglo, nacido de la pluma de estos dos periodistas, uno perteneciente a la prensa escrita y otro, profesional de la radio.

Aunque el subtítulo de esta obra lleve por nombre “La vida cotidiana en Bailén desde 1950 a nuestros días”, y el lector se enfrentará con historias particulares de un pueblo particular, no obstante, aun no conociendo a sus personajes o sus lugares, encontrará siempre referencias cotidianas y costumbristas extrapolables a buena parte de España, sobre todo muy referidas al sur, y es que no siendo bailenense, yo encuentro muchas similitudes con esa vida mundanal que a mí me tocó vivir y que a través de este libro he recordado con añoranza y simpatía.

Esta edad del barro, especialmente en la primera parte del libro (la escrita por Andrés Cárdenas) es el reflejo de una época en la que España intentaba con lentitud y esfuerzo diario, desentumecerse de una posguerra durísima donde los desequilibrios sociales eran muy intensos y la mayor parte de los españoles vivían de forma humilde.

En la parte desarrollada por Antonio Agudo, a partir de 1975, se refleja con nitidez el cambio de ciclo, una sociedad donde las clases medias ya estaban asentadas en nuestra sociedad, y en las que ya se veían atisbos de una sociedad desarrollada como la que tenemos ahora (aun con la crisis mediante), en la que hemos llegado a ese mantra llamado la “sociedad del bienestar”.

Escrito este trabajo de forma coordinada, coral de algún modo, es evidente reseñar las diferencias de estilo de ambos autores que se corresponden con su deriva profesional. La primera parte, desde los años 50 hasta 1975, dada a luz por el redactor del Diario Ideal en Granada (aunque me han comentado a posteriori que ya no trabaja ahí), Andrés Cárdenas, refleja un estilo propio de un escritor que, no sólo alimenta su hábito diariamente, sino que muestra que tiene experiencia también en las artes novelescas. Sus páginas son ese espejo del periodismo escrito, el del artículo costumbrista, el de historias que no mueren con el tiempo, historias de gente corriente que grabaron a fuego el devenir de un pueblo.

Antonio Agudo busca lo noticiable, lo directo, como buen locutor de radio realza muchas de esas noticias que, de algún modo, sacaron en algún momento a Bailén del anonimato. Tiene una prosa fresca y aprovecha cada frase para ofrecernos algo que llame la atención. Es la historia también de personas, esas que le dejaron rastro y lo dejaron en su pueblo, y es que los pueblos más allá de su ubicación, de su entorno y sus características físicas son ante todo lo que sus gentes quisieron que fueran.

Sin duda, es un libro que está hecho muy para Bailén en primer lugar, pero yo lo he aceptado sin remilgos, me pareció que la propuesta era digna de ser leída. Con los años que ya llevo viviendo en esta localidad, conocía ya muchas de las historias que se cuentan. Me quedo con un detalle significativo y es que Bailén me ha parecido siempre y este libro me lo corrobora, más pueblo que ciudad; básicamente porque encuentro más semejanzas en las costumbres de un pueblecito como Begíjar con el que estoy muy identificado y he pasado muchos períodos de mi vida, que con mi localidad en la que nací, crecí y me hice persona, Linares, donde los atisbos de modernidad parecían adelantarse en unos años a los pueblos, a través de esas nueva clase media obrera que habitaba pequeños pisos en bloques monolíticos de barriadas obreras (yo formo parte de esa generación).

Pero en Begíjar veo muchas de las historias de Andrés Cárdenas, ese mundo que construíamos todos y que, casi como si fuera un libro no escrito, todos las familias coincidían en las mismas costumbres. No sé a quién se le ocurrió alguna vez que teníamos que echarnos colonia comprada a granel y depositada en un bote de plástico con un espray en su boca que permitía espurrear por todo el cuerpo finísimas gotas de esa colonia que todos usábamos.

Sin duda que será un recuerdo entrañable para los personajes, muchos, que aparecen desgranados entre las páginas del libro, buena parte de ellos ya no está entre nosotros, y por tanto, también para sus familias que podrán guardar este detalle inolvidable y fabuloso del tándem Cárdenas–Agudo.

Por supuesto, este trabajo podría permitir en el futuro nuevas entregas, tal vez dentro de un cuarto de siglo, entonces será el mismo Bailén pero diferente, visto desde los ojos de un bailenense autóctono, tal vez sea el momento de que se desvele el terrible misterio de por qué Bailén es el pueblo de los “apañaos”, algo en lo que los autores no entran, y que uno por ser de fuera aunque afincado en esta localidad hace muchos años tiene una idea cualificada.

En fin, dinero bien invertido para un libro serio y simpático a la vez, que habla de Bailén y de España, y de lo mucho que ha cambiado nuestro país en poco más de medio siglo.

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