"EL SECRETO DE VESALIO", DE JORDI LLOBREGAT

Si hace poco más de un mes escribía sobre «Hombres buenos» de Arturo Pérez-Reverte y ya criticaba la manía de los autores consagrados de criar fama y echarse a dormir, a medida que pasan los días y comento mi sensación con amigos, más llego a la conclusión de que aquel libro no me gustó tanto y que lo escribe por ser quien es. De hecho, creo que el libro más osado que he leído en mi vida de un autor icónico fue «Cristo versus Arizona» de Camilo José Cela, una tomadura de pelo que sólo podía venir de las manos de alguien que todo lo que tocaba lo convertía en oro y que se permitía el lujo de hacer inventos narrativos, porque yo lo valgo.

Si el valenciano Jordi Llobregat, autor de «El secreto de Vesalio», un escritor no muy conocido, hubiera tenido el atrevimiento de haber escrito alguna de las dos obras citadas en el párrafo anterior a buen seguro que no lo hubieran leído ni las águilas, ni de hecho habría encontrado una editorial a quien venderle humo; y es que lo que venden algunos autores reconocidos, que ya me voy coscando, es humo de colores.

Y dicho esto, vamos a dar a cada cual lo suyo, «El secreto de Vesalio» es la mejor novela que ha pasado por mis manos en los últimos años, bien escrita, con un argumento sólido y sin erosiones en el recorrido del relato, y con un dinamismo que permite que te atraiga desde el principio hasta el final, sin que decaiga la trama en momento alguno.

A todo ello se une un hilo narrativo con numerosos elementos de misterio y con sorpresas que se van sucediendo a lo largo de la historia, sin desdeñar el hecho de que el relato va creciendo en interés en busca del desenlace que resulta ser brillante y sorpresivo a la vez, muy en la línea de lo que han sido las páginas precedentes; y es que en no pocas ocasiones me he encontrado con narraciones muy bien escritas que flaquean en el final y no saben resolver una trama que hasta ese momento era muy interesante.

El joven Daniel Amat verá alterada una vida tranquila en Inglaterra desde que hace siete años tuvo que llevar a cabo una especie de huida hacia delante tras un incendio en su domicilio familiar de funestas consecuencias. Afincado en Inglaterra donde es profesor universitario, goza de una vida plácida y su futuro personal se proyecta con una chica de buena posición con la que está a punto de formalizar su relación, sin embargo, recibirá un telegrama anunciando el fallecimiento de su padre que le obligará a desempolvar recuerdos.

La vuelta a Barcelona, plagada de dudas y temores por revivir aquella tragedia familiar en la que perecerían su prometida y su hermano, no podrá resultar más convulsa. Su padre ha muerto en extrañas circunstancias y Daniel Amat, casi en contra de su propia voluntad, comenzará a tirar de una madeja enormemente enmarañada, donde se entrelazan los recuerdos del pasado, investigaciones médicas, mujeres horriblemente mutiladas, una Ciudad Condal que se mueve hacia el futuro (finales del siglo XIX) y numerosos misterios que se incrustan en cada una de estos elementos argumentales.

Toda esta trama perfectamente urdida por Jordi Llobregat se sitúa en la Barcelona de 1888, en los días previos a la inauguración de la Exposición Universal, en la que buena parte del mundo occidental tenía puestos sus ojos. De hecho, la organización y esos fastos previos formarán parte de la trama de la historia, en la que acontecimientos y personajes reales se jalonan con otros de ficción, en un bello espectáculo que incluso tiene un interesante matiz de divulgación histórica.

Por cierto, que haciendo un paréntesis en este humilde análisis de la obra, he de manifestar que tengo especial predilección por leer relatos que se desarrollan en Barcelona; Eduardo Mendoza o Ruiz Zafón se me vienen ahora a la memoria, eso y las aventuras que me comentaba un compañero mío de colegio, el cual acudía allí de vez en vez a un oculista y narraba todo tipo de maravillas, me han hecho desear su visita en muchas ocasiones. Es de ese tipo de ciudades por las que he caminado mentalmente muchas veces pero donde jamás he estado, y es uno de los deberes pendientes en mi vida.

A todo esto hay que indicar que el título de «El secreto de Vesalio» hace alusión a la magna obra escrita por el médico belga del siglo XVI Andrés Vesalio, el cual provocó una revolución en el mundo de la medicina con su tratado denominado De humani corporis fabrica, del que se puede decir que supuso un antes y un después en el conocimiento de la anatomía humana.

El tratado, que se compone de siete tomos, con detalladas ilustraciones jamás vistas hasta esa época, se concibe aun en el siglo XIX como un obligado documento de consulta para los estudiosos de la medicina, no obstante, a lo largo del relato se asienta el enigma de la posible existencia de un octavo tomo, una especie de culmen del conocimiento en el que Vesalio desvela un trascendental descubrimiento para la humanidad.

El empeño de Amat se verá alentado por dos inopinados colaboradores, a cual más sui generis. Por un lado, Bernat Freixa, un mediocre periodista con una vida azarosa que sueña con ofrecer a su periódico la gran exclusiva que le eleve al estrellato y, por otro lado, el misterioso Pau Gilbert, un joven y brillante estudiante de Medicina que a una existencia compleja se le une que a cada paso que da le surgen los problemas, porque esconde un sorprendente secreto en su interior.

La novela está perfectamente hilada y no he encontrado ninguna falla argumental, aun partiendo de que se trata de una novela de ficción, algo que para mí siempre es muy importante, porque también encuentro obras en las que uno ejerce de detective o de abogado del diablo y descubre detalles en el argumento que no son sólidos, no se sostienen de ningún modo, y provocan debilidad en el conjunto, en la nota media. Esta obra, reitero, no sólo está muy bien hecha y con buena riqueza en el lenguaje, sino que además la traca final es digna de obtener mis máximas calificaciones, las de este modesto lector, dicho sea de paso.

Para aquellos que tengan la ilusión de enfrentarse a «El secreto de Vesalio», a mí me ha ayudado notablemente para hacerme mis escenarios mentales el haber recordado la estética de la serie de televisión «Víctor Ros», basada en diversas novelas del escritor Jerónimo Tristante, en las que Víctor Ros encarna a un innovador detective de finales del siglo XIX; serie que por cierto tuvo una vida efímera en TVE, por criterios de audiencia y no por razones de su calidad y realización que yo creo que eran fantásticas.

Jordi Llobregat, al igual que Jerónimo Tristante, personifican, entre otros, la nueva literatura española; bien escrita, con hilos argumentales de estructura televisiva o cinematográfica, con mucho dinamismo, con buena literatura y con enormes dosis de entretenimiento asegurado.

Comentarios

Abner L. ha dicho que…
Coincido totalmente contigo. Y te lo dice alguien que se ha leído, aprate de "El secreto de Vesalio" TODAS las novelas y relatos de Sherlock Holmes y, por supuesto, "El doctor Jeckyll y Mr. Hyde" y "From Hell".
Ahora estoy con "Alcolea". Otra que te puede gustar por la misma razón que te ha gustado "El secreto de Vesalio" y dada la desilusión que se te ve con los "consagrados" (muy atinada la crítica).
Si no quieres perder mucho tiempo para encontrarla vete directamente a Amazon. Es lo que hice yo.
Un saludo.