Cuando hace unos meses publicaba en este blog una entrada dedicada a la serie «Viaje fantástico», la cual por otro lado me había costado enorme trabajo localizar, también recordaba que habiendo hecho una batida entre algunos de mis selectos contactos (familiares y amigos) afloraban nombres de otras series más o menos conocidas, y uno de los que más se repetía era este, «La fuga de Logan», otro de esos productos estadounidenses que nos acompañaron, a mí por lo menos, en las tardes de siesta veraniegas, esas tardes calurosas sin aire acondicionado y mitigadas, si acaso, por un ventilador, en las que estaba prohibido salir a la calle y menos hacer ruido para no despertar al padre de familia (sinceramente de niño odiaba la siesta y ahora hago lo mismo que mi padre y me abstraigo para evitar ruidos). Estas eran las tarde de 1982.
Pues esta serie tenía ese halo que envolvía a otros programas de televisión, otras series, películas e incluso noticias en los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado, en donde la ciencia ficción estaba en boga y el fenómeno OVNI nos caía hasta en la sopa. Por cierto, cuántos avistamientos, cuántas abducciones y cuántos testigos divulgaban sus experiencias paranormales, que parecía que uno salía a pasear por el campo y miraba al horizonte esperanzado de que a él le tocara; fue una auténtica moda y eso pasó.
Pues «La fuga de Logan» se inspiraba en una novela de finales de los 60 y en una película de 1976 con no mucho éxito, y al año siguiente se decidió continuar con las tendencias de la sociedad plasmadas en los televidentes, para sacar una producción seriada de corte futurista, surreal y que mostraba civilizaciones utópicas.
Pero ¿por qué se fugaba Logan? Pues, el intríngulis de la serie tenía su aquel, es decir, estaba muy bien fundamentado y si lo vemos con el paso del tiempo todavía cobra más actualidad si cabe. Logan vivía en la ciudad de «los domos» o de «las cúpulas». A propósito dependen los nombres de si el doblaje era español de España, o español de América (en Internet sólo se encuentran los episodios doblados en América y se llama «Fuga en el siglo XXIII» y «Logan´s Run» en inglés). En esa ciudad cubierta y cerrada viven una serie de habitantes que mueren en torno a los 30 años en el denominado «carrusel», en todo un evento festivo que se entiende que les proporciona un paraíso o una resurrección.
En realidad la ciudad de los domos está gobernada por una especie de comisión de sabios o ancianos que, por razones de espacio físico, ha de realizar esa limpieza y limitar la edad de sus habitantes, para evitar la superpoblación y mantener el equilibrio demográfico. No se explicita que los miembros de esa comisión sean los padres de todos los habitantes de la ciudad, pero dado el sectarismo y crueldad de estos rectores, yo me arrogo ese detalle subliminal y lo doy por hecho.
En este particular submundo, este inocente rebaño que vive ciertamente de forma acomodada, nada impide entender lo contrario; a todos se les ha convencido que salir al exterior significa la muerte, pues ha habido una guerra nuclear y el aire está contaminado y es lógicamente irrespirable. No obstante, siempre sale algún díscolo que piensa más de lo normal y no se cree la trola y algunas personas han recibido información externa de esa otra realidad. Así que en la ciudad de los domos se tiene que asegurar que el statu quo no se rompa jamás y que no haya interferencias con el exterior, para eso hay un equipo de guardianes, para impedir que nadie salga, y si alguien lo hace que no vuelva para desvelar el engaño y la realidad.
Pues Logan (Gregory Harrison), que era un guardián, en un auténtico flash se convence casi instantáneamente en el primer capítulo y se escapa junto con Jessica (Heather Menzies); no tardarán en salir a la busca de estos fugitivos otros guardianes liderados por Francis (Randy Powell). Obviamente, aquí surge la primera elucubración de la serie y es que cómo se mantienen los guardias motivados para ejercer su tarea sabedores de que fuera el aire es óptimo, pues no se sabe con todos, pero al menos a Martin le prometen formar parte de la comisión de sabios, es decir, no morir a los treinta años sino de viejo, y tener obviamente los privilegios de este selecto grupo, siniestro trato a decir verdad.
