CHANO RODRÍGUEZ, EL SUPERDEPORTISTA QUE VINO DEL LADO OSCURO

¿Fue porque tuvo un oscuro pasado o porque es un deportista con discapacidad? Pues puede que las dos cosas, lo cierto es que el nombre de Chano Rodríguez a poco les sonará y, sin embargo, su historia deportiva es grandiosa, es uno de los mejores nadadores con paraplejia de la historia, el deportista español masculino más laureado de todos los tiempos, y con 58 años aún aspira a acudir el verano de 2016 a Río con objeto de seguir agrandando su leyenda en los que serían sus quintos Juegos Paralímpicos.

Es una historia de esfuerzo y superación ante la adversidad, aunque realmente Chano Rodríguez vino al mundo «de los buenos» en 1994, cuando salió de la cárcel a la edad de 37 años, dejando atrás casi una década de reclusión a causa de varios delitos por su pertenencia a la banda terrorista GRAPO y, entre estos delitos, por el asesinato en 1984 del empresario sevillano Rafael Padura. Con posterioridad, una brutal huelga de hambre en 1990 de 432 días le minó de tal forma que perdió de forma irreversible la movilidad en sus dos piernas. En 1994 fue puesto en libertad condicional a causa de su grave enfermedad y Chano Rodríguez dio un giro radical a su vida.

A partir de ahí, este gaditano de nacimiento y vigués de adopción comenzó a trabajar como vendedor de la ONCE en esta populosa ciudad gallega y empezaría a practicar natación, donde pasaría a marcar unos tiempos estratosféricos en toda una serie de pruebas del programa paralímpico. Ello le haría ser llamado por la selección española de discapacitados y cosechar un montón de éxitos cuyo primer colofón tuvo lugar con ocasión de la Olimpíada de Sidney 2000, donde lograría cinco medallas de oro. Desde entonces, jamás ha ido a unos Juegos Olímpicos sin traerse medalla, y también tiene en su haber una miríada de preseas en Mundiales, Europeos..., con numerosos récords mundiales, olímpicos, europeos y nacionales.

Pese a todo este cartel, es como si hubiera una especie de penumbra que gira alrededor de este hombre, por aquello de que fue el que fue, amén como he dicho al principio, de que estamos ante un deportista paralímpico, o lo que viene siendo, como si dijéramos, deporte de segunda división, o de tercera, o de cuarta, o de...

La azarosa vida de Sebastián «Chano» Rodríguez Veloso le llevaría a enrolarse en la banda terrorista GRAPO, una organización clandestina con inspiración comunista maoísta que captó jóvenes en la época de la transición democrática procedentes de nudos industriales, siendo Vigo por aquel entonces uno de los grandes viveros de este grupo terrorista.

A Chano se le atribuyen numerosos delitos, el más sangriento, el asesinato de Rafael Padura, el día 5 de septiembre de 1984, un empresario sevillano del sector de las artes gráficas y en ese momento presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla, al que ejecutaron en su oficina el propio Chano y otros dos terroristas más.

A principios de 1985 Chano sería detenido y encarcelado, su pena principal fue la de 83 años de prisión, aunque hay que aclarar que legalmente en la actualidad sólo se puede permanecer recluido un máximo de 30 años. En 1989 un amplio colectivo de presos del GRAPO inicia una huelga de hambre con objeto de presionar al Gobierno para que abandonara su política de dispersión de dichos presos. La huelga se convirtió en un fracaso, el Gobierno no daría su brazo a torcer y la invasión de Kuwait por Iraq en 1990 desviarían la atención de los medios de comunicación, por lo que la dirección de los GRAPO obligó a sus componentes recluidos a abandonar dicha huelga. Hubo algún compañero de Chano que se quedaría en el camino, y ese sometimiento físico extremo provocó que nuestro protagonista acabara en una silla de ruedas para el resto de sus días.

Con la excarcelación de Chano y sus éxitos deportivos llega la hora de la verdad, comienza a ser un personaje público, es jaleado en su nuevo papel en la sociedad pero tiene un lado oscuro, y quieras que no, eso lo marca a uno para siempre.

