EL REPÓRTER TRIBULETE, UN COLUMNISTA SIN PISTA

Personaje del historietista castellonense Cifré, muerto prematuramente en 1996
Un reportero de medio pelo en un diario de medio pelo, esa puede ser la primera lectura de este personaje de historieta que hoy traigo a colación. El repórter Tribulete me pareció desde siempre uno de los personajes de cómic de mi infancia más simpáticos.

Tal vez fuera por su característica negación para las letras y su desacierto para plasmar lo no noticiable en las columnas del “El Chafardero Indomable”, lo cierto es que de los lápices del dibujante castellonense Guillermo Cifré, surgió este J. Tribulete, así firma sus columnas, que en cada una de sus breves historietas te hacía sonreír.

Pensaba, por cierto, que la historietas de este personaje habían perdurado gracias al impulso de su autor hasta hace poco, como ocurre con otros de sus contemporáneos, pero Cifré moriría prematuramente en 1962 con tan sólo cuarenta años, por tanto, lo que yo pude ver y leer fueron reediciones del legado que nos dejó en sus aproximadamente últimos quince años de vida.

El repórter Tribulete que en todas partes se mete, que es como empezaban la mayoría de estas historietas está sumido en una constante tensión. Se trata de un menudo personaje, sonriente y rematado con tres pelos en la cabeza, que vive en un permanente antagonismo con el director del diario (nunca trasciende su nombre) que le está propinando de forma reiterada y sin ningún rubor toda una serie de palizas, bien por no hacer su trabajo adecuadamente y sacar artículos de pacotilla, o porque al filo del cierre de la redacción su empleado no tiene algo noticioso para plasmar en el papel.

Esa tensión efectivamente se traduce en que Tribulete es un pozo de mala suerte, se tira todo el día en la calle, pero la mayor parte de las veces con resultados infructuosos, ya sea porque sigue pistas falsas y eso hace que sus crónicas falten a la verdad o porque se topa en sus propias narices con una noticia fabulosa y no es capaz de verla.

Cuando comento lo de las palizas de su director no es algo interpretable, es la pura de realidad, sin ambages, tanto este como su redactor hablan en casi cada historieta, casi a diario, de la paliza de rigor, y la ilustran. De hecho, es una de las características de este cómic, el director es voluminoso y su subalterno es apenas un tirilla que las más de las veces sale vapuleado y volando de la oficina del primero.

Es esa tensión un sinvivir tal que del pobre Tribulete no trasciende vida social alguna y ocurre que confunde a veces el domingo con un día laborable, día que decide en un dechado de valor llamar al director para decirle que ese día no va a ir a trabajar, o cuando se encuentra la noticia más fabulosa que reportero alguno pudiera imaginar y ese día no puede teclear su máquina.

Como siempre los críticos interesados han querido trazar el doble sentido de las historietas del repórter Tribulete en la época en que se hicieron, la más obvia es la de subrayar la inexistencia de una prensa completamente libre, pues Tribulete se limita a dar noticias de poca enjundia, un robo, un animal que se escapa del zoo, la llegada de incógnito de una estrella al país…, es decir, lo que era la prensa del régimen, en la que se podía hablar de asuntos mundanos, pero de lo importante no. Sinceramente dudo mucho que este fuera el matiz que Cifré quería darle, pues no hay que olvidar que el reclamo principal de los tebeos eran niños y jóvenes, a los que no les pasaba por la imaginación que de la historieta pudiera derivarse un doble sentido.

Me inclino más a pensar, como apuntan otros, que la única crítica que se pudiera deducir, es la de los propios historietistas, dibujantes y redactores de revistas de cómic, que en esa época tenían que trabajar de sol a sol por un sueldo miserable. En este sentido, también imagino que los encargados de publicar sus historias aceptaban con resignación y cintura esta crítica dado el éxito de su personaje.

De la historieta en sí, poco se puede añadir más, pues todas sus entregas son bastante estereotipadas en el sentido que ya he comentado, y únicamente añadir que aparece de vez en cuando un personaje en la redacción bastante arrastrado, es decir, el típico pelota del jefe, que se llama significativamente señor Cepillo. Por cierto que el competidor de “El Chafardero Indomable”, no puede tener otro título más gráfico, es “El Chismoso Insumergible”, ahí es nada.

Tuvo su homenaje en un sello español de 1996, el cual como buen amante de la filatelia que soy, acompaña esta entrada.

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