Nuestros fugitivos intentarán buscar lo que otros fugitivos les han hecho llegar, que hay algún lugar en el mundo que se llama «el Santuario», algo así como un edén o una gloria para los cristianos, donde poder vivir en paz y armonía hasta el final de sus días.
No recuerdo si es en el primer capítulo o en el segundo cuando se incorpora a los fugitivos el amigo Rem (Donald Moffat), un humanoide, es decir, una máquina (por dentro) con apariencia humana y además cara de buena persona, que les ayudará en todas sus aventuras y que les proporcionará a Logan y Jessica el aplomo y la serenidad técnica que a veces requieren.
Todo esto sucede en los dos primeros capítulos y a partir de ahí ¿qué? Pues es cuando se fundamenta el sacarle punta a la novela y en menor medida a la película previa. Nuestro trío de aventureros que se encuentran casualmente con un vehículo solar, mezcla de coche y de hovercraft, se desplazan por aquí y por allá y se van encontrando con pueblos, gentes, civilizaciones que, al parecer, viven aisladas sin contactos mutuos. O nuestros amigos son atacados o algún cacique se encarga de sojuzgar al resto del pueblo en cuestión; algo que curiosamente se repetía en la serie «Viaje fantástico» que era anterior en el tiempo.
Las similitudes y las comparaciones es obvio que hay que hacerlas, porque aunque en Viaje fantástico se transportaban a otro espacio – tiempo, tenían que resolver los mismos problemas que los de La fuga de Logan, y ambos grupos buscaban su futuro, su paraíso.
Incluso el colmo de la coincidencia es que ambas series tuvieron un número limitado de capítulos y muy similar y las dos fueron cortadas sin que sus protagonistas alcanzaran ningún fin. Como ya referí en Viaje fantástico, al cerrar la serie prematuramente sus personajes se quedaron en el limbo del espacio – tiempo; en La fuga de Logan se llegó al decimocuarto capítulo y ni llegaron al Santuario ni nada parecido, era un capítulo más; así que los personajes también se quedaron anclados en el futuro.
Lo paradójico de todo esto es que igual que teóricamente fracasó en Estados Unidos, donde se producía, en España las series futuristas o de ciencia ficción sí que tuvieron mucho gancho y esta de La fuga de Logan, quién no la recuerda.
Los datos curiosos o anecdóticos de la serie son varios, para empezar la estética moderno – cutre de finales de los 70 hace que veamos los trajes de los personajes como un tanto carnavalescos, ahora que estamos en la época; así como los escenarios y decorados un tanto ajados, donde llama la atención especialmente cuando sus personajes acceden a ordenadores, computadoras, aparatajes electrónicos..., muy cutrecillo todo, y un poco al estilo de lo que un atrezzista de hace más de treinta años podría imaginar que sería la evolución de la técnica, es decir, muy alejada de la realidad actual, y donde por ejemplo, no aparece un aparato tan simple y común hoy día como el teléfono móvil.
Tampoco puede eludirse el hacer mención a la relación entre Logan y la bella e inocente Jessica, muy soslayada en la serie, apenas jalonada con algún beso y un toque de culo, esa tensión sexual no existe, algo que una serie actual exigiría, y a veces se echa en falta, porque de otro modo no se entiende que en una aventura tan trascendental como la que están abordando dos jóvenes bien parecidos tengan mínimos acercamientos.
Por último, los frikis de esta serie, que también los hay, han dejado escrito en algunas web que ese viaje frenético de los tres personajes en busca del santuario, donde se daba por supuesto que se alejaban más y más de la ciudad de los domos, no se entendía que en un capítulo concreto, nuestros amigos son apresados y devueltos a dicha ciudad, tal cual si los hubieran localizado a unos kilómetros de su primigenio cautiverio: sinceramente un poco rebuscado.