BOE con el indulto parcial de Chano
Algo queda fuera de toda duda, si consideramos el objetivo de la cárcel debe ser la reinserción (algo que rara vez se cumple) y con mi formación académica y bagaje personal, he decir que Chano Rodríguez es el paradigma de ese objetivo, utopía en muchos casos. Chano Rodríguez ha sido capaz no sólo de convertirse en una persona rehabilitada socialmente sino que a través de sus logros deportivos y del testimonio de una vida después de las sombras, plena de superación y esfuerzo ante la adversidad, y no atendamos específicamente a cómo se provocó la discapacidad. Ha devuelto a la sociedad, no la vida ni el sufrimiento de los familiares del empresario al que mató, pero sí que con su ejemplo está inculcando una serie de valores que es necesario propugnar en nuestra juventud, y el significado de lo que puede ofrecer el testimonio de un antiguo terrorista aún puede ser más relevante.

En 2007 sería indultado parcialmente por el Ministerio de Justicia, en especial, en lo referido a la pena de privación de libertad, hecho que aún levantó alguna polvareda en la sociedad, pero muy significativamente en la familia del empresario sevillano asesinado.

La realidad de los sonoros éxitos deportivos de Chano Rodríguez fueron acrecentando su figura y, de algún modo, acallando su sombrío origen, hasta el punto de que el Consejo Superior de Deportes le concedió en 2009 la Medalla de oro al mérito deportivo.

Aparte de ello, hay que reconocer que este superdeportista ha cruzado firmemente una línea tenue y prácticamente desvanecida desde que el deporte está profesionalizado, y es que sus éxitos deportivos han venido a una edad anormalmente longeva, continuando activo en la actualidad. De hecho, acudió a Sidney con 43 años y consiguió medallas en tres Juegos Olímpicos más a la edad de 47, 51 y 55 años. Con 53 años en 2010 abandonaría Vigo y su profesión de cuponero de la ONCE para formar parte de la Residencia Blume en Madrid, y aunque en Internet no hay información muy actualizada de Chano, va a estar en el verano de 2016 en la Paralimpíada de Río.

Quizá queden algunos flecos por cortar en la vida de Chano, él ha reconocido que si pudiera marcha atrás no haría lo que hizo, es más que cuando empezó con GRAPO ya sabía que acabaría mal, que no pudo dar marcha atrás porque ya se había comprometido; aunque más o menos ha reconocido que se arrepiente de lo que hizo, ha sido más su testimonio diario de reinserción, de rehabilitación, el que ha avalado sin palabras que rompió con su pasado.

La familia de Rafael Padura, con cierta lógica por su situación personal, no ven más que al asesino de su padre, y han observado con no muy buenos ojos que se le excarcelara, que se le indultara o que no se haya arrepentido clara y explícitamente. En mi opinión, estos capítulos de la vida habrían de cerrarse personalmente, una brecha abierta y tan grande no se puede cicatrizar desde la distancia. Lo suyo es que Chano Rodríguez acudiera alguna vez a ver a la familia de Padura, sin medios de comunicación, privadamente, y le pidiera perdón a esa familia. Ya digo, no le devolvería la vida a quien asesinó, pero con mucha seguridad ayudaría a que estos familiares pudieran perdonar y tal vez atemperar un poco su angustia vital.

Por último, el bagaje de Chano Rodríguez me provoca dos reflexiones, una la del terrorismo que históricamente nos demuestra que no conduce a nada en ningún lugar del mundo, sólo sufrimiento en la sociedad en primera instancia, y con el tiempo, ese sufrimiento sólo se queda en las familias, un duro pero estéril resultado para las pretensiones terroristas. Por otro lado, la nueva vida de Chano no es más que una demostración nítida de que, como ocurre en algunos países de nuestro planeta, la pena de muerte es una medida excesiva e inadecuada, ya que cercenamos cualquier posibilidad de arrepentimiento y de reinserción del penado, y nos podría privar de nuevas personas absolutamente válidas y ejemplificantes para la sociedad.

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