Lo cierto es que la serie era entretenida, nos acercaba a un género muy de moda en esa época, y la trama, amén de lo cutrecillo de trajes y escenarios, era entretenida, evitaba la violencia, y tenía algún que otro giro cómico. En fin, verdaderamente una joya del frikismo, ¿o no?
Pues esta serie tenía ese halo que envolvía a otros programas de televisión, otras series, películas e incluso noticias en los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado, en donde la ciencia ficción estaba en boga y el fenómeno OVNI nos caía hasta en la sopa. Por cierto, cuántos avistamientos, cuántas abducciones y cuántos testigos divulgaban sus experiencias paranormales, que parecía que uno salía a pasear por el campo y miraba al horizonte esperanzado de que a él le tocara; fue una auténtica moda y eso pasó.
Pues «La fuga de Logan» se inspiraba en una novela de finales de los 60 y en una película de 1976 con no mucho éxito, y al año siguiente se decidió continuar con las tendencias de la sociedad plasmadas en los televidentes, para sacar una producción seriada de corte futurista, surreal y que mostraba civilizaciones utópicas.
Pero ¿por qué se fugaba Logan? Pues, el intríngulis de la serie tenía su aquel, es decir, estaba muy bien fundamentado y si lo vemos con el paso del tiempo todavía cobra más actualidad si cabe. Logan vivía en la ciudad de «los domos» o de «las cúpulas». A propósito dependen los nombres de si el doblaje era español de España, o español de América (en Internet sólo se encuentran los episodios doblados en América y se llama «Fuga en el siglo XXIII» y «Logan´s Run» en inglés). En esa ciudad cubierta y cerrada viven una serie de habitantes que mueren en torno a los 30 años en el denominado «carrusel», en todo un evento festivo que se entiende que les proporciona un paraíso o una resurrección.
En realidad la ciudad de los domos está gobernada por una especie de comisión de sabios o ancianos que, por razones de espacio físico, ha de realizar esa limpieza y limitar la edad de sus habitantes, para evitar la superpoblación y mantener el equilibrio demográfico. No se explicita que los miembros de esa comisión sean los padres de todos los habitantes de la ciudad, pero dado el sectarismo y crueldad de estos rectores, yo me arrogo ese detalle subliminal y lo doy por hecho.
En este particular submundo, este inocente rebaño que vive ciertamente de forma acomodada, nada impide entender lo contrario; a todos se les ha convencido que salir al exterior significa la muerte, pues ha habido una guerra nuclear y el aire está contaminado y es lógicamente irrespirable. No obstante, siempre sale algún díscolo que piensa más de lo normal y no se cree la trola y algunas personas han recibido información externa de esa otra realidad. Así que en la ciudad de los domos se tiene que asegurar que el statu quo no se rompa jamás y que no haya interferencias con el exterior, para eso hay un equipo de guardianes, para impedir que nadie salga, y si alguien lo hace que no vuelva para desvelar el engaño y la realidad.
Pues Logan (Gregory Harrison), que era un guardián, en un auténtico flash se convence casi instantáneamente en el primer capítulo y se escapa junto con Jessica (Heather Menzies); no tardarán en salir a la busca de estos fugitivos otros guardianes liderados por Francis (Randy Powell). Obviamente, aquí surge la primera elucubración de la serie y es que cómo se mantienen los guardias motivados para ejercer su tarea sabedores de que fuera el aire es óptimo, pues no se sabe con todos, pero al menos a Martin le prometen formar parte de la comisión de sabios, es decir, no morir a los treinta años sino de viejo, y tener obviamente los privilegios de este selecto grupo, siniestro trato a decir verdad.
Nuestros fugitivos intentarán buscar lo que otros fugitivos les han hecho llegar, que hay algún lugar en el mundo que se llama «el Santuario», algo así como un edén o una gloria para los cristianos, donde poder vivir en paz y armonía hasta el final de sus días.
No recuerdo si es en el primer capítulo o en el segundo cuando se incorpora a los fugitivos el amigo Rem (Donald Moffat), un humanoide, es decir, una máquina (por dentro) con apariencia humana y además cara de buena persona, que les ayudará en todas sus aventuras y que les proporcionará a Logan y Jessica el aplomo y la serenidad técnica que a veces requieren.
Todo esto sucede en los dos primeros capítulos y a partir de ahí ¿qué? Pues es cuando se fundamenta el sacarle punta a la novela y en menor medida a la película previa. Nuestro trío de aventureros que se encuentran casualmente con un vehículo solar, mezcla de coche y de hovercraft, se desplazan por aquí y por allá y se van encontrando con pueblos, gentes, civilizaciones que, al parecer, viven aisladas sin contactos mutuos. O nuestros amigos son atacados o algún cacique se encarga de sojuzgar al resto del pueblo en cuestión; algo que curiosamente se repetía en la serie «Viaje fantástico» que era anterior en el tiempo.
Las similitudes y las comparaciones es obvio que hay que hacerlas, porque aunque en Viaje fantástico se transportaban a otro espacio – tiempo, tenían que resolver los mismos problemas que los de La fuga de Logan, y ambos grupos buscaban su futuro, su paraíso.
Incluso el colmo de la coincidencia es que ambas series tuvieron un número limitado de capítulos y muy similar y las dos fueron cortadas sin que sus protagonistas alcanzaran ningún fin. Como ya referí en Viaje fantástico, al cerrar la serie prematuramente sus personajes se quedaron en el limbo del espacio – tiempo; en La fuga de Logan se llegó al decimocuarto capítulo y ni llegaron al Santuario ni nada parecido, era un capítulo más; así que los personajes también se quedaron anclados en el futuro.
Lo paradójico de todo esto es que igual que teóricamente fracasó en Estados Unidos, donde se producía, en España las series futuristas o de ciencia ficción sí que tuvieron mucho gancho y esta de La fuga de Logan, quién no la recuerda.
Los datos curiosos o anecdóticos de la serie son varios, para empezar la estética moderno – cutre de finales de los 70 hace que veamos los trajes de los personajes como un tanto carnavalescos, ahora que estamos en la época; así como los escenarios y decorados un tanto ajados, donde llama la atención especialmente cuando sus personajes acceden a ordenadores, computadoras, aparatajes electrónicos..., muy cutrecillo todo, y un poco al estilo de lo que un atrezzista de hace más de treinta años podría imaginar que sería la evolución de la técnica, es decir, muy alejada de la realidad actual, y donde por ejemplo, no aparece un aparato tan simple y común hoy día como el teléfono móvil.
Tampoco puede eludirse el hacer mención a la relación entre Logan y la bella e inocente Jessica, muy soslayada en la serie, apenas jalonada con algún beso y un toque de culo, esa tensión sexual no existe, algo que una serie actual exigiría, y a veces se echa en falta, porque de otro modo no se entiende que en una aventura tan trascendental como la que están abordando dos jóvenes bien parecidos tengan mínimos acercamientos.
Por último, los frikis de esta serie, que también los hay, han dejado escrito en algunas web que ese viaje frenético de los tres personajes en busca del santuario, donde se daba por supuesto que se alejaban más y más de la ciudad de los domos, no se entendía que en un capítulo concreto, nuestros amigos son apresados y devueltos a dicha ciudad, tal cual si los hubieran localizado a unos kilómetros de su primigenio cautiverio: sinceramente un poco rebuscado.
Lo cierto es que la serie era entretenida, nos acercaba a un género muy de moda en esa época, y la trama, amén de lo cutrecillo de trajes y escenarios, era entretenida, evitaba la violencia, y tenía algún que otro giro cómico. En fin, verdaderamente una joya del frikismo, ¿o no?